lunes, 26 de junio de 2017

02-07-2017 - 13º domingo Tiempo ordinario (A)


El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó  en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos  la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Para leer, compartir, bajarse o imprimir las homilias de José Antonio Pagola del domingo haz "clic" sobre el título del domingo, o haz "clic" sobre Ciclo A, Ciclo B o Ciclo C, en el menú superior para leer las homilias de cada ciclo.

¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola. 

José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.

No dejes de visitar la nueva página de VÍDEOS DE LAS CONFERENCIAS DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA .

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
13º domingo Tiempo ordinario (A)


EVANGELIO

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,37-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro».

Palabra de Dios.

HOMILIA

2016-2017 -
2 de julio de 2017

LA FAMILIA NO ES INTOCABLE

Con frecuencia, los creyentes hemos defendido la «familia» en abstracto, sin detenernos a reflexionar sobre el contenido concreto de un proyecto familiar entendido y vivido desde el Evangelio. Y, sin embargo, no basta con defender el valor de la familia sin más, porque la familia puede plasmarse de maneras muy diversas en la realidad.
Hay familias abiertas al servicio de la sociedad y familias replegadas sobre sus propios intereses. Familias que educan en el egoísmo y familias que enseñan solidaridad. Familias liberadoras y familias opresoras.
Jesús ha defendido con firmeza la institución familiar y la estabilidad del matrimonio. Y ha criticado duramente a los hijos que se desentienden de sus padres. Pero la familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. No es un ídolo. Hay algo que está por encima y es anterior: el reino de Dios y su justicia.
Lo decisivo no es la familia de carne, sino esa gran familia que hemos de construir entre todos sus hijos e hijas colaborando con Jesús en abrir caminos al reinado del Padre. Por eso, si la familia se convierte en obstáculo para seguir a Jesús en este proyecto, Jesús exigirá la ruptura y el abandono de esa relación familiar: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí. El que ama a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí».
Cuando la familia impide la solidaridad y fraternidad con los demás y no deja a sus miembros trabajar por la justicia querida por Dios entre los hombres, Jesús exige una libertad crítica, aunque ello traiga consigo conflictos y tensiones familiares.
¿Son nuestros hogares una escuela de valores evangélicos como la fraternidad, la búsqueda responsable de una sociedad más justa, la austeridad, el servicio, la oración, el perdón? ¿O son precisamente lugar de «desevangelización» y correa de transmisión de los egoísmos, injusticias, convencionalismos, alienaciones y superficialidad de nuestra sociedad?
¿Qué decir de la familia donde se orienta al hijo hacia un clasismo egoísta, una vida instalada y segura, un ideal del máximo lucro, olvidando todo lo demás? ¿Se está educando al hijo cuando lo estimulamos solo para la competencia y rivalidad, y no para el servicio y la solidaridad?
¿Es esta la familia que tenemos que defender los católicos? ¿Es esta la familia donde las nuevas generaciones pueden escuchar el Evangelio? ¿O es esta la familia que también hoy hemos de «abandonar», de alguna manera, para ser fieles al proyecto de vida querido por Jesús?

José Antonio Pagola

HOMILIA

2013-2014 -

Título

---

José Antonio Pagola

HOMILIA

2010-2011 -

SIN AGUIJÓN

Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

Uno de los mayores riesgos del cristianismo actual es ir pasando poco a poco de la «religión de la Cruz» a una «religión del bienestar». Hace unos años tomé nota de unas palabras de Reinhoid Niebuhr, que me hicieron pensar mucho. Hablaba el teólogo norteamericano del peligro de una «religión sin agujón» que terminará predicando a «un Dios sin cólera que conduce a unos hombres sin pecado hacia un reino sin juicio por medio de un Cristo sin cruz». El peligro es real y lo hemos de evitar.
Insistir en el amor incondicional de un Dios Amigo no ha de significar nunca fabricarnos un Dios a nuestra conveniencia, el Dios permisivo que legitime una «religión burguesa» (J. B. Metz). Ser cristiano no es buscar el Dios que me conviene y me dice «sí» a todo, sino el Dios que, precisamente por ser Amigo, despierta mi responsabilidad y, más de una vez, me hace sufrir, gritar y callar.
Descubrir el evangelio como fuente de vida y estímulo de crecimiento sano no significa entender la fe cristiana como una «inmunización» frente al sufrimiento. El evangelio no es un complemento tranquilizante para una vida organizada al servicio de nuestros fantasmas de placer y bienestar. Cristo hace gozar y hace sufrir, consuela e inquieta, apoya y contradice. Sólo así es camino, verdad y vida.
Creer en un Dios Salvador que, ya desde ahora y sin esperar al más allá, busca liberamos de lo que nos hace daño, no ha de llevarnos a entender la fe cristiana como una religión de uso privado al servicio de los propios problemas y sufrimientos. El Dios de Jesucristo nos pone siempre mirando al que sufre. El evangelio no centra a la persona en su propio sufrimiento sino en el de los otros. Sólo así se vive la fe como experiencia de salvación.
En la fe como en el amor todo suele andar muy mezclado: la entrega confiada y el deseo de posesión, la generosidad y el egoísmo. Por eso, no hemos de borrar del evangelio esas palabras de Jesús que, por duras que parezcan, nos ponen ante la verdad de nuestra fe: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí la encontrará».

