lunes, 19 de junio de 2017

25-06-2017 - 12º domingo Tiempo ordinario (A)


El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó  en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos  la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.

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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola. 

José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.

No dejes de visitar la nueva página de VÍDEOS DE LAS CONFERENCIAS DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA .

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12º domingo Tiempo ordinario (A)


EVANGELIO

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».

Palabra de Dios.

HOMILIA

2016-2017 -
25 de junio de 2017

NUESTROS MIEDOS

Cuando nuestro corazón no está habitado por un amor fuerte o una fe firme, fácilmente queda nuestra vida a merced de nuestros miedos. A veces es el miedo a perder prestigio, seguridad, comodidad o bienestar lo que nos detiene al tomar las decisiones. No nos atrevemos a arriesgar nuestra posición social, nuestro dinero o nuestra pequeña felicidad.
Otras veces nos paraliza el miedo a no ser acogidos. Nos atemoriza la posibilidad de quedarnos solos, sin la amistad o el amor de las personas. Tener que enfrentarnos a la vida diaria sin la compañía cercana de nadie.
Con frecuencia vivimos preocupados solo de quedar bien. Nos da miedo hacer el ridículo, confesar nuestras verdaderas convicciones, dar testimonio de nuestra fe. Tememos las críticas, los comentarios y el rechazo de los demás. No queremos ser clasificados. Otras veces nos invade el temor al futuro. No vemos claro nuestro porvenir. No tenemos seguridad en nada. Quizá no confiamos en nadie. Nos da miedo enfrentarnos al mañana.
Siempre ha sido tentador para los creyentes buscar en la religión un refugio seguro que nos libere de nuestros miedos, incertidumbres y temores. Pero sería un error ver en la fe el agarradero fácil de los pusilánimes, los cobardes y asustadizos.
La fe confiada en Dios, cuando es bien entendida, no conduce al creyente a eludir su propia responsabilidad ante los problemas. No le lleva a huir de los conflictos para encerrarse cómodamente en el aislamiento. Al contrario, es la fe en Dios la que llena su corazón de fuerza para vivir con más generosidad y de manera más arriesgada. Es la confianza viva en el Padre la que le ayuda a superar cobardías y miedos para defender con más audacia y libertad el reino de Dios y su justicia.
La fe no crea hombres cobardes, sino personas resueltas y audaces. No encierra a los creyentes en sí mismos, sino que los abre más a la vida problemática y conflictiva de cada día. No los envuelve en la pereza y la comodidad, sino que los anima para el compromiso.
Cuando un creyente escucha de verdad en su corazón las palabras de Jesús: «No tengáis miedo», no se siente invitado a eludir sus compromisos, sino alentado por la fuerza de Dios para enfrentarse a ellos.

