Homilias de José Antonio Pagola
Para leer, compartir, bajarse o imprimir las homilias de José Antonio Pagola del domingo haz "clic" sobre el título del domingo, o haz "clic" sobre Ciclo A, Ciclo B o Ciclo C, en el menú superior para leer las homilias de cada ciclo.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
No dejes de visitar la nueva página de VÍDEOS DE LAS CONFERENCIAS DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA .
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
29 de diciembre de 2013
La Sagrada Familia Jesús, María y José (A)
EVANGELIO
Coge
al niño y a su madre y huye a Egipto.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en
sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a
Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño
para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se
fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo
el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de
Egipto".
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en
sueños a José en Egipto y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y
vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del
niño." Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al
enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes,
tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se
estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los
profetas, que se llamaría Nazareno.
HOMILIA
2013-2014 -
29 de diciembre de 2013
ABIERTAS
AL PROYECTO DE DIOS
Los relatos evangélicos no
ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el
mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica
enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como
hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual
se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia
cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad
nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué
rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo
primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse
mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno
en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las
discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No
basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin
apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría
desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para
pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles.
Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la
familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y
cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los
mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados,
cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una
familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas
e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares
rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión;
familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias
de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la
familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor
lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el
estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en
torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de
Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo,
digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2010-2011 JESÚS ES PARA TODOS
26 de diciembre de 2010
UNA
FAMILIA DE REFUGIADOS
Coge al
niño y a su madre y huye a Egipto.
Según el relato de Mateo, la
familia de Jesús ha vivido la experiencia trágica de los refugiados,
obligados a huir de su hogar para buscar asilo en un país extraño. Con el
nacimiento de Jesús no ha llegado a su casa la paz. Al contrario, enseguida se
han visto envueltos por toda clase de amenazas, intrigas y penalidades.
Todo comienza cuando saben que
Herodes busca al niño para acabar con él. Como sucede tantas veces, bajo el
aparente bienestar de aquel reinado poderoso, perfectamente organizado, se
esconde no poca violencia y crueldad. La familia de Jesús busca refugio en
la provincia romana de Egipto, fuera del control de Herodes, asilo bien
conocido por quienes huían de su persecución. De noche, de manera precipitada y
angustiosa, comienza su odisea.
Por un momento, parece que podrán
disfrutar de paz pues «han muerto los que atentaban contra el niño». La familia
vuelve a Judea, pero se enteran de que allí reina Arquelao, conocido por su
"crueldad y tiranía", según el historiador Flavio Josefo. De
nuevo, la angustia, la incertidumbre y la huida a Galilea, para esconderse en
un pueblo desconocido de la montaña, llamado Nazaret.
¿Podemos imaginar un relato más
contrario a la escena ingenua e idílica del nacimiento de Jesús naciendo entre
cantos de paz, entonados por coros de ángeles, en medio de una noche
maravillosamente iluminada? ¿Cuál es el mensaje de Mateo al dibujar con
trazos tan sombríos los primeros pasos de Jesús?
Lo primero es no soñar. La paz
que trae el Mesías no es un regalo llovido del cielo. La acción salvadora de
Dios se abre camino en medio de amenazas e incertidumbres, lejos del poder y la
seguridad. Quienes trabajen por un mundo mejor con el espíritu de este
Mesías, lo harán desde la debilidad de los amenazados, no desde la seguridad de
los poderosos.
Por eso, Mateo no llama a Jesús
"Rey de los judíos" sino "Dios-con-nosotros". Lo hemos
de reconocer compartiendo la suerte de quienes viven en la inseguridad y el
miedo, a merced de los poderosos. Una cosa es clara: sólo habrá paz cuando
desaparezcan los que atentan contra los inocentes. Trabajar por la paz es
luchar contra los abusos e injusticias.