José Antonio Pagola

HOMILIA

2007-2008 - Recreados por Jesús

Título

---

José Antonio Pagola

HOMILIA

2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
26 de junio de 2005

DISPUESTOS A SUFRIR

El que no toma su cruz.

Jesús no quería ver sufrir a nadie. El sufrimiento es malo. Jesús nunca lo buscó ni para sí mismo ni para los demás. Al contrario, toda su vida consistió en luchar contra el sufrimiento y el mal que tanto daño hacen a las personas.
Las fuentes lo presentan siempre combatiendo el sufrimiento que se esconde en la enfermedad, las injusticias, la soledad, la desesperanza o la culpabilidad. Así fue Jesús: un hombre dedicado a eliminar el sufrimiento, suprimir injusticias y contagiar fuerza para vivir.
Pero buscar el bien y la felicidad para todos trae muchos problemas. Jesús lo sabía por experiencia. No se puede estar con los que sufren y buscar el bien de los últimos, sin provocar el rechazo y la hostilidad de aquellos a los que no interesa cambio alguno. Es imposible estar con los crucificados y no verse un día «crucificado».
Jesús no lo ocultó nunca a sus seguidores. Empleó en varias ocasiones una metáfora inquietante que Mateo ha resumido así: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí». No podía haber elegido un lenguaje más gráfico. Todos conocían la imagen terrible del condenado que, desnudo e indefenso, era obligado a llevar sobre sus espaldas el madero horizontal de la cruz hasta el lugar de la ejecución donde esperaba el madero vertical fijado en tierra.
«Llevar la cruz» era parte del ritual de la crucifixión. Su objetivo era que el condenado apareciera ante la sociedad como culpable, un hombre indigno de seguir viviendo entre los suyos. Todos descansarían viéndolo muerto.
Los discípulos trataban de entenderle. Jesús les venía a decir más o menos lo siguiente: «Si me seguís, tenéis que estar dispuestos a ser rechazados. Os pasará lo mismo que a mi. A los ojos de muchos, pareceréis culpables. Os condenarán. Buscarán que no molestéis. Tendréis que llevar vuestra cruz. Entonces os pareceréis más a mí. Seréis dignos seguidores míos. Compartiréis la suerte de los crucificados. Con ellos entraréis un día en el reino de Dios». Llevar la cruz no es buscar «cruces», sino aceptar la «crucifixión» que nos llegará si seguimos los pasos de Jesús. Así de claro.

José Antonio Pagola

HOMILIA

2001-2002 – CON FUEGO
30 de junio de 2002

SIN AGUIJÓN

(Ver homilía del ciclo A - 2010-2011)

José Antonio Pagola

HOMILIA

1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
27 de junio de 1999

SABER DAR

El que dé a beber.