José Antonio Pagola

HOMILIA

2013-2014 -
Fecha

Título

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José Antonio Pagola

HOMILIA

2010-2011 -
Fecha

Título

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José Antonio Pagola

HOMILIA

2007-2008 - Recreados por Jesús
22 de junio de 2008


SIN MIEDO

El recuerdo de la ejecución de Jesús estaba todavía muy reciente. Por las comunidades cristianas circulaban diversas versiones de su Pasión. Todos sabían que era peligroso seguir a alguien que había terminado tan mal. Se recordaba una frase de Jesús: «El discípulo no está por encima de su maestro». Si a él le han llamado Belcebú, ¿qué no dirán de sus seguidores?
Jesús no quería que sus discípulos se hicieran falsas ilusiones. Nadie puede pretender seguirle de verdad, sin compartir de alguna manera su suerte. En algún momento, alguien lo rechazará, maltratará, insultará o condenará. ¿Qué hay que hacer?
La respuesta le sale a Jesús desde dentro: «No les tengáis miedo». El miedo es malo. No ha de paralizar nunca a sus discípulos. No han de callarse. No han de cesar de propagar el mensaje de Jesús por ningún motivo.
Jesús les va a explicar cómo han de situarse ante la persecución. Con él ha comenzado ya la revelación de la Buena Noticia de Dios. Deben confiar. Lo que todavía está «encubierto» y «escondido» a muchos, un día quedará patente: se conocerá el Misterio de Dios, su amor al ser humano y su proyecto de una vida más feliz para todos.
Los seguidores de Jesús están llamados a tomar parte activa desde ahora en ese proceso de revelación: «Lo que yo os digo de noche, decidlo en pleno día». Lo que les explica al anochecer, antes de retirarse a descansar, lo tienen que comunicar sin miedo «en pleno día». «Lo que yo os digo al oído, pregonadlo desde los tejados». Lo que les susurra al oído para que penetre bien en su corazón, lo tienen que hacer público.
Jesús insiste en que no tengan miedo. «Quien se pone de mi parte», nada ha de temer. El último juicio será para él una sorpresa gozosa. El juez será «mi Padre del cielo», el que os ama sin fin. El defensor seré yo mismo, que «me pondré de su parte». ¿Quién puede infundirnos más esperanza en medio de las pruebas?
Jesús imaginaba a sus seguidores como un grupo de creyentes que saben «ponerse de su parte» sin miedo. ¿Por qué somos tan poco libres para abrir nuevos caminos más fieles a Jesús? ¿Por qué no nos atrevemos a plantear de manera sencilla, clara y concreta lo esencial del evangelio?

José Antonio Pagola

HOMILIA

2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
19 de junio de 2005

LIBERAR DEL MIEDO

No tengáis miedo.

Las fuentes cristianas presentan a Jesús enteramente dedicado a liberar a la gente del miedo. Le apenaba ver a las personas aterrorizadas por el poder de Roma, intimidadas por las amenazas de los maestros de la ley, distanciadas de Dios por el miedo a su ira, culpabilizadas por su poca fidelidad a la ley. De su corazón, lleno de Dios, sólo podía brotar un deseo: «No tengáis miedo». Son palabras de Jesús que se repiten una y otra vez en los evangelios. Las que más se deberían repetir en su Iglesia.
El miedo se apodera de nosotros cuando en nuestro corazón crece la desconfianza, la inseguridad o la falta de libertad interior. Este miedo es el problema central del ser humano y sólo nos podemos liberar de él, enraizando nuestra vida en un Dios que sólo busca nuestro bien.
Así lo veía Jesús. Por eso, se dedicó, antes que nada, a despertar la confianza en el corazón de las personas. Su fe profunda y sencilla era contagiosa: «Si Dios cuida con tanta ternura a los gorriones del campo, los pájaros más pequeños de Galilea, ¿cómo no os va a cuidar a vosotros? Para Dios sois más importantes y queridos que todos los pájaros del cielo». Un cristiano de la primera generación recogió bien su mensaje: «Descargad en Dios todo agobio, que a él le interesa vuestro bien».
Con qué fuerza hablaba Jesús a cada enfermo: «Ten fe. Dios no se ha olvidado de ti». Con qué alegría los despedía cuando los podía ver curados: «Vete en paz. Vive bien». Era su gran deseo. Que la gente viviera con paz, sin miedos ni angustias: «No os juzguéis, no os condenéis mutuamente, no os hagáis daño. Vivid de manera amistosa».
Son muchos los miedos que hacen sufrir en secreto a las personas. El miedo hace daño, mucho daño. Donde crece el miedo, se pierde de vista a Dios y se ahoga la bondad que hay en el corazón de las personas. La vida se apaga, la alegría desaparece.
Una comunidad de seguidores de Jesús debe ser, antes que muchas otras cosas, un lugar donde la gente se libera de sus miedos y aprende a vivir confiando en Dios. Una comunidad donde se respira una paz contagiosa y se vive una amistad entrañable que hacen posible escuchar hoy la llamada de Jesús: «No tengáis miedo».

José Antonio Pagola

HOMILIA

2001-2002 – CON FUEGO
23 de junio de 2002

CONFIAR

No tengáis miedo.

