lunes, 5 de diciembre de 2016

11-12-2016 - 3º domingo de Adviento (A)


El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó  en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos  la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.

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Para leer, compartir, bajarse o imprimir las homilias de José Antonio Pagola del domingo haz "clic" sobre el título del domingo, o haz "clic" sobre Ciclo A, Ciclo B o Ciclo C, en el menú superior para leer las homilias de cada ciclo.

¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola. 

José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.

No dejes de visitar la nueva página de VÍDEOS DE LAS CONFERENCIAS DE JOSÉ ANTONIO PAGOLA .

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3º domingo de Adviento (A)


EVANGELIO

¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos:
- ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió:
- Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? O qué fuisteis a ver, ¿un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti».
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.

Palabra de Dios.

HOMILIA

2016-2017 -
11 de diciembre de 2016

CURAR HERIDAS

La actuación de Jesús dejó desconcertado al Bautista. Él esperaba un Mesías que extirparía del mundo el pecado imponiendo el juicio riguroso de Dios, no un Mesías dedicado a curar heridas y aliviar sufrimientos. Desde la prisión de Maqueronte envía un mensaje a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”.
Jesús le responde con su vida de profeta curador: “Decidle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia”. Este es el verdadero Mesías: el que viene a aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.
Jesús se siente enviado por un Padre misericordioso que quiere para todos un mundo más digno y dichoso. Por eso, se entrega a curar heridas, sanar dolencias y liberar la vida. Y por eso pide a todos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Jesús no se siente enviado por un Juez riguroso para juzgar a los pecadores y condenar al mundo. Por eso, no atemoriza a nadie con gestos justicieros, sino que ofrece a pecadores y prostitutas su amistad y su perdón. Y por eso pide a todos: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Jesús no cura nunca de manera arbitraria o por puro sensacionalismo. Cura movido por la compasión, buscando restaurar la vida de esas gentes enfermas, abatidas y rotas. Son las primeras que han de experimentar que Dios es amigo de una vida digna y sana.
Jesús no insistió nunca en el carácter prodigioso de sus curaciones ni pensó en ellas como receta fácil para suprimir el sufrimiento en el mundo. Presentó su actividad curadora como signo para mostrar a sus seguidores en qué dirección hemos de actuar para abrir caminos a ese proyecto humanizador del Padre que él llamaba “reino de Dios”.
El Papa Francisco afirma que “curar heridas” es una tarea urgente: “Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía y proximidad a los corazones... Esto es lo primero: curar heridas, curar heridas”. Habla luego de “hacernos cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela”. Habla también de “caminar con las personas en la noche, saber dialogar e incluso descender a su noche y oscuridad sin perderse”.
Al confiar su misión a los discípulos, Jesús no los imagina como doctores, jerarcas, liturgistas o teólogos, sino como curadores. Su tarea será doble: anunciar que el reino Dios está cerca y curar enfermos.

José Antonio Pagola

HOMILIA

2013-2014 -
15 de diciembre de 2013

CURAR HERIDAS

(Ver homilía del ciclo A - 2016-2017)

José Antonio Pagola

HOMILIA

2010-2011 - JESÚS ES PARA TODOS
12 de diciembre de 2010

MÁS CERCA DE LOS QUE SUFREN

¿Eres tú el que ha de venir?