En ese esfuerzo, muchas veces
penoso e incierto, hemos de saber que nuestra vida está sostenida y guiada por
la "Presencia invisible" de Dios al que hemos de buscar en la
oscuridad de la fe. Así busca José, entre pesadillas y miedos nocturnos, luz y
fuerza para defender a Jesús y a su madre. Así se defiende la causa de
Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2007-2008 - RECREADOS POR JESÚS
30 de diciembre de 2007
HIJO DE
EMIGRANTES
Huye a
Egipto.
De ordinario los cristianos
imaginamos a María y José disfrutando en su casita de Nazaret de su hijo Jesús
en un clima de paz y felicidad envidiables. No es ésta la imagen que nos ofrece
el evangelista Mateo de la «sagrada familia». Su sombrío relato de los primeros
años de Jesús rompe toda la «poesía» que nosotros le ponemos a la Navidad.
Según Mateo, la familia de Jesús
no ha podido vivir tranquila. Herodes quiere acabar con el niño para que no le
arrebate un día su poder. José tiene que actuar con rapidez. El peligro es
inminente. Coge al niño y a su madre «de noche», y, sin esperar un nuevo
amanecer, «huye a Egipto».
La ruta es dura y peligrosa.
María y José recuerdan las penalidades sufridas por su pueblo en aquel mismo
desierto. Ahora las están reviviendo con su hijo Jesús. Los tres buscan asilo
en un país extraño, lejos de su tierra y de los suyos. Todo es incertidumbre e
inseguridad. No saben cuándo podrán volver. Ya se les avisará.
Muerto Herodes, la familia
respira y emprende el viaje hacia su hogar. Pero en Judea «reina Arquelao»
un hombre conocido, según Flavio Josefo, por su crueldad y tiranía. José «siente
miedo». No es un lugar seguro para Jesús. Se desplazarán a Galilea y se
establecerán en Nazaret, una aldea perdida entre montañas, que de momento
parece un lugar menos peligroso.
Así vive la «sagrada familia»:
defendiendo a su hijo para que pueda sobrevivir, emigrando de un lugar a otro
en busca de pan y trabajo, sin hogar seguro en medio de una tierra dominada por
«reyes» poderosos como Herodes o Arquelao.
Ésta es la gran noticia de la Navidad. Dios no ha
nacido para que los privilegiados de la tierra lo celebremos con cenas
abundantes y regalos superfluos. Ha nacido para compartir nuestra vida,
poniendo esperanza en quienes no pueden esperar gran cosa de nadie si no es de
Dios.
Según el evangelio de Mateo, Dios
se ha hecho hijo de emigrantes. Desde niño ha vivido amenazado, como tantos
niños y niñas, amenazados hoy por el hambre, la miseria, las guerras y los
abusos. El Dios de Belén es de ellos, antes que de nadie. Que nadie pretenda
apropiarse de este Dios olvidando a sus hijos e hijas más pequeños.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
26 de diciembre de 2004
NIÑOS SIN FE
Cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.
En muchos hogares ya no se habla de Dios. Los niños
no pueden aprender a ser creyentes junto a sus padres. Nadie en casa los inicia
a la fe. Sus preguntas religiosas resultan embarazosas y son pronto desviadas
hacia cosas más prácticas. Lo que se transmite de padres a hijos no es fe, sino
indiferencia y silencio religioso.
No es, pues, extraño que encontremos entre nosotros
un número cada vez mas elevado de niños sin fe. ¿Cómo van a creer en Aquel de
quien no han oído hablar? ¿Cómo se va a despertar su fe religiosa en un hogar
indiferente?
La actuación de los padres es diversa. Hay algunos a
los que no les preocupa en absoluto la fe de sus hijos. Hace tiempo que ellos
mismos se instalaron en la indiferencia. Hoy no saben si creen o no creen. ¿Qué
pueden transmitir a sus hijos?