Nuestro corazón está lleno de inquietudes, miedos e inseguridades. El poeta alemán Rainer María Rilke aconseja que hemos de tener paciencia con todo cuanto queda aún por resolver en nuestros corazones, pero lo cierto es que nuestro ser busca un descanso, una serenidad y armonía que dificilmente pueden proporcionar unas buenas vacaciones.
Estoy convencido de que la experiencia de Dios tal como se ofrece y comunica en Jesús puede contribuir a conocer la paz y el sosiego, pero esta experiencia es absolutamente personal. Cada uno ha de escuchar la llamada de Jesús: «No tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones».
Tal vez, lo primero es detenernos en experimentar a Dios sólo como amor. Todo lo que nace de él es amor. De él sólo nos llega vida, paz y bien. Yo me puedo apartar de él y olvidar su amor, pero él no cambia. El cambio se produce sólo en mí. Él nunca deja de amarme.
Hay algo todavía más conmovedor. Puedo gozar meditando que Dios me ama incondicionalmente, tal como soy. No tengo que ganarme su amor. No tengo que conquistar su corazón. No tengo que cambiar ni crecer ni ser bueno para ser amado por él. Más bien, sabiendo que me ama así, puedo cambiar, crecer y ser mejor.
Puedo ahora pensar en mi vida. ¿Qué me pide Dios?, ¿qué espera de mí? Sólo que aprenda a amar. No sé en qué circunstancias me puedo encontrar y qué decisiones tendré que tomar, pero Dios sólo espera de mí que ame a las personas y busque su bien, que me ame a mí mismo y me trate bien, que ame la vida y me esfuerce por hacerla siempre más digna y más humana para todos. Que sea sensible al amor. Amando acertaré.
Hay algo que no debo olvidar. Nunca estaré solo. Todos «vivimos, nos movemos y existimos» en Dios. El será siempre esa presencia comprensiva y exigente que necesito, esa mano fuerte que me sostendrá en la debilidad, esa luz que me guíará por sus caminos. Él me invitará siempre a caminar y decir «Sí» a la vida. Un día, cuando termine mi peregrinación por este mundo, conoceré junto a Dios la paz y el descanso, la vida y la libertad.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
20 de junio de 1999

CONFIAR

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo.

En todas las épocas ha habido «profetas de desgracias» dedicados a anunciar toda clase de males para el futuro. También hoy aparecen aquí o allá personas poco equilibradas que profetizan catástrofes y desgracias —incluso el fin del mundo—, tal vez porque ellos mismos viven su vida como catástrofe y proyectan sobre el mundo sus propios deseos destructivos.
Estos falsos profetas pueden tocar un punto sensible en el alma frágil de algunos, pero no son los más peligrosos. Mayor daño hacen quienes constantemente van destilando su pesimismo envenenando la vida cotidiana con su visión sombría y sus pronósticos pesimistas.
El creyente no se hace ilusiones sobre la situación del mundo. No se engaña «resolviendo» los problemas desde una fe ingenua. Conoce la fuerza del mal, pero su fe en Dios le ayuda a no olvidar que el mundo no está abandonado a su desgracia. Más allá de los titulares de la prensa y los datos de las estadísticas, el creyente ve la realidad en su hondura última que es la salvación que viene de Dios.
Ésta es la confianza fundamental que Jesús quiere transmitir a sus discípulos: «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.» Es cierto que la vida está llena de experiencias negativas y la fe no ofrece recetas mágicas para resolver los problemas. Pero la existencia del ser humano está en manos de Dios. Sólo en El está nuestra salvación de la muerte y del fracaso final.
Esta fe robusta en Dios no lleva a la evasión o la pasividad. Se traduce, por el contrario, en coraje para tomar decisiones y asumir responsabilidades. Conduce a afrontar riesgos y aceptar sacrificios para ser fiel a sí mismo y a la propia dignidad. Lo propio del verdadero creyente no es la cobardía y la resignación, sino la audacia y la creatividad.
Otra consecuencia de la confianza en Dios es la paciencia, ese arte de asumir la adversidad y resistir a la agresividad del mal sin perder la propia dignidad ni destruirse. La palabra «paciencia» en el primitivo lenguaje griego de las primeras comunidades cristianas se dice «hypomone», y significa literalmente «permanecer en pie» soportando el mal de cada día. Esa es la actitud secreta de quien pone su confianza última en Dios.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1995-1996 – SANAR LA VIDA
23 de junio de 1996

NIHILISMO

No tengáis miedo.