Encerrado en la fortaleza de Maqueronte, el Bautista vive anhelando la llegada del juicio terrible de Dios que extirpará de raíz el pecado del pueblo. Por eso, las noticias que le llegan hasta su prisión acerca de Jesús lo dejan desconcertado: ¿cuándo va a pasar a la acción?, ¿cuándo va a mostrar su fuerza justiciera?
Antes de ser ejecutado, Juan logra enviar hasta Jesús algunos discípulos para que le responda a la pregunta que lo atormenta por dentro: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro» ¿Es Jesús el verdadero Mesías o hay que esperar a alguien más poderoso y violento?
Jesús no responde directamente. No se atribuye ningún título mesiánico. El camino para reconocer su verdadera identidad es más vivo y concreto. Decidle a Juan «lo que estáis viendo y oyendo». Para conocer cómo quiere Dios que sea su Enviado, hemos de observar bien cómo actúa Jesús y estar muy atentos a su mensaje. Ninguna confesión abstracta puede sustituir a este conocimiento concreto.
Toda la actuación de Jesús está orientada a curar y liberar, no a juzgar ni condenar. Primero, le han de comunicar a Juan lo que ven: Jesús vive volcado hacia los que sufren, dedicado a liberarlos de lo que les impide vivir de manera sana, digna y dichosa. Este Mesías anuncia la salvación curando.
Luego, le han de decir lo que oyen a Jesús: un mensaje de esperanza dirigido precisamente a aquellos campesinos empobrecidos, víctimas de toda clase de abusos e injusticias. Este Mesías anuncia la Buena Noticia de Dios a los pobres.
Si alguien nos pregunta si somos seguidores del Mesías Jesús o han de esperar a otros, ¿qué obras les podemos mostrar? ¿qué mensaje nos pueden escuchar? No tenemos que pensar mucho para saber cuáles son los dos rasgos que no han de faltar en una comunidad de Jesús.
Primero, ir caminando hacia una comunidad curadora: un poco más cercana a los que sufren, más atenta a los enfermos más solos y desasistidos, más acogedora de los que necesitan ser escuchados y consolados, más presente en las desgracias de la gente.
Segundo, no construir la comunidad de espaldas a los pobres: al contrario, conocer más de cerca sus problemas, atender sus necesidades, defender sus derechos, no dejarlos desamparados. Son ellos los primeros que han de escuchar y sentir la Buena Noticia de Dios.
Una comunidad de Jesús no es sólo un lugar de iniciación a la fe ni un espacio de celebración. Ha de ser, de muchas maneras, fuente de vida más sana, lugar de acogida y casa para quien necesita hogar.

José Antonio Pagola

HOMILIA

2007-2008 - RECREADOS POR JESÚS
16 de diciembre de 2007

IDENTIDAD DE CRISTO

¿Eres tú el que ha de venir?

Hasta la prisión de Maqueronte donde está encerrado por Antipas, le llegan al Bautista noticias de Jesús. Lo que oye lo deja desconcertado. No responde a sus expectativas. El espera un Mesías que se imponga con la fuerza terrible del juicio de Dios, salvando a quienes han acogido su bautismo y condenando a quienes lo han rechazado. ¿Quién es Jesús?
Para salir de dudas, el Bautista encarga a dos discípulos que pregunten a Jesús sobre su verdadera identidad: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». La pregunta era decisiva en los primeros momentos del cristianismo.
La respuesta de Jesús no es teórica, sino muy concreta y precisa: comunicarle a Juan «lo que estáis viendo y oyendo». Le preguntan por su identidad, y Jesús les responde con su actuación curadora al servicio de los enfermos, los pobres y desgraciados que encuentra por las aldeas de Galilea, sin recursos ni esperanza para una vida mejor: «los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia».
Para conocer a Jesús, lo mejor es ver a quiénes se acerca y a qué se dedica. Para captar bien su identidad, no basta confesar teóricamente que es el Mesías, Hijo de Dios. Es necesario sintonizar con su modo de ser Mesías, que no es otro sino aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.
Jesús sabe que su respuesta puede decepcionar a quienes sueñan con un Mesías poderoso, juez y condenador de los humanos. Por eso añade: «Dichoso el que no se sienta defraudado por mí». Que nadie espere otro Mesías que realice otro tipo de «obras»; que nadie invente otro Cristo más a su gusto, pues el Hijo ha sido enviado para hacer la vida más digna y dichosa para todos hasta alcanzar su plenitud en la fiesta final del Padre.
¿A qué Mesías seguimos hoy los cristianos? ¿Nos dedicamos a hacer «las obras» que hacía Jesús? Y si no las hacemos, ¿qué estamos haciendo en medio del mundo? ¿Qué está «viendo y oyendo» la gente en la Iglesia de Jesús? ¿Qué ve en nuestras vidas? ¿Qué oye en nuestras palabras?

José Antonio Pagola

HOMILIA

2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
12 de diciembre de 2004

HECHOS, NO PALABRAS

Lo que estáis viendo y oyendo.