Hay también padres que, aun sintiéndose creyentes,
dimiten fácilmente de su propia responsabilidad y lo dejan todo en manos de los
colegios y catequistas. Parecen ignorar que nada puede sustituir el ambiente de
fe del propio hogar y el testimonio vivo de unos padres creyentes.
Pero hay también padres preocupados, que no saben
que hacer en concreto. Padres que buscan apoyo y orientación y no siempre los
encuentran. Puede ser oportuno recordar algunas cosas sencillas pero básicas.
Lo más importante es que los hijos puedan comprobar
que sus padres se sienten creyentes. Que puedan intuir que Dios es alguien
importante en su vida, que la fe los anima a vivir de manera positiva y los
sostiene en los momentos de sufrimiento y prueba.
Pero no es posible transmitir lo que no se vive. No
se puede enseñar a rezar al hijo cuando uno no reza nunca. No se le puede
explicar por qué el domingo es fiesta, si en casa no se celebra ese día de
manera cristiana. No se le puede hablar en serio de Jesucristo, si el hijo
nunca nos ve leyendo el Evangelio.
Es importante también preocuparse directamente de
educar la fe de los hijos. Comprarles alguna «Biblia para niños», ayudarles a
leer esas publicaciones tan hermosas orientadas a presentarles la fe y
enseñarles a orar, ver con ellos esos «vide- os» de iniciación a la fe. Nadie
mejor que los padres para despertar en los hijos la experiencia religiosa.
Al mismo tiempo, son los padres los que han de
acercar al niño a la comunidad cristiana a la que pertenece. Enseñarle el
templo parroquial. Mostrarle la pila bautismal donde fue bautizado. Seguir de cerca
su proceso en la catequesis. Participar con él en la eucaristía dominical.
Celebrar las grandes fiestas cristiana de la Navidad , Semana Santa y Pascua.
La fe o la increencia de las nuevas generaciones se
juega en buena parte en la familia. Es bueno recordarlo hoy, en esta fiesta de
«la familia de Nazaret», modelo de vida para todo hogar cristiano.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2001-2002 – CON FUEGO
30 de diciembre de 2001
FRÁGIL
Levántate,
coge al niño y a su madre.
Cada vez parece más normal romper
con la pareja, buscarse un nuevo amor y volver a empezar. Todo parece así más
Fácil y llevadero. Sin embargo, detrás de cada ruptura hay casi siempre no poco
sufrimiento y frustración. Hay a veces humillación. ¿No es posible vivir en
pareja de manera más estable?
Lo primero, tal vez, es no confundir
el amor con los sentimientos y el deseo erótico. Por lo general, la primera
atracción del amor es muy intensa pero casi nunca se mantiene así. El deseo
cambia y evoluciona. Quien identifica el amor con la atracción se dedica a
enamorarse una y otra vez de alguien distinto. En cada comienzo disfruta.
Luego, sufre y hace sufrir.
Es importante también recordar
que, si no hay una decisión y compromiso por buscar el bien del otro, no hay
todavía amor. Por eso, es un error avanzar en una relación de pareja de manera
prematura, si no estamos dispuestos a hacer feliz al otro. En esto no hay que
mentirse ni mentir. Cuántos sufrimientos se hubieran evitado si no se hubiera
pronunciado nunca un «te amo», que no era verdad.
Tampoco hay que olvidar que «amar es fundamentalmente dar no recibir».
Por eso sólo el amor incondicional es duradero. Si cada uno vive buscando sólo
lo que el otro le puede aportar, el futuro de la pareja está en peligro. Nunca
la persona amada responde perfectamente a lo que desearíamos. El amor se
consolida cuando uno es feliz haciéndole feliz al otro.
El mayor error es ignorar que
amar significa respetar a la persona amada, no poseerla. Cuando no se respeta
la manera de pensar, de sentir y de ser del otro, se está arruinando el amor.
Sólo amando con respeto se le ayuda al otro a crecer y a dar lo mejor que hay
en él. Por el contrario, cuando hay manipulación y utilización interesada, la
pareja se está ya separando.