A veces, no es tan fácil responder a las preguntas más sencillas. Hemos oído decir, con frecuencia, que amar es dar. Pero, ¿qué es dar? Muchos suponen que dar es sólo privarse de algo, renunciar a algo, «sacrificarse» desprendiéndose de algo. Estamos tan condicionados por nuestra sociedad industrial y tan inclinados a poseer, acumular y ganar, que «dar» nos parece algo improductivo. Un empobrecimiento doloroso que no estamos dispuestos a aceptar. En nuestra sociedad, el hombre que da sin recibir, es un hombre poco práctico, sin sentido realista, incapaz de realizar una operación productiva.
Sin embargo, dar es algo totalmente distinto. El gesto de dar es la expresión más rica de vitalidad, de fuerza, riqueza y poder creador. Cuando damos algo de verdad, nos experimentamos a nosotros mismos llenos de vida, desbordantes, con capacidad de enriquecer a otros, aunque sea en un grado muy modesto. «Sólo el amor hace que la vida merezca ser vivida. Sólo la ayuda a los demás procura la gran alegría de vivir» (K Tillmann).
Dar significa estar vivo y ser rico. El que tiene mucho y no sabe dar, no es rico. Es un hombre pequeño, impotente, empobrecido, por mucho que posea. En realidad, sólo es rico quien es capaz de regalar algo de sí mismo a los demás y enriquecer a otros.
Necesitamos todos escuchar con más atención y hondura las palabras de Jesús. No quedará sin recompensa ni siquiera el vaso de agua fresca que sepamos dar a un pobre sediento. Hemos de aprender a dar; regalar lo que está vivo en nosotros y puede hacer bien a los demás; dar nuestra alegría, nuestra comprensión, aliento, esperanza, acogida y cercanía.
Muchas veces, no se trata de cosas grandes ni espectaculares. Sencillamente, «un vaso de agua fresca». Una sonrisa acogedora, un escuchar sin prisas, una ayuda a levantar el ánimo decaído, un gesto de solidaridad, una visita, un signo de apoyo y amistad. No lo olvidemos. En el fondo de la vida hay alguien que bendice, acoge y recompensa todo gesto de amor por pequeño que nos pueda parecer. Se llama Dios nuestro Padre.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1995-1996 – SANAR LA VIDA
30 de junio de 1996

DONANTES DE TIEMPO LIBRE

Aunque no sea más que un vaso de agua fresca.

Uno de los hechos más positivos y esperanzadores de nuestra sociedad es, sin duda, el crecimiento del voluntariado social. Son cada vez más las personas que dedican su tiempo libre a actividades y servicios de carácter gratuito. ¿Cómo se despierta esa sorprendente vocación a vivir gratuitamente al servicio de los demás?
Lo primero es abrir los ojos y tomar conciencia de que no todos disfrutan de bienestar. La mirada del futuro voluntario se detiene sobre el sufrimiento, la marginación y los problemas de tantas personas necesitadas de apoyo y compañía. En su corazón se despierta el deseo de «hacer algo» por aliviar su sufrimiento.
Pero no bastan los buenos deseos. El voluntario toma una decisión: comprometerse a servir a los necesitados en un campo concreto. No lo hace por moda, tampoco por sentimentalismos tontos, sino por coherencia con sus convicciones humanas o inspirado por su fe cristiana. Su compromiso no es una especie de entretenimiento o «hobby». Es una forma concreta de vivir, que lo irá marcando cada vez más.
El voluntario no da cosas, se da a sí mismo. Ofrece su persona, sus cualidades, su tiempo libre. En su vida hay un tiempo que es para los demás. Un tiempo entregado a quienes sufren y necesitan algún tipo de ayuda. Esta es su manera concreta de vivir la solidaridad o el amor cristiano.
El voluntario no busca retribución alguna. Actúa movido sólo por un amor desinteresado y gratuito. Por eso, su vida interpela: el dinero no lo es todo. Mientras muchos viven pendientes de su propio bienestar, él se dedica a poner amor, compañía y ayuda en esas vidas donde todo parece sufrimiento, marginación y desgracia.
El voluntario no trabaja solo ni de forma esporádica. Sabe que su servicio será más eficaz si se integra en una asociación o institución concreta. Por su parte, el voluntario cristiano alimenta y sostiene su compromiso en la vida de una comunidad cristiana.
En todo esto no basta la buena voluntad. El voluntario necesita preparación tanto teórica como práctica. Esta preocupación por su capacitación personal es signo y prueba de la seriedad de su compromiso por ofrecer un servicio eficaz.
Para aliviar el dolor humano no es suficiente el servicio técnico ni la prestación profesional. Pensemos en la lista larga de ancianos solos y enfermos, crónicos mal atendidos, disminuidos físicos y psíquicos sin apoyo familiar, depresivos hundidos en la soledad... Su necesidad de compañía, apoyo cercano y seguimiento afectuoso está pidiendo algo más que el servicio técnico del profesional. Según Jesús, nada quedará sin recompensa. Ni siquiera el «vaso de agua fresca» que se dé a «uno de estos pobrecillos».