Los expertos nos hablan de un curioso fenómeno lingüístico propio de nuestros días. En pocos años se ha extendido en las sociedades desarrolladas un lenguaje de carácter técnico, aséptico y eufemista para hablar de quienes sufren problemas o enfermedades. Se ha publicado incluso en América un diccionario políticamente correcto donde se nos indica cómo designar a ciertas personas y colectivos.
Así, en la sociedad moderna ya no hay pobres, sino gente «económicamente débil», no hay viejos, sino personas que han llegado a la «tercera edad»; los ciegos son ahora «invidentes» y los moribundos sólo «enfermos en fase terminal»; los que viven sin techo se han convertido en «transeúntes»; los negros son ahora afortunadamente «personas de color» y las criadas han alcanzado la dignidad de «colaboradoras domésticas».
Este lenguaje refleja, sin duda, una actitud más respetuosa y cuidada hacia esas personas, pero puede favorecer, al mismo tiempo, una postura más aséptica, distante y tranquilizadora pues, de alguna manera, disimula el sufrimiento y la tragedia. No hemos de preocuparnos mucho: se trata de problemas de los que se ha de ocupar la Administración, la Seguridad Social o las instituciones.
Por eso, no es superfluo recordar la advertencia cristiana: el amor al que sufre no consiste en usar palabras correctas y amables, sino en ayudarle con obras. Lo dice ya un escrito cristiano del primer siglo: «Hijos míos, no améis de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad».
La escena evangélica es aleccionadora. El profeta Juan envía a sus discípulos para hacerle a Jesús una pregunta decisiva: « ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús no responde con un discurso teórico. Lo importante para captar su identidad no son las palabras, sino los hechos. «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia».
Lo que identifica al verdadero Mesías y a quienes le siguen es su servicio a los que sufren; no las bellas palabras, sino las obras. He leído que el filósofo danés S. Kierkeegard comienza uno de sus tratados con estas palabras: «Estas son reflexiones cristianas. Por eso, no se habla aquí de amor sino de las obras del amor». Sencillamente genial. El amor cristiano al que sufre no es un amor exhibido, explicado, cantado, exaltado. El amor verdadero no consiste en palabras, sino en hechos.

José Antonio Pagola

HOMILIA

2001-2002 – CON FUEGO
16 de diciembre de 2001

GRITAR A DIOS

Dichoso el que no se sienta defraudado por mí.

No son agnósticos. Menos aún ateos. En el fondo de su corazón hay fe aunque hoy se encuentre cubierta por capas de indiferencia, olvido y descuido. Nunca han tomado la decisión de alejarse de Dios, pero llevan muchos años sin comunicarse con él.
Algunos desearían reavivar su vida, sentirse de otra manera por dentro, vivir con más luz. Incluso, hay quienes sienten necesidad de despertar de nuevo su fe. No es fácil. No tienen tiempo para dedicarse a estas cosas. Nunca tomarán parte en un grupo de búsqueda. Viven demasiado ocupados.
Hay algo, sin embargo, que todos podemos hacer ahora mismo, sin pensar en compromisos complicados, y es empezar sencillamente a comunicarnos con Dios de manera humilde y sincera. No conozco otro camino más eficaz para reavivar la fe.
No es lo mismo pensar de vez en cuando en la religión, discutir de Dios con los amigos y plantearse si habrá otra vida más allá de la muerte, o pararse unos minutos y decir desde dentro: «Creo en ti, Dios mío, ayúdame a creer».
No es lo mismo vivir agobiado por mil problemas y preocupaciones, sufrir día a día una enfermedad y seguir caminando sólo e incomprendido, o saber decir cada noche antes de acostarse: «Dios mío, yo confío en ti. No me abandones».
No es lo mismo sentirse lleno de vitalidad, disfrutar de buena salud y vivir satisfecho de los propios logros y éxitos, o saber alegrarse desde lo más hondo y decir: «Dios mío, te doy gracias por la vida».
Por otra parte, hay algo que no hemos de olvidar. Es importante cuestionarse la vida, reflexionar y buscar la verdad, pero nada acerca más a Dios que el amor. Decirle a Dios con frecuencia y de corazón «Yo te amo y te busco», nos va dando poco a poco una conciencia nueva de su Persona y de su presencia cariñosa en nuestra vida.
Se acerca la Navidad. Días de fiesta entrañable o jornadas de consumismo alocado. No es lo mismo vivirlas como sea o invocar a Dios desde el fondo de nuestro ser: «Dios mío, necesito que nazcas de nuevo en mi vida».