El nihilismo es uno de los rasgos fundamentales de nuestro tiempo. Heidegger lo considera «la esencia de la historia occidental europea». Estamos finalizando un siglo que sabe lo que deja atrás como algo acabado, pero no parece tener claro hacia dónde se encamina. Todo está en crisis. Nada se sostiene.
Es clarificador analizar el lenguaje de este final de milenio en sus diversas variantes. Se habla de postcristianismo, postmoralismo, postmodernismo...; todo lo que parecía seguro queda superado. Se habla de la «muerte de Dios», el «final de la historia», el «ocaso del progreso», la «crisis de la razón»...; todo parece desvanecerse: conceptos, valores, principios e ideales.
Se produce así una sensación de vacío que se traduce en desorientación y sinsentido. Muchos ven en este vacío el signo más palpable de una época decadente. Otros, sin embargo, lo consideran como una experiencia profundamente humana que sacude e inquieta hoy a la humanidad, pero puede ser precisamente lo que la ponga en movimiento hacia una verdad más honda. La vida tiene también sus noches en las que se nos invita a buscar luz, sentido y orientación.
La caída de las grandes ideas, sistemas y creencias en las que, tal vez, buscaba una falsa seguridad, le obliga hoy al hombre moderno a colocarse de nuevo ante el misterio de la existencia desde su debilidad radical. Como insiste G. Amengual, todo está invitando hoy a la razón a que deje de ser «dominante» y prepotente para hacerse «acogedora» al misterio.
En contra de lo que muchos puedan pensar, se está abriendo tal vez un espacio nuevo para el despertar de la verdadera fe. No hemos de olvidar que la fe no nace del esfuerzo de la razón ni es la conclusión de una investigación o el resultado de una argumentación. Para creer, lo importante es dejarse interrogar, ser receptivo, saber escuchar el misterio. Dios no es un problema que hemos de resolver, sino un interrogante que hemos de escuchar.
El gran riesgo de la razón es atrincherarse en sus propias ideas, creerse en posesión de toda la verdad, encerrarse en la arrogancia intelectual, defenderse de lo que puede cuestionar de raíz nuestra existencia. La fe, por el contrario, nace en quien tiene un corazón receptivo, que se abre con honestidad a toda llamada. Creer es siempre, de alguna manera, confiar en Dios.
El evangelio es una llamada permanente a esta confianza radical en Dios. Nuestra vida está en manos del Padre. «No tengáis miedo», Dios que cuida de los pájaros del campo se preocupa de cada ser humano.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1992-1993 – CON HORIZONTE
20 de junio de 1993

CONFIANZA

No tengáis miedo a los hombres.