El amor de la pareja es una flor
frágil. Lo ha sido siempre. Probablemente es la experiencia más sublime del ser
humano, pero también la más exigente. Sencillamente, porque, como dice Rilke,
el amor consiste «en que dos soledades se
protejan, se junten y se acojan mutuamente». El ideal no es separarse, sino
llegar a «ser una sola carne». Lo decía Jesús. Sin esa base, no es posible la
familia.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
27 de diciembre de 1998
EN FAMILIA
Cogió al niño y a su madre, y volvió a Israel.
Las fiestas de Navidad han tenido entre nosotros un
carácter entrañable diferente al de otras fiestas que se suceden a lo largo del
año. Estos días navideños se caracterizan todavía hoy por un clima más familiar
y hogareño. Para muchos siguen siendo una fiesta de reunión y encuentro
familiar. Ocasión para reunirse todos alrededor de una mesa a compartir con
gozo el calor del hogar.
Estos días parecen reforzarse los lazos familiares.
Se diría que es más fácil la reconciliación y el acercamiento entre familiares
enfrentados o distantes. Por otra parte, se recuerda más que nunca la ausencia
de los seres queridos muertos o alejados del hogar.
Sin embargo, es fácil observar que el clima hogareño
de estas fiestas se va deteriorando cada año más. La fiesta se desplaza fuera
del hogar. Los hijos corren a las salas de fiestas. Las familias se trasladan
al restaurante. Se nos invita ya a «celebrar estas fiestas en Benidorm».
Probablemente son muchos los factores de diverso
orden que explican este cambio social. Pero hay algo que, en cualquier caso, no
hemos de olvidar. Es difícil el encuentro familiar cuando a lo largo del año no
se vive en familia. Incluso, se hace insoportable cuando no existe un verdadero
diálogo entre padres e hijos o cuando el amor de los esposos se va enfriando.
Todo ello facilita cada vez más la celebración de
estas fiestas fuera del hogar. Es más fácil la reunión ruidosa de esas cenas
superficiales y vacías de un restaurante. El clima que ahí se crea no obliga a
vivir la Navidad
con la hondura humana y cristiana que el marco del hogar parecía exigir. De ahí
que estas fiestas navideñas que, durante tantos años, han reavivado el calor
entrañable del hogar, sean quizás hoy en muchos hogares uno de los momentos más
reveladores del deterioro de la vida familiar.
Pero la actitud del creyente no puede ser de
desaliento. El nacimiento del Señor nos invita a renacer y trabajar por el
nacimiento de un hombre nuevo, una familia nueva, una sociedad diferente.
Estamos pasando de una familia más numerosa, tradicional, autoritaria y
estable, a una familia más reducida, libre, inestable y conflictiva, pero el
hombre siempre necesitará un hogar en donde pueda crecer como persona. El mismo
Hijo de Dios nació y creció en el seno de una familia.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1995-1996 – SANAR LA VIDA
31 de diciembre de 1995
AÑOS DECISIVOS
Cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.
Estos últimos años se ha extendido entre algunos
padres una sensación de impotencia y desaliento. Fácilmente se da por supuesto
que es poco lo que se puede hacer en casa para educar a los hijos en un estilo
sano de vida. La familia —se dice— ya no tiene fuerza, los jóvenes de hoy
aprenden a vivir de sus compañeros, del ambiente de la calle o de la
televisión. Sin embargo, antes de renunciar a todo esfuerzo, los padres
deberían conocer un dato de importancia. En la actual configuración de la
sociedad no hay ninguna institución mejor dotada que la familia para orientar
la vida del hijo.
Psicólogos y pedagogos de prestigio vienen a decir
que, por lo general, las personas vuelven a aquello que han experimentado como
bueno y han vivido con satisfacción, seguridad y gozo en los primeros años de
su vida. Y es ésta precisamente la gran posibilidad de la familia. En el hogar
el niño puede captar valores, conductas, actitudes o experiencias humanas y
religiosas, pero no de cualquier manera, sino en un clima de afecto, confianza
y amor.