José Antonio Pagola

HOMILIA

1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
13 de diciembre de 1998

HECHOS, NO PALABRAS

Lo que estáis viendo y oyendo.

(Ver homilía del 12-12-2004)

José Antonio Pagola

HOMILIA

1995-1996 – SANAR LA VIDA
17 de diciembre de 1995

EL HOMBRE DEL MILENIO

No ha nacido de mujer uno más grande.

La prestigiosa revista norteamericana Time ha preguntado a sus lectores quién ha sido, a su juicio, «el hombre más importante del milenio que acaba». Las respuestas han colocado en primer lugar a Francisco de Asís. Entre tantos hombres ilustres, científicos, descubridores, literatos, artistas o militares, se ha escogido al pequeño y humilde Francisco, nacido el siglo XII.
No es fácil saber por qué el Santo de Asís sigue fascinando e inquietando a las gentes. Chesterton decía que «cada generación es salvada por el santo que más la contradice». Si es así, probablemente Francisco de Asís es el santo que mejor puede salvar e iluminar nuestros tiempos, pues es quien más frontalmente contradice el espíritu de la vida moderna, configurado por la rivalidad y el consumo, la despersonalización, la falta de originalidad y de alegría interior.
Tal vez hemos de decir que Francisco recuerda las aspiraciones más hondas del ser humano traicionadas hoy por una vida desquiciada. Quien más quien menos intuye en Francisco el ideal humano que toda persona lleva dentro de sí, esa armonía consigo mismo, con los otros, con la naturaleza y con Dios, que tan lejos queda de la conciencia desgarrada del hombre moderno.
Atrae la libertad de Francisco, vivida como la forma más bella de existir. Esa capacidad de desprenderse de las cosas. «Cada cosa que eliminaba de su vida le abría a un nuevo horizonte» (J.A. Merino). Esa personalidad original e independiente de quien no quiere ser prisionero de nada ni de nadie. No quiere convento porque cuatro muros serán su prisión; no quiere dignidades porque toda dignidad es servidumbre. Su meta consiste en vivir el evangelio como forma de vida sencilla, fraterna y gozosa.
Dios lo es todo para Francisco: presencia amorosa, fuerza, regalo, liberación, misterio, gozo. Su Dios no es una definición escolástica, sino una experiencia luminosa y fascinante. El Dios creador y salvador, que crea la vida, que redime, que ilumina y salva.
Como dice Toynbee, si queremos construir y mantener un mundo habitable, tendremos que dejar de imitar a Pietro Bernardone, padre de Francisco e importante hombre de negocios del siglo XIII, y seguir más de cerca a su hijo san Francisco, «el hombre más grande entre los hombres que han existido en todo Occidente».
En su tiempo, Jesús empleó una expresión semejante para hablar de Juan el Bautista, «el más grande de los nacidos de mujer», no por su riqueza o su poder, sino por su libertad para preparar los caminos de la salvación de Dios.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1992-1993 – CON HORIZONTE
13 de diciembre de 1992

DE TODOS

Dichoso el que no se sienta
defraudado por mí.