José Antonio Pagola

HOMILIA

1992-1993 – CON HORIZONTE
27 de junio de 1993

MÁS ALLA DE LA VIDA

El que dé a beber...

Según datos recientes, sigue creciendo el número de donantes de órganos (veinte por cada millón de habitantes), gracias, sobre todo, a una mejor coordinación estatal y a una mayor sensibilización social.
Sin embargo, cada año se siguen perdiendo miles de vidas por falta de donantes. La desinformación, la desconfianza y determinados prejuicios culturales y religiosos impiden que esta forma de solidaridad humana se extienda en nuestra sociedad en la medida deseable.
Un alto número de pacientes que viven dependiendo de una máquina o condenados a una calidad de vida muy pobre podría disfrutar de nuevas posibilidades si pudieran recibir un órgano. Otros muchos recuperarían una esperanza de vida que hoy les está vedada.
Como es sabido, el trasplante de un órgano es la culminación de un proceso minucioso y complejo que requiere coordinación y dispositivos ágiles, seguros y eficaces. Es necesario superar dificultades de tipo técnico, sanitario y burocrático. Pero, junto a todo ello, es necesario promover una conciencia social que haga de la donación de órganos un gesto habitual.
Probablemente, la razón principal de la carencia de órganos es la falta de generosidad en los momentos decisivos. Pero es necesaria también una información que vaya eliminando la desconfianza y el miedo. Bastantes ciudadanos desconocen que, en todos los casos, son requisitos indispensables el análisis clínico exhaustivo del posible donante, la confirmación de la muerte cerebral por «electroencefalograma» plano y el certificado de defunción de tres médicos.
Por otra parte, todos y, en especial, los creyentes, hemos de esforzarnos para que se vayan superando prejuicios morales, religiosos o culturales que llevan a una falsa sacralización del cuerpo, una vez muerto, e impiden ese gesto de donación que va más allá de la vida.
Tal vez, hemos de comenzar cada uno por tomar nuestra propia decisión. Cualquier persona puede ser donante una vez comprobada su muerte cerebral. No hay límite de edad. Cada órgano tiene sus propias condiciones que los médicos sabrán valorar. Los creyentes hemos de recordar las palabras de Jesús: «El que dé a beber aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos... no perderá su paga.»
Lo primero que podemos hacer es sensibilizar a nuestros familiares y dar nuestro nombre como donantes de cualquier parte de nuestro cuerpo que pueda ser útil a alguien. En ALCER o en cualquier centro sanitario ofrecen la información necesaria. ¿No es un gesto noble y hermoso poder regalar vida a otro cuando termina la nuestra?

José Antonio Pagola

HOMILIA

1989-1990 – NUNCA ES TARDE
1 de julio de 1990

ARTISTAS ANÓNIMOS

El que dé a beber...

Sus rostros no aparecen en la televisión. Nadie airea su nombre en la radio o la prensa. Pero son hombres y mujeres grandes, porque su vida es una bendición en medio de esta sociedad.
Ellos forman ese ejército pacífico de voluntarios que trabajan de manera gratuita y callada, sólo porque les nace del corazón estar junto a los que sufren.
Jóvenes que pasan el fin de semana con el minusválido necesitado de amistad y compañía. Mujeres que se hacen cargo de esos ancianos que no tienen a nadie que se ocupe de ellos. Matrimonios que acogen en su casa a un toxicómano para acompañarlo en su rehabilitación.
Yo me los he encontrado sirviendo a los vagabundos en el comedor social «Aterpe» o en los albergues para transeúntes. Los he visto escuchando con solicitud a través del «Teléfono de la Esperanza» a personas hundidas en la depresión o la angustia. Conozco su constancia para acercarse a la cárcel, domingo tras domingo, a compartir unas horas con los presos.
Los voluntarios no son personas de cualidades excepcionales. Son sencillamente humanos. Tienen ojos para descubrir las necesidades de la gente, oídos para escuchar su sufrimiento, pies para acercarse a quien está solo, manos para tendérselas a quien necesita ayuda y, sobre todo, un corazón grande donde cabe todo ser desvalido.
Eso es precisamente lo más importante: los voluntarios ponen verdadero amor en la sociedad actual. Nos ayudan a descubrir que no se debe confundir el amor con el sentimentalismo o la limosna. Que la solidaridad se construye con gestos, y no con palabras.
Los voluntarios nos enseñan que amar al ser humano significa querer a las personas concretas, y no simplemente a los sistemas, los partidos o las estructuras.
Los voluntarios no cobran dinero, pero ganan muchísimo. Ganan la sonrisa del enfermo, el cariño del preso, las lágrimas agradecidas del anciano. Ganan, sobre todo, el placer de aliviar el sufrimiento del hermano.
Gloria Fuertes, con su ternura de mujer poeta, dice que el premio del voluntario es que se convierte en un artista: «El voluntario no ha pintado un cuadro, no ha hecho una escultura, no ha inventado una música, no ha escrito un poema, pero ha hecho una obra de arte con sus horas libres».
Jesús piensa en un premio todavía más grande para ellos: «El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos... no perderá su paga, os lo aseguro».