Hablamos a veces con tanta ligereza de lo religioso que terminamos por olvidar que Dios es siempre un Dios oculto y silencioso, un Dios cuyo misterio último siempre nos supera y trasciende. Pero Dios es Dios. Presencia silenciosa y gratuita de la que no podemos disponer y a la que no podemos manipular a nuestro antojo. Por eso, no se puede propiamente probar la existencia de Dios con argumentos racionales, como no se puede tampoco probar su no existencia.
Ni el creyente ni el ateo pueden justificar científicamente sus respectivas posturas. El creyente cree que hay Dios, pero no puede probar su fe. El ateo cree que no hay, pero tampoco puede verificar su ateísmo. Los dos caminan a oscuras, envueltos en el misterio último de la vida.
Este misterio con el que nos topamos los hombres de todos los tiempos obliga a tomar una actitud, la más radical y decisiva de todas, pues de ella depende en gran parte la orientación de nuestra vida. Las posturas pueden ser diferentes.
El misterio puede llevar al ateísmo. Al no poder comprobar la existencia de Dios como se comprueban otras cosas de nuestro mundo, uno puede llegar a la conclusión de que Dios no existe. Los hombres estamos solos. La existencia termina donde termina nuestra capacidad de entender y verificar. No hay más. Fuera de lo que nosotros captamos no hay sino vacío y nada.
El misterio puede llevar, por el contrario, a una postura religiosa de abandono y acogida, pero sin un encuentro personal con Dios. Es la experiencia de las religiones orientales. El individuo se sumerge en el misterio buscando la profundidad del ser, pero no invoca a un Dios personal. No se comunica con nadie, no se confía a un Padre. Sencillamente se abandona al misterio. No es Dios el que salva al hombre. Es el individuo el que se redime a sí mismo abismándose en la profundidad de su ser.
Pero el misterio puede también despertar en el corazón humano la invocación a un Dios personal. Es la postura del cristiano que se abandona confiado a un Dios sentido como Padre. Esta es la mayor originalidad y el mayor atrevimiento del cristianismo. El cristiano no sólo se abandona al misterio, sino que se confía a un Padre. Se sabe amado, comprendido, perdonado y acogido por un Dios que es Padre.
Esta es la revelación nuclear que se nos ofrece en Jesucristo. No estamos huérfanos. El silencio de Dios en nuestras vidas no significa su ausencia. Se puede confiar en Dios incluso en el momento del silencio supremo de la muerte. Esta confianza radical en un Dios Padre es el rasgo más característico del cristiano. Si lo olvida, deja de serlo. Por eso, la vida del que cree en Jesucristo se concluye siempre con un acto de confianza total. «En Ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.»

José Antonio Pagola

HOMILIA

1989-1990 – NUNCA ES TARDE
Fecha

¿AGNÓSTICOS?

Si uno me niega ante los hombres...

Pocos nos han ayudado tanto como Chnstian Chabanis a conocer la actitud concreta del hombre contemporáneo ante el problema de Dios. Sus famosas entrevistas son documentos imprescindibles para saber qué piensan hoy los científicos y pensadores más reconocidos acerca de Dios.
A los pocos meses de su muerte, se ha publicado ahora un hermoso libro, «Obsession de Dieu» donde se recogen sus experiencias e impresiones personales en este debate sobre Dios.
Chabanis nos confiesa que, cuando inició sus entrevistas a los ateos más prestigiosos de nuestros días, pensaba encontrar en ellos un ateísmo riguroso y bien fundado. En realidad descubrió que, tras graves profesiones de lucidez y honestidad intelectual, se escondía con frecuencia una ausencia de «búsqueda de verdad absoluta y una profesión de fe fácil en el progreso, la ciencia o el porvenir del hombre».
No sorprende demasiado la constatación del escritor francés, pues algo semejante sucede entre nosotros. La mayoría de las personas que renuncian a creer en Dios, lo hacen sin haber vivido proceso alguno de búsqueda.
Pienso, sobre todo, en tantos hombres y mujeres que se confiesan agnósticos, a veces de manera ostentosa, cuando en realidad están lejos de un verdadero agnosticismo.
El agnóstico es una persona que se plantea el problema de Dios y, al no encontrar razones suficientes para creer en El, suspende el juicio. El agnosticismo es, pues, una búsqueda que termina en frustración. Sólo después de haber buscado, adopta el agnóstico la postura que ¡uzga más honrada: «No sé si existe Dios. Yo no encuentro razones ni para creer ni para no creer».
La postura más extendida hoy consiste más bien en desentenderse de la cuestión de Dios, no preocuparse del sentido último de la existencia. Muchos de los que se llaman agnósticos son, en realidad, personas que no buscan. Vidas «sin voluntad de verdad real», que diría X. Zubiri.
Les resulta indiferente que Dios exista o no exista, que la vida tenga un sentido último o no. A ellos les basta con «dejarse vivir», abandonarse «a lo que fuere», sin ahondar en la raíz de las cosas y de la vida.
¿Es ésa la postura más humana ante la realidad? ¿Se puede presentar como progresista una vida en la que está ausente la voluntad de buscar la verdad última de todo?
La pregunta radical de Jesús a los discípulos nos sigue interpelando a todos: «¿Qué buscáis?». Hacerse persona es buscar. Hacerse creyente es buscar a Dios como el sentido y fundamento de todo. La actitud menos humana y menos creyente es la despreocupación frívola de quien no busca la verdad real.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
21 de junio de 1987