En estos tiempos de crisis religiosa y confusión interior, es importante recordar que Jesucristo no es propiedad particular de las Iglesias. Es de todos. A El pueden acercarse quienes lo confiesan Hijo de Dios, y también quienes andan buscando un sentido más humano a sus vidas.
Hace ya algunos años, el conocido pensador Roger Garaudy, marxista convencido en aquel tiempo, gritaba así a los cristianos: «Vosotros habéis recogido y conservado esta esperanza que es Jesucristo. Devolvédnosla, pues ella pertenece a todo el mundo.»
Casi por la misma época (1974), Jean Onimus publicaba su apasionante e insólito libro sobre Jesús con el provocativo título de «Le Perturbateur». Dirigiéndose a Jesucristo, decía así el escritor francés: «Por qué vas a permanecer propiedad privada de los predicadores, de los doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan sencillas, palabras directas, palabras que permanecen para los hombres, palabras de vida eterna?»
Por eso, pocas cosas me producen más alegría que saber que hombres y mujeres, alejados de la práctica religiosa habitual, leen mi libro «Jesús de Nazaret», o llaman a «La voz del Evangelio». Estoy convencido de que Jesús puede ser para muchos el mejor camino para encontrarse con el Dios Amigo. Y para dar un sentido más esperanzado a sus vidas.
Jesús no deja indiferente a nadie que se acerca a El. Uno se encuentra, por fin, con alguien que vive en la verdad, alguien que sabe por qué hay que vivir y por qué merece la pena morir. Intuye que ese estilo de vivir «tan de Jesús» es la manera más acertada y humana de enfrentarse a la vida y a la muerte.
Jesús sana. Su pasión por la vida pone al descubierto nuestra superficialidad y convencionalismos. Su amor a los indefensos desenmascara nuestros egoísmos y mediocridad. Su verdad desvela nuestros autoengaños. Pero, sobre todo, su fe incondicional en el Padre nos invita a salir de la incredulidad y a confiar en Dios.
Quienes hoy abandonan la Iglesia porque se encuentran incómodos dentro de ella, o porque discrepan de alguna de sus actuaciones o directrices concretas, o porque, sencillamente, la liturgia cristiana ha perdido para ellos todo interés vital, no deberían, por ello, abandonar automáticamente a Jesucristo.
Cuando uno ha perdido otros puntos de referencia y siente que «algo» está muriendo en su conciencia, puede ser decisivo no perder contacto con Jesucristo. El texto evangélico nos recuerda las palabras de Jesús: «¡Dichoso el que no se siente defraudado por mí!» Dichoso el que entienda todo lo que Cristo puede significar en su vida.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1989-1990 – NUNCA ES TARDE
17 de diciembre de 1989

AMOR A LA VIDA

Dichoso el que no se sienta
defraudado por mí.

Frente a las diferentes tendencias destructivas que se pueden detectar en la sociedad contemporánea (necrofilia), E. Fromm ha hecho una llamada vigorosa a desarrollar todo lo que sea amor a la vida (biofilia), si no queremos caer en lo que el célebre científico llama «síndrome de decadencia».
Sin duda, hemos de estar muy atentos a las diversas formas de agresividad, violencia y destrucción que se generan en la sociedad moderna. Más de un sociólogo habla de auténtica «cultura de la violencia». Pero hay otras formas más sutiles y, por ello mismo, más eficaces de destruir el crecimiento y la vida de las personas.
La mecanización del trabajo, la masificación del estilo de vida, la burocratización de la sociedad, la cosificación de las relaciones, son otros tantos factores que están llevando a muchas personas a sentirse, no seres vivos, sino piezas de un engranaje social.
Millones de individuos viven hoy en occidente unas vidas cómodas pero monótonas, donde la falta de sentido y de proyecto puede ahogar todo crecimiento verdaderamente humano.
Entonces, algunas personas terminan por perder el contacto con todo lo que es vivo. Su vida se llena de cosas. Sólo parecen vibrar adquiriendo nuevos artículos. Funcionan según el programa que les dicta la sociedad.
Otras buscan toda clase de estímulos. Necesitan trabajar, producir, agitarse o divertirse. Han de experimentar siempre nuevas emociones.
Algo excitante que les permita sentirse todavía vivos. Si algo caracteriza la personalidad de Jesús de Nazaret es su amor apasionado a la vida, su biofilia. Los relatos más antiguos lo presentan luchando contra todo lo que bloquea la vida, la mutila o empequeñece.
Siempre atento a lo que puede hacer crecer a las personas. Siempre sembrando vida, salud, sentido.
El mismo nos traza su tarea con expresiones tomadas de Isaías:
«Los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí».
Dichosos en verdad los que descubren que ser creyente no es odiar la vida sino amarla, no es bloquear o mutilar nuestro ser sino abrirlo a sus mejores posibilidades.
Muchas personas abandonan hoy la fe en Jesucristo antes de haber experimentado la verdad de estas palabras suyas: «Yo he venido para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia».