José Antonio Pagola

HOMILIA

1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
28 de junio de 1987

CUMPLIR LOS CINCUENTA

El que pierda su vida por mí.

Cumplir los cincuenta años puede ser una buena ocasión para detenerse a meditar.
Tal vez, lo primero sea aceptar que vamos entrando en el declive de la vida. Las fuerzas ya no nos responden como en otros tiempos. Nuestra capacidad de trabajo, nuestra vitalidad y salud comienzan a resentirse. Uno sabe que algo irrecuperable se va perdiendo.
Por otra parte, los años nos han ido descubriendo nuestras posibilidades y limitaciones y nos ayudan a ver ahora la existencia con más realismo y verdad.
Puede ser el momento de aceptar humildemente nuestra caducidad y decir a Dios con el salmista: “Me concediste un palmo de vida.., el hombre no dura más que un soplo y pasa como una sombra” (Salmo 38).
Sí. Nuestra vida va pasando rápidamente. Hemos rebasado ampliamente la mitad de nuestro caminar. ¿Qué nos espera en adelante? ¿El desmoronamiento y deterioro? ¿La madurez y plenitud final?
Para el creyente éste puede ser el momento de la sabiduría y la confianza total: «Señor, dame a conocer la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy... Y ahora, Señor, ¿qué me aguarda? Tú eres mi confianza” (Salmo 38).
Tal vez, sólo ahora comenzamos a percibir que nuestra trayectoria por la vida encierra un sentido más profundo que todo lo que hemos hecho o dejado de hacer a lo largo de los años.
Lo importante ha sido, es y será el amor de ese Dios que dirige nuestra vida y la cuida desde dentro. Sólo en torno a su gracia se va tejiendo nuestra verdadera existencia.
Más allá del desgaste, está la confianza y el abandono incondicional en sus manos. Más allá de todo lo que vamos perdiendo en el camino, está la fe en la promesa de Jesús: “El que pierda su vida por mí la encontrará”.
Es la hora de seguir caminando con paz. Sin ingenuidades engañosas ni fáciles arrebatos. Sin prisas ni protagonismos. Con una comprensión creciente hacia todo y con mucha compasión. Paso a paso, dejando que Dios nos vaya madurando desde el interior de la vida ordinaria de cada día.
Cumplir así los cincuenta años no es sentir que la vida se escapa. Es ahora cuando la vida puede ir creciendo más libremente hacia su plenitud. Cada experiencia dulce o amarga, cada logro grande o pequeño, cada pecado notable o mediocre, va ocupando su verdadero lugar. En el horizonte y al final de todo: la ternura y el amor insondable de Dios.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
1 de julio de 1984

DAR UN VASO DE AGUA

El que dé a beber...