MANUAL DE INSTRUCCIONES

No hay comparación entre vosotros y los gorriones

El mayor problema de muchas personas es que han recibido el regalo de la vida pero desconocen las instrucciones para su buen funcionamiento.
Su problema se hace todavía más agudo en una sociedad que ofrece “un manual de instrucciones», en muchos casos, absolutamente disparatado.
Algo asf como si, al estrenar coche, se nos entregaran para su uso y mantenimiento instrucciones tan absurdas como éstas: “Para alimentar el motor, échesele agua». «En caso de mal funcionamiento en el carburador, limpie bien los ceniceros y alfombras». «Para obtener un frenado más seguro, encienda la calefacción”.
Sin embargo, son convicciones y pautas de conducta tan habituales y comunes que seguirlas nos parece lo más sensato y juicioso, sin advertir que son precisamente la fuente más importante de muchas de nuestras desdichas, frustraciones y miedos.
¿Cómo dudar, por ejemplo, de esa convicción tan arraigada en nosotros y que constantemente dirige nuestra conducta con esta consigna: “Si no tienes éxito, no vales»?
Creemos que para lograr la estima y aprobación de los demás e, incluso, la nuestra propia, hemos de lograr el éxito en todo lo que emprendemos.
Programados de manera tan equivocada, ya no podemos sentirnos bien si no lo logramos. Nos torturamos a nosotros mismos siempre que fracasamos en algo. Cualquier contratiempo nos llena de irritación y nos deprime.
Creemos que, para valer, hemos de poseer cosas, dominar personas, acumular éxitos. Y si son otros los que lo logran, una envidia secreta y casi inconsciente llena de tristeza nuestra vida entera.
No nos damos cuenta de que, buscando nuestra dignidad fuera de nosotros mismos y desconectados de la fuente auténtica del ser, nuestro vivir diario queda cada vez más amenazado.
Vivimos ciegos, sin valorar el inmenso regalo de la vida que palpita en nosotros. Sin sospechar lo que valemos ni disfrutar de lo que somos, sin necesidad de que le añadamos éxito o logro a nuestro ser.
Lo que en nosotros vale es esa vida que brota de Dios y hacia Dios se dirige. Lo que somos ante ese Padre que cuida y alienta con su amor todo nuestro ser.
Esa es la convicción de Jesús: «No tengáis miedo... Tenéis un Padre... Vosotros valéis mucho más que los gorriones que El cuida”.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
Fecha

NUESTROS MIEDOS

No tengáis miedo.