José Antonio Pagola

HOMILIA

1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
14 de diciembre de 1986

ESE DIOS NO EXISTE

Dichoso el que no se sienta defraudado.

Muchos hombres y mujeres viven con la oscura convicción de que Dios es una presencia opresiva y dañosa para el hombre. Pensar en él, les crea malestar. Están convencidos de que Dios no deja ser ni disfrutar. Y, naturalmente, han terminado por prescindir de él.
Son personas que, tal vez, durante años han acudido a misa domingo tras domingo, pero nunca “han celebrado la eucaristía” ni la vida. No han dado gracias a Dios por la existencia ni se han sentido alimentados interiormente.
Son hombres y mujeres que, quizás, se han confesado de sus pecados durante años, pero no han experimentado el gozo, la fuerza renovadora y la liberación que nace en la persona cuando se sabe perdonada en las mismas raíces de su ser. Les parecía un castigo horroroso acercarse a recibir el don que más debería apreciar el hombre.
La moral cristiana siempre les ha parecido una carga insoportable y un fastidio. La mejor manera de hacer la vida de las personas más dura, pesada y molesta de lo que ya es en realidad. Una imposición más o menos represiva. Nunca una liberación y crecimiento personal.
Su relación con Dios ha estado impregnada de un temor oscuro e inevitable. ¿Cómo acercarse gozosamente a Alguien que nos presiona con castigos infinitos e inexplicables?
Estas personas necesitan escuchar hoy una noticia importante. La mejor noticia que puedan escuchar si saben realmente entender lo que significa. Ese Dios al que tanto temen, NO EXISTE.
Sería monstruoso pensar en un Dios que se acerca a los hombres precisamente para agravar nuestra situación e impedir nuestra felicidad.
Dios no es carga, sino mano tendida. No es represión sino expansión de nuestra verdadera libertad. Dios es ayuda, alivio, fuerza interior, luz.
Y todo lo que impida ver la religión como gracia, apoyo al hombre, alegría para vivir, alivio ante la dura tarea de la existencia, constituye sencillamente una deformación, una grave perversión o un inmenso malentendido, aunque lo hagamos con la mejor intención.
Cuando Jesús, encarnación del mismo Dios, se presenta al Bautista, viene a anunciarse como alguien que ayuda a ver, que ofrece apoyo para caminar, que limpia nuestra existencia, nos hace oír un mensaje nuevo, pone una buena noticia en nuestras vidas. “Dichoso el que no se siente defraudado por mí”.
Dentro y fuera de la Iglesia, para practicantes y alejados, para creyentes’ y para quienes dudan, Dios siempre es el mismo: perdón sin límite, comprensión en la debilidad, consuelo en la mediocridad, esperanza en la oscuridad, amistad en la soledad.

José Antonio Pagola

HOMILIA

1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
11 de diciembre de 1983

BUSCAR LA PAZ SIN DESALIENTO

Los ciegos ven...