A veces, no es tan fácil responder a las preguntas más sencillas. nos oído decir, con frecuencia, que amar es dar. Pero, ¿qué es dar?
Muchos suponen que dar es sólo privarse de algo, renunciar a algo, «sacrificarse» desprendiéndose de algo.
Estamos tan condicionados por nuestra sociedad industrial y tan inclinados a poseer, acumular y ganar, que «dar» nos parece algo improductivo. Un empobrecimiento doloroso que no estamos dispuestos a hacer en cualquier momento.
En nuestra sociedad, el hombre que da sin recibir, es un hombre poco práctico, sin futuro, sin sentido realista, incapaz de realizar una operación productiva.
Sin embargo, dar es algo totalmente distinto. El gesto de dar es la presión más rica de vitalidad, de fuerza, riqueza y poder creador.
Cuando damos algo de verdad, nos experimentamos a nosotros mismos llenos de vida, desbordantes, con capacidad de enriquecer a os, aunque sea en un grado muy modesto. «Sólo el amor hace que vida merezca ser vivida. Sólo la ayuda a los demás procura la gran alegría de vivir» (K. Tillmann).
Dar significa estar vivo y ser rico. El que tiene mucho y no sabe dar, no es rico. Es un hombre pequeño, impotente, empobrecido, por mucho que posea. En realidad, sólo es rico quien es capaz de regalar algo de sí mismo a los demás y enriquecer a otros.
Necesitamos todos escuchar con más atención y hondura las palabras de Jesús. No quedará sin recompensa ni siquiera el vaso de agua fresca que sepamos dar a un pobre sediento.
Hemos de aprender a dar. Regalar lo que está vivo en nosotros y puede hacer bien a los demás. Dar nuestra alegría, nuestra comprensión, aliento, esperanza, acogida y cercanía.
Muchas veces, no se trata de cosas grandes ni espectaculares. Sencillamente, «un vaso de agua fresca». Una sonrisa acogedora, un escuchar sin prisas, una ayuda a levantar el ánimo decaído, un gesto de solidaridad, una visita, un signo de apoyo y amistad.
No lo olvidemos. En el fondo de la vida hay una gran fuerza que bendice, acoge y recompensa todo gesto de amor por pequeño que nos pueda parecer. Se llama Dios Nuestro Padre.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1980-1981 – APRENDER A VIVIR
28 de junio de 1981

LA FAMILIA NO ES INTOCABLE

El que quiera a su padre o a su madre...

Con frecuencia, los creyentes hemos defendido la «familia» en abstracto, sin detenernos a reflexionar sobre el contenido concreto de un proyecto familiar entendido y vivido desde el evangelio.
Y sin embargo, no basta con defender el valor de la familia sin mis, porque la familia puede plasmarse de maneras muy diversas en la realidad.
Hay familias abiertas al servicio de la sociedad, y familias replegadas egoístamente sobre sí mismas. Familias que educan en el egoísmo, y familias que enseñan solidaridad. Familias liberadoras, y familias opresoras.
Jesús ha defendido con firmeza la institución familiar y la estabilidad del matrimonio. Y ha criticado duramente a los hijos que se desentienden de sus padres.
Pero, la familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. No es un ídolo. Hay algo que está por encima y es anterior: el reino de Dios y su justicia.
Lo decisivo no es la familia de carne, sino esa gran familia que debemos construir entre todos los hombres bajo el reinado del mismo Padre.
Por eso, si la familia se convierte en obstáculo para seguir su proyecto evangélico, Jesús exigirá la ruptura y el abandono de esa relación familiar: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí».
Cuando la familia impide la solidaridad y fraternidad con los demás hombres y nos cierra a la justicia querida por Dios entre los hombres, Jesús exige una libertad crítica, aunque ello traiga consigo conflictos y tensiones familiares.
¿Son nuestros hogares un lugar de creación de valores evangélicos como la fraternidad, la búsqueda responsable de una sociedad más justa, la austeridad, el servicio, la oración, el perdón?
O, ¿son precisamente, lugar de «des evangelización» y correa de transmisión de los egoísmos, injusticias, convencionalismos, alienadores y superficialidad de nuestra sociedad?
¿Qué decir de la familia donde se orienta al hijo hacia un clasismo egoísta, una vida instalada y segura, un ideal del máximo lucro, olvidando a todos los demás? ¿Se está educando al hijo cuando lo estimulamos sólo para la competencia y rivalidad, y no para el servicio y la solidaridad?
¿Es ésta la familia que debemos defender los católicos? ¿Es ésta la familia donde las nuevas generaciones pueden escuchar el evangelio? O ¿es ésta la familia que también hoy hay que «abandonar», de alguna manera, para ser fieles al proyecto de vida querido por Jesús?

José Antonio Pagola



Blog:               http://sopelakoeliza.blogspot.com

Para ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
                        http://iglesiadesopelana3v.blogspot.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario

La publicación de los comentarios requerirán la aceptación del administrador del blog.