Nada educa de un modo tan decisivo ni deja huellas
tan hondas en la vida del sujeto como lo experimentado positivamente en el seno
del hogar. Así se expresa un especialista como Gerardo Pastor: «Ni las
guarderías o escuelas, ni los grupos de coetáneos, ni las parroquias, ni los
medios de comunicación social (prensa, radio y televisión) logran penetrar tan
a fondo en la intimidad infantil como los parientes primarios, esos seres de
quienes se depende absolutamente durante los seis o nueve primeros años de la
vida (padres, hermanos, tutores).»
Es cierto que la TV los amigos y la calle tienen influencia, pero
si ésta es a veces tan grande, se debe, en buena parte, a que en la familia hay
abandono, descuido o falta de conciencia y de preparación. No es solo problema
de los padres. La familia necesita apoyo. Colegios y parroquias han de impulsar
escuelas de padres, encuentros de reflexión y orientación práctica.
Los primeros años del niño son decisivos. De ahí la
importancia de «sembrar» con responsabilidad. El trabajo de padres y educadores
puede parecer a veces pobre y débil, pero si encierra verdad y bondad, Dios
está presente en ese trabajo. Esa semilla no se pierde porque lleva dentro el
poder salvador del mismo Dios. Es bueno recordarlo en esta fiesta de la Sagrada Familia.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1992-1993 – CON HORIZONTE
27 de diciembre de 1992
NIÑOS SIN FE
Cogió al niño y a su madre
y volvió a Israel.
y volvió a Israel.
En muchos hogares ya no se habla de Dios. Los niños
no pueden aprender a ser creyentes junto a sus padres. Nadie en casa los inicia
a la fe. Sus preguntas religiosas resultan embarazosas y son pronto desviadas
hacia cosas más prácticas. Lo que se transmite de padres a hijos no es fe, sino
indiferencia y silencio religioso.
No es, pues, extraño que encontremos entre nosotros
un número cada vez más elevado de niños sin fe. ¿Cómo van a creer en Aquel de
quien no han oído hablar? ¿Cómo se va a despertar su fe religiosa en un hogar
indiferente?
La actuación de los padres es diversa. Hay algunos a
los que no les preocupa en absoluto la fe de sus hijos. Hace tiempo que ellos
mismos se instalaron en la indiferencia. Hoy no saben sí creen o no creen. ¿Qué
pueden transmitir a sus hijos?
Hay también padres que, aun sintiéndose creyentes,
dimiten fácilmente de su propia responsabilidad y lo dejan todo en manos de los
colegios y catequistas. Parecen ignorar que nada puede sustituir el ambiente de
fe del propio hogar y el testimonio vivo de unos padres creyentes.
Pero hay también padres preocupados, que no saben
qué hacer en concreto. Padres que buscan apoyo y orientación y no siempre los
encuentran. Puede ser oportuno recordar algunas cosas sencillas pero básicas.
Lo más importante es que los hijos puedan comprobar
que sus padres se sienten creyentes. Que puedan intuir que Dios es alguien
importante en su vida, que la fe los anima a vivir de manera positiva y los
sostiene en los momentos de sufrimiento y prueba.
Pero no es posible transmitir lo que no se vive. No
se puede enseñar a rezar al hijo cuando uno no reza nunca. No se le puede
explicar por qué el domingo es fiesta, si en casa no se celebra ese día de
manera cristiana. No se le puede hablar en serio de Jesucristo, si el hijo
nunca nos ve leyendo el Evangelio.
Es importante también preocuparse directamente de
educar la fe de los hijos. Comprarles alguna «Biblia para niños», ayudarles a
leer esas publicaciones tan hermosas orientadas a presentarles la fe y
enseñarles a orar, ver con ellos esos «vídeos» de iniciación a la fe. Nadie
mejor que los padres para despertar en los hijos la experiencia religiosa.