El peligro de desaliento es grande entre nosotros. La violencia no sólo no se detiene sino que está adquiriendo una crueldad nueva e inexorable. Por otra parte y para eliminarla, se acude a toda clase de medidas antiterroristas, sin que apenas podamos observar esfuerzos significativos por buscar una solución en la raíz misma del problema vasco.
¿Estamos caminando así hacia la pacificación del País Vasco o nos estamos alejando cada vez más de una verdadera paz? ¿Se puede resolver el problema de nuestro pueblo con las armas de la violencia? ¿Se puede pacificar la historia ya larga del problema vasco sólo con medidas antiterroristas?
Son demasiado graves y profundos los problemas con los que estamos enfrentados para permitirnos gastar nuestras energías en intereses puramente electoralistas o en enfrentamientos estériles y crispados que hacen más difícil todavía el proceso hacia la pacificación.
Necesitamos otra atmósfera de diálogo, creatividad, voluntad sincera de profundizar en los problemas hasta encontrar su verdadera solución, sin confiar una vez más sólo en la fuerza. «No prestan buen servicio a la sociedad vasca quienes, en lugar de fomentar estas actitudes, se empeñan, por unos u otros caminos, en sumirla en el desaliento, el desencanto o la desesperanza» (J.M. Setién, Obispo de San Sebastián).
Los creyentes no podemos inhibimos ni permanecer pasivos. Son muchos los cristianos que están en las bases de todos los partidos y grupos políticos. Muchos los que tienen una responsabilidad pública de carácter político o social.
La fe no nos aporta soluciones técnicas a nuestros problemas. Pero nos ha de dar un amor apasionado por la justicia y la paz, libertad de espíritu para buscar honradamente la verdad, un deseo eficaz de concordia, una búsqueda sincera del bien del pueblo vasco en solidaridad con los otros pueblos, por encima de estrategias coyunturales o protagonismos sin sentido.
El evangelio de hoy nos recuerda la fuerza liberadora de la persona de Jesús. Al encontrarse con él, los ciegos ven, los inválidos andan, los sordos oyen...
¿Puede la fe en Jesucristo ayudarnos a ver el problema de la violencia de otra manera o estamos condenados a seguir ciegos la marcha de los acontecimientos? ¿Nos puede impulsar a profundizar en la búsqueda de la paz o seguiremos paralizados en nuestras propias posiciones? ¿Nos hará oír la «voluntad política» de un pueblo cansado de incomprensiones históricas y de violencias impuestas, que sólo quiere buscar su propia entidad en la paz, o seguiremos sordos a toda llamada que nos obligue a cambiar nuestro posicionamiento político?

José Antonio Pagola

HOMILIA

1980-1981 – APRENDER A VIVIR
14 de diciembre de 1980

GESTOS LIBERADORES

Las obras de Cristo.

La actuación de Jesús no ha sido de fuerza y opresión. Las «obras» que presenta a los enviados del Bautista no son gestos justicieros, sino servicio liberador a los que necesitan vida.
El gesto que mejor descubre su verdadera identidad es su tarea de curar, sanar y liberar la vida. Podríamos recoger así su respuesta a Juan: «Yo soy: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia».
La vida de Jesús es la de un hombre cercano a los necesitados. Un hombre entregado totalmente a liberar a hombres y mujeres de todo lo que bloquea el crecimiento de la vida e impide a la humanidad vivir con esperanza.
Un hombre que sabe liberar con su acogida, su cercanía, su palabra, su fe en el Padre, su búsqueda apasionada de fraternidad.
Heinrich Böll lo ha visto con claridad. «En el Nuevo Testamento hay una teología de la ternura que siempre es curativa: con palabras, con manos, que también pueden llamarse caricia, con besos, con una comida en común... Este elemento del Nuevo Testamento, la ternura, no ha sido descubierto aún; todo ha sido transformado en riñas y gritos; hay, sin embargo, ciertos seres que pueden ser curados por una voz simplemente o por una comida en común... Y, entonces, imagínense algo así como una ternura socialista».
Quizá este texto de H. Böll deba ser leído con atención entre nosotros. Nos estamos acostumbrando a descalificar apresuradamente cualquier gesto de acogida, servicio personal o presencia solidaria junto a los desvalidos, como una actitud sospechosa de «reformismo», incapaz de renovar nuestra sociedad.
Pensamos con ingenuidad que el «pueblo nuevo, liberado y solidario» nacerá sólo del enfrentamiento, la lucha y la violencia.
Es necesario luchar con firmeza y tenacidad contra toda forma de injusticia y opresión, desenmascarando todos los mecanismos sociales que los generan. Pero no es suficiente para hacer surgir un «hombre nuevo».
Hay algo que no puede ser resuelto ni por la reforma más profunda ni por la revolución más radical: el afecto que falta a tantas personas, la soledad, la crisis de sentido de la vida, el vacío interior, la desafección, la desesperanza que experimentan no pocos. El afecto a cada persona, la cercanía amistosa, el respeto y la escucha a cada hombre, la acogida y comprensión de cada vida, no pueden ser garantizados si no surgen del corazón de hombres y mujeres animados por el Espíritu de Jesús.

José Antonio Pagola



Blog:               http://sopelakoeliza.blogspot.com

Para ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
                        http://iglesiadesopelana3v.blogspot.com


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