El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
La Transfiguración del Señor (A)
EVANGELIO
Su rostro
resplandecía como el sol.
+ Lectura del santo
evangelio según san Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una
montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y
su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz.
Y se les aparecieron Moisés y
Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra
y dijo a Jesús:
- Señor, ¡qué hermoso es estar
aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.
Todavía estaba hablando cuando
una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
- Éste es mi Hijo, el amado, mi
predilecto. Escuchadlo.
Al oírlo, los discípulos cayeron
de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les
dijo:
- Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a
nadie más que a Jesús solo.
Cuando bajaban de la montaña,
Jesús les mandó:
- No contéis a nadie la visión
hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Palabra de Dios.
HOMILIA
MIEDO A
JESÚS
La escena conocida como "la
transfiguración de Jesús" concluye de una manera inesperada. Una voz
venida de lo alto sobrecoge a los discípulos: «Este es mi Hijo amado»: el que
tiene el rostro transfigurado. «Escuchadle a él». No a Moisés, el legislador.
No a Elías, el profeta. Escuchad a Jesús. Sólo a él.
«Al oír esto, los discípulos caen
de bruces, llenos de espanto». Les aterra la presencia cercana del misterio de
Dios, pero también el miedo a vivir en adelante escuchando sólo a Jesús. La
escena es insólita: los discípulos preferidos de Jesús caídos por tierra,
llenos de miedo, sin atreverse a reaccionar ante la voz de Dios.
La actuación de Jesús es
conmovedora: «Se acerca» para que sientan su presencia amistosa. «Los toca»
para infundirles fuerza y confianza. Y les dice unas palabras inolvidables:
«Levantaos. No temáis». Poneos de pie y seguidme. No tengáis miedo a vivir
escuchándome a mí.
Es difícil ya ocultarlo. En la
Iglesia tenemos miedo a escuchar a Jesús. Un miedo soterrado que nos está
paralizando hasta impedirnos vivir hoy con paz, confianza y audacia tras los
pasos de Jesús, nuestro único Señor.
Tenemos miedo a la innovación,
pero no al inmovilismo que nos está alejando cada vez más de los hombres y
mujeres de hoy. Se diría que lo único que hemos de hacer en estos tiempos de
profundos cambios es conservar y repetir el pasado. ¿Qué hay detrás de este
miedo? ¿Fidelidad a Jesús o miedo a poner en "odres nuevos" el
"vino nuevo" del Evangelio?
Tenemos miedo a unas
celebraciones más vivas, creativas y expresivas de la fe de los creyentes de
hoy, pero nos preocupa menos el aburrimiento generalizado de tantos cristianos
buenos que no pueden sintonizar ni vibrar con lo que allí se está celebrando.
¿Somos más fieles a Jesús urgiendo minuciosamente las normas litúrgicas, o nos
da miedo "hacer memoria" de él celebrando nuestra fe con más verdad y
creatividad?
Tenemos miedo a la libertad de
los creyentes. Nos inquieta que el pueblo de Dios recupere la palabra y diga en
voz alta sus aspiraciones, o que los laicos asuman su responsabilidad
escuchando la voz de su conciencia. En algunos crece el recelo ante religiosos
y religiosas que buscan ser fieles al carisma profético que han recibido de
Dios. ¿Tenemos miedo a escuchar lo que el Espíritu puede estar diciendo a
nuestras iglesias? ¿No tememos apagar el Espíritu en el pueblo de Dios?
En medio de su Iglesia Jesús
sigue vivo, pero necesitamos sentir con más fe su presencia y escuchar con
menos miedo sus palabras: «Levantaos. No tengáis miedo».
José Antonio Pagola
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