Al mismo tiempo, son los padres los que han de
acercar al niño a la comunidad cristiana a la que pertenece. Enseñarle el
templo parroquial. Mostrarle la pila bautismal donde fue bautizado. Seguir de
cerca su proceso en la catequesis. Participar con El en la eucaristía
dominical. Celebrar las grandes fiestas cristiana de la Navidad , Semana Santa y
Pascua.
La fe o la increencia de las nuevas generaciones se
juega en buena parte en la familia. Es bueno recordarlo hoy, en esta fiesta de
«la familia de Nazaret», modelo de vida para todo hogar cristiano.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1989-1990 – NUNCA ES TARDE
31 de diciembre de 1989
DE NUEVO, LA FAMILIA
Cogió al niño y a
su madre
y volvió a Israel.
y volvió a Israel.
La familia ha cambiado de manera tan vertiginosa
durante estos años en las sociedades industrializadas de occidente que no son
pocos los que han vaticinado su desaparición para un plazo no muy lejano.
Los vínculos conyugales y familiares, antes tan
sólidos, parecen resquebrajarse cada vez con más facilidad. El divorcio, la
ruptura entre generaciones, la huida de los jóvenes fuera del hogar, el
internamiento de los ancianos en asilos y residencias son hechos frecuentes que
minan la vida familiar.
Muchas funciones sociales que antes ejercía la
familia han pasado, en gran parte, a otras instituciones. El cuidado del niño,
la educación, la seguridad, el «status social», el descanso y otras muchas
experiencias dependen cada vez más de instancias alejadas del marco familiar.
La movilidad profesional y social exigidas por la
vida moderna y el ritmo trepidante de la sociedad urbana hacen difícil el clima
apacible y sereno de la relación familiar. Y cuando, por fin, todos se
encuentran en casa, ahí está la revolución de la comunicación electrónica que
ha logrado sentar a todas las familias ante el televisor.
Y, sin embargo, la familia no ha conocido esa
desaparición más o menos rápida que bastantes habían predicho. El tipo de
familia cambia, pero no desaparece. Al contrario, los sociólogos hablan hoy del
«fenómeno inesperado de la revalorización de la familia». ¿Por qué?
En una sociedad tan fragmentada y caótica como la
occidental, la familia es hoy uno de los pocos lugares de integración total
donde las personas pueden crecer y desarrollarse de manera saludable.
Por otra parte, liberada de otras funciones penosas,
la familia moderna se puede convertir en «centro socio-afectivo» de importancia
decisiva. En una sociedad donde el empobrecimiento de las relaciones lleva al
hombre a un callejón sin salida, la familia es uno de los pocos lugares donde
las personas pueden encontrarse, no en virtud de unos intereses funcionales,
sino en una relación cálida de afecto desinteresado.
Además, cuando las sociedades occidentales sufren
crisis de «transmisión » y comienzan a tomar conciencia de que las sabias técnicas
sociales y los medios modernos de comunicación no son capaces de comunicar a
las nuevas generaciones la sabiduría acumulada por los pueblos, sus valores
culturales, su tradición histórica o su experiencia religiosa, la familia se
anuncia de nuevo como un lugar de importancia decisiva para el enraizamiento
cultural de la persona, su inserción en la historia y su aprendizaje religioso.
Lo que el hombre moderno comienza a reclamar no es,
ante todo, la posibilidad de divorciarse y deshacer todo tipo de vínculos
familiares, sino el poder conocer una verdadera familia y disfrutar de un
hogar.
Si el cristianismo quiere hacer presente la fuerza
humanizadora del evangelio en la sociedad occidental, deberá contribuir a hacer
de la familia un lugar cálido de experiencia humana y humanizadora. Es una
tarea que los cristianos no hemos de olvidar al celebrar la fiesta de la Sagrada Familia.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
28 de diciembre de 1986
NIÑOS QUE SUFREN
Se levantó y cogió al niño y a su madre.
