El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
1º domingo de Cuaresma (A)
EVANGELIO
Jesús ayuna cuarenta días y es tentado.
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo
4, 1-11
En aquel tiempo,
Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo.
Y después de ayunar
cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le
acercó y le dijo:
-«Si eres Hijo de
Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
Pero él le
contestó, diciendo:
-«Está escrito:
"No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios."»
Entonces el diablo
lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
-«Si eres Hijo de
Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de
ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las
piedras."»
Jesús le dijo:
-«También está
escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios."»
Después el diablo
lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su
gloria, le dijo:
-«Todo esto te
daré, si te postras y me adoras.»
Entonces le dijo
Jesús:
-«Vete, Satanás,
porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás
culto."»
Entonces lo dejó el
diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Palabra de Dios.
HOMILIA
2016-2017 -
5 de marzo de 2017
NUESTRA
GRAN TENTACIÓN
La escena de “las tentaciones de
Jesús” es un relato que no hemos de interpretar ligeramente. Las tentaciones
que se nos describen no son propiamente de orden moral. El relato nos está
advirtiendo de que podemos arruinar nuestra vida, si nos desviamos del camino
que sigue Jesús.
La primera tentación es de
importancia decisiva, pues puede pervertir y corromper nuestra vida de raíz.
Aparentemente, a Jesús se le ofrece algo bien inocente y bueno: poner a Dios al
servicio de su hambre. “Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se
conviertan en panes”.
Sin embargo, Jesús reacciona de
manera rápida y sorprendente: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de boca de Dios”. No hará de su propio pan un absoluto. No
pondrá a Dios al servicio de su propio interés, olvidando el proyecto del
Padre. Siempre buscará primero el reino de Dios y su justicia. En todo momento
escuchará su Palabra.
Nuestra necesidades no quedan
satisfechas solo con tener asegurado nuestro pan. El ser humano necesita y
anhela mucho más. Incluso, para rescatar del hambre y la miseria a quienes no
tienen pan, hemos de escuchar a Dios, nuestro Padre, y despertar en nuestra
conciencia el hambre de justicia, la compasión y la solidaridad.
Nuestra gran tentación es hoy
convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la
mera satisfacción de nuestros deseos; hacer de la obsesión por un bienestar
siempre mayor o del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único
de nuestras vidas.
Nos engañamos si pensamos que ese
es el camino a seguir hacia el progreso y la liberación. ¿No estamos viendo que
una sociedad que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y
hacia la autosatisfacción, no hace sino generar vacío y sinsentido en las
personas, y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?
¿Por qué nos estremecemos de que
vaya aumentando de manera trágica el número de personas que se suicidan cada
día? ¿Por qué seguimos encerrados en nuestro falso bienestar, levantando
barreras cada vez más inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros
países, no lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?
La llamada de Jesús nos puede
ayudar a tomar más conciencia de que no sólo de bienestar vive el hombre. El
ser humano necesita también cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad,
desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar su conciencia con
responsabilidad, abrirse al Misterio último de la vida con esperanza.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2013-2014 –
9 de marzo de 2014
NUESTRA
GRAN TENTACIÓN
(Ver homilía del ciclo A - 2016-2017)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2010-2011 – JESÚS ES PARA TODOS
13 de marzo de 2011
TENTACIONES
No le resultó nada fácil a Jesús
mantenerse fiel a la misión recibida de su Padre, sin desviarse de su voluntad.
Los evangelios recuerdan su lucha interior y las pruebas que tuvo que superar,
junto a sus discípulos, a lo largo de su vida.
Los maestros de la ley lo
acosaban con preguntas capciosas para someterlo al orden establecido, olvidando
al Espíritu que lo impulsaba a curar incluso en sábado. Los fariseos le pedían
que dejara de aliviar el sufrimiento de la gente y realizara algo más espectacular,
"un signo del cielo", de proporciones cósmicas, con el que
Dios lo confirmara ante todos.
Las tentaciones le venían incluso
de sus discípulos más queridos. Santiago y Juan le pedían que se olvidara de
los últimos, y pensara más en reservarles a ellos los puestos de más honor y
poder. Pedro le reprende porque pone en riesgo su vida y puede terminar
ejecutado.
Sufría Jesús y sufrían también
sus discípulos. Nada era fácil ni claro. Todos tenían que buscar la voluntad
del Padre superando pruebas y tentaciones de diverso género. Pocas horas antes
de ser detenido por las fuerzas de seguridad del templo Jesús les dice así: "Vosotros
sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas" (Lucas 22,28).
El episodio conocido como
"las tentaciones de Jesús" es un relato en el que se reagrupan y
resumen las tentaciones que hubo de superar Jesús a lo largo de toda su vida.
Aunque vive movido por el Espíritu recibido en el Jordán, nada le dispensa de
sentirse atraído hacia formas falsas de mesianismo.
¿Ha de pensar en su propio
interés, o escuchar la voluntad del Padre? ¿Ha de imponer su poder de Mesías, o
ponerse al servicio de quienes lo necesitan? ¿Ha de buscar su propia gloria, o
manifestar la compasión de Dios hacia los que sufren? ¿Ha de evitar riesgos y
eludir la crucifixión, o entregarse a su misión confiando en el Padre?
El relato de las tentaciones de
Jesús fue recogido en los evangelios para alertar a sus seguidores. Hemos de
ser lúcidos. El Espíritu de Jesús está vivo en su Iglesia, pero los cristianos
no estamos libres de falsear una y otra vez nuestra identidad cayendo en
múltiples tentaciones.
Identificar hoy las tentaciones
de la Iglesia y de la jerarquía, de los cristianos y de sus comunidades;
hacernos conscientes de ellas como Jesús; y afrontarlas como lo hizo él, es lo
primero para seguirle con fidelidad. Una Iglesia que no es consciente de sus
tentaciones, pronto falseará su identidad y su misión. ¿No nos está sucediendo
algo de esto? ¿No necesitamos más lucidez y vigilancia para no caer en la
infidelidad?
José Antonio Pagola
HOMILIA
2007-2008 - Recreados por
Jesús
10 de febrero de 2008
VETE
SATANÁS
Vete
Satanás.
La primera tentación acontece en
el «desierto». Después de un largo
ayuno entregado al encuentro con Dios, Jesús siente hambre. Es entonces cuando
el tentador le sugiere actuar pensando en si mismo y olvidando el proyecto de
Dios: «Si eres Hijo de Dios di que estas
piedras se conviertan en pan». Jesús, desfallecido pero lleno del Espíritu
de Dios, reacciona:
«No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de Dios».
No vivirá buscando su