Cuando nuestro corazón no está habitado por un amor fuerte o una fe firme, fácilmente queda nuestra vida a merced de diferentes miedos.
Muchas veces, el miedo a perder prestigio, seguridad, comodidad o bienestar, nos detiene al tomar nuestras decisiones. No nos atrevemos a arriesgar nuestra posición social, nuestro dinero o nuestra pequeña felicidad.
Otras veces, nos paraliza el miedo a no ser acogidos. Nos aterroriza la posibilidad de quedarnos solos, sin la amistad o el amor de las personas. Tener que enfrentarnos a la vida diaria sin la compañía cercana de nadie.
Con frecuencia, vivimos preocupados sólo de quedar bien. Nos da miedo hacer el ridículo, confesar nuestras verdaderas convicciones, dar testimonio de nuestra fe. Tememos las críticas, los comentarios y el rechazo de los demás. No queremos ser clasificados.
A veces nos invade el temor al futuro. No vemos claro nuestro porvenir. No tenemos seguridad en nada. No confiamos quizás en nadie. Nos da miedo enfrentarnos al mañana.
Siempre ha sido una tentación para los creyentes buscar en la religión un refugio seguro que los libere de sus miedos, incertidumbres y temores. Pero sería una equivocación ver en la fe el agarradero fácil de los pusilánimes, los cobardes y asustadizos.
La fe confiada en Dios, cuando es bien entendida, no conduce al creyente a eludir su propia responsabilidad ante los problemas. No le lleva a huir de los conflictos para encerrarse cómodamente en el aislamiento.
Al contrario, es la fe en Dios la que llena su corazón de fuerza para vivir con más generosidad y de manera más arriesgada. Es la confianza viva en el Padre la que le ayuda a superar cobardías y miedos para defender con más audacia y libertad a los que son injustamente maltratados en esta sociedad.
La fe no crea hombres cobardes sino personas más resueltas y audaces. No encierra a los creyentes en sí mismos sino que los abre más a la vida problemática y conflictiva de cada día. No los envuelve en la pereza y la comodidad sino que los anima para el compromiso.
Cuando un creyente escucha de verdad en su corazón las palabras de Jesús: «No tengas miedo», no se siente invitado a eludir sus compromisos sino penetrado por la fuerza de Dios para enfrentarse a ellos.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1980-1981 – APRENDER A VIVIR
21 de junio de 1981

NO AL MIEDO

No tengáis miedo.

No es pecar de dramatismo el constatar que crece entre nosotros el miedo social, la sospecha de todo, la inseguridad y la necesidad de defenderse y buscar cada uno su salida en la vida.
La vida está cada vez más difícil o, al menos, así lo percibe mucha gente que se siente amenazada de muchas maneras y no ve claro el futuro.
En nuestra sociedad hay miedo. Y no se trata sólo de grupos terroristas que desde intereses y posturas ideológicas muy distintas se esfuerzan por crear un clima de miedo e inestabilidad que favorece a sus proyectos políticos.
El miedo social es algo más profundo. Es la impresión casi imperceptible, pero real, de que las instituciones sociales políticas y económicas existentes no son capaces de resolver los problemas actuales.
Este miedo no se manifiesta siempre de la misma manera ni tiene los mismos efectos en todos.
Hay quienes sienten necesidad de consumir más para sentirse más protegidos, y de lanzarse a una vida de divertimiento que les permita olvidar los problemas de cada día.
Hay quienes caen en la pasividad, la resignación y el desencanto, pues se sienten dominados por una sensación de impotencia, al tener muy pocas posibilidades de protagonismo en una sociedad tan compleja y tan sometida al interés de los privilegiados.
No faltan quienes, acobardados ante el riesgo que supone una mayor libertad social, desean volver a situaciones más dictatoriales y anhelan un Estado fuerte, defensor de un orden rígido y seguro.
Es posible también que un número no pequeño de personas busquen en la religión la seguridad que no encuentran en otra parte. Ahora bien, cuando lo que nos empuja a lo religioso es el deseo de seguridad y no la búsqueda de sentido, la fe corre el riesgo de ser mal entendida e incluso manipulada.
El miedo hace imposible la construcción de una sociedad más humana. Pero la superación del miedo no es sólo ni principalmente cuestión de buena voluntad.
El hombre necesita descubrir una esperanza definitiva y una fuerza que dé sentido a su luchar diario. Necesita encontrar un principio perenne de nuevas posibilidades, una razón para vivir, una confianza para morir.
El que ha comprendido a Jesucristo, entiende sus palabras: «No tengáis miedo». Pues la fe es quizás antes que nada, fuerza contra todo miedo y osadía para seguir creyendo en el futuro del hombre desde un compromiso humilde y desde una confianza ilimitada en el Padre de todos.

José Antonio Pagola



Blog:               http://sopelakoeliza.blogspot.com

Para ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
                        http://iglesiadesopelana3v.blogspot.com


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