Casi siempre se considera que la infancia es la
época más feliz de la vida. Al menos, eso es lo que los adultos imaginamos.
Pero, ¿es realmente así?
Es cierto que el niño parece con frecuencia feliz
por su gran capacidad de disfrutar de casi todo con asombro. Ese mundo de
juegos y ensueño que lleva dentro, esa fantasía que envuelve su vida le
permiten moverse, reaccionar, pasar rápidamente lel llanto a la risa.
Pero son muchos los niños que sufren, precisamente
porque los adultos no sabemos acercarnos a ellos y cuidar mejor su felicidad.
Al niño se le mima, se le manipula, se le golpea y
se le besa. Se le obliga a comer y se le manda callar. No se le escucha, se le
amenaza, se le intenta programar para que diga y haga lo que queremos los
mayores.
Frecuentemente, se le agobia con libros, estudios y
deberes. Se le restringe su tiempo de juego y fantasía. Se ahoga su creatividad
y se le pide comportarse como un adulto.
Y luego están los niños maltratados con el peor de
los abandonos que es el tenerlos cerca y no atenderlos ni cuidarlos.
Los niños que no reciben besos como premio pero sí
bofetones como castigo. Los que viven defendiéndose como pueden en medio de esa
tragedia que es una pareja mal avenida. Los niños no amados, que son una carga
para sus padres.
Y esos niños atropellados por las tremendas
agresiones de los adultos. Y los niños que piden limosnas por las calles
envueltos en roña y cubiertos de costras y sabañones. Niños mal alimentados.
Con poca comida y menos cariño.
En esta festividad de la Sagrada Familia en
que recordamos a María y José defendiendo a su pequeño del atropello y la
violencia, yo quiero rendir mi homenaje a esos padres de paciencia casi
infinita, que saben estar cerca de sus hijos.
Madres que al llegar a su casa, dejan que sus hijos
se les cuelguen del cuello. Madres que saben «perder tiempo” jugando con su
niño. Esos hombres y mujeres a los que apenas nadie valora pero que son grandes
porque saben respetar, cuidar y hacer felices a sus hijos.
Aunque no lo sepan, están contribuyendo a hacer un
mundo más humano porque a un niño feliz siempre le será más fácil ser un día un
hombre bueno.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
25 de diciembre de 1983
NIÑOS MALTRATADOS
Herodes busca al niño para matarlo.
En nuestra sociedad son muchas las voces que se
levantan para defender ios derechos de las personas y las reivindicaciones de
los diferentes grupos, pero apenas nadie defiende los derechos del niño.
Con mucha frecuencia, las violencias físicas y
síquicas contra los niños son toleradas e incluso aprobadas por la sociedad. No
se persigue las agresiones al niño en el seno de la familia, a no ser que
alcance grados extremos, pues se considera a los padres dueños absolutos de ese
hijo al que han dado la vida.
Se acepta socialmente que los hijos son propiedad
privada de los padres y, en consecuencia, se olvidan los derechos de ese niño
como persona intocable que es.
Pero no se trata sólo de malos tratos y violencia
física. Es todavía mucho más elevado el número de padres que rechaza y
menosprecia a sus hijos no deseados y que no les ofrece la seguridad, atención
y cuidado que necesitan para crecer dignamente.
Otras veces, son madres agobiadas por el trabajo, la
soledad y la depresión que descargan su inestabilidad emocional en sus
pequeños.
Con frecuencia, padres que proyectan en sus hijos
sus propias frustraciones y exigen violentamente al niño ser según sus propios
deseos para castigarlo cuando no responde a sus expectativas.
Cuántos niños sufren en silencio, víctimas de malos
tratos, sin la posibilidad de defenderse de la violencia de los adultos y sin
que nadie reconozca su derecho a ser ellos mismos.
Es un signo más de una sociedad egoísta e hipócrita
donde defendemos los derechos que nos interesan y donde seguimos olvidando los
derechos de los más débiles y pequeños.
En esta fiesta de la Sagrada Familia ,
hemos de revisar los cristianos cuál es nuestra actitud en el seno de nuestras
familias. ¿Qué acogida encuentran nuestros hijos en nuestros hogares? ¿Qué
ternura reciben? ¿Con qué respeto nos acercamos a ellos? ¿Qué dedicación les
prestamos?
No hemos de olvidar que el futuro de nuestro pueblo
se está haciendo, en gran parte, en nuestros hogares. Estos niños que sufren
carencias afectivas tan graves son los hombres violentos del futuro. Estos
jóvenes que no han conocido lo que es la ternura son los que aumentarán la
agresividad social en nuestra sociedad.
Entonces, nosotros condenaremos a esa juventud pero
nos habremos de preguntar de dónde han surgido. Por eso, desde ahora tenemos
que cuestionarnos seriamente: ¿Son nuestros hogares escuelas de paz o germen de
futura violencia?
José Antonio Pagola
HOMILIA
1980-1981 – APRENDER A VIVIR
28 de diciembre de 1980
¿NAVIDAD EN FAMILIA?
Cogió al niño y a su madre, y volvió a Israel.
Las fiestas de Navidad han tenido entre nosotros un
carácter entrañable de ternura e intimidad diferente al de otras fiestas que se
suceden a lo largo del año.
Estos días navideños se caracterizan todavía hoy por
un clima más familiar y hogareño. Para muchos siguen siendo una fiesta de
reunión y encuentro familiar. Ocasión para reunirse todos alrededor de una mesa
a compartir con gozo el calor del hogar.
Estos días parecen reforzarse los lazos familiares.
Se diría que es más fácil la reconciliación y el acercamiento entre familiares
enfrentados o distantes. Por otra parte, se recuerda más que nunca la ausencia
de los seres queridos muertos o alejados del hogar.
Sin embargo, es fácil observar que el clima hogareño
de estas fiestas se va deteriorando cada año más. La fiesta se desplaza fuera
del hogar. Los hijos corren a la sala de fiestas. Las familias se trasladan al
restaurante. Se nos invita ya a «celebrar estas fiestas en Benidorm».
Probablemente son muchos los factores de diverso
orden que explican este cambio social. Pero hay algo que, en cualquier caso, no
debemos olvidar.
Es difícil el encuentro familiar cuando a lo largo
del año no se vive en familia. Incluso, se hace insoportable cuando no existe
un verdadero diálogo entre padres e hijos, o el amor de los esposos se va
enfriando.
Todo ello facilita cada vez más la celebración de
estas fiestas fuera del hogar. Es más fácil la reunión ruidosa de esas cenas
superficiales y vacías de un restaurante. El clima que ahí se crea no obliga a
vivir la Navidad
con la hondura humana y cristiana que el marco del hogar parecía exigir.
De ahí que estas fiestas navideñas que, durante
tantos años, han recogido y reavivado el calor entrañable del hogar, sean
quizás hoy en muchos hogares uno de los momentos más reveladores del deterioro
de la vida familiar.
Pero, la actitud del creyente no puede ser de
desaliento. El nacimiento del Señor nos invita a renacer y trabajar por el
nacimiento de un hombre nuevo, una familia nueva, una sociedad diferente.
Estamos pasando de una familia más numerosa,
tradicional, autoritaria y estable, a una familia más reducida, libre,
inestable conflictiva. Pero el hombre siempre necesitará un hogar en donde
pueda crecer como persona. El mismo Hijo de Dios nació Y creció en el seno de
una familia.
José Antonio Pagola
Para
ver las Homilías de las Conferencias de José Antonio:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La publicación de los comentarios requerirán la aceptación del administrador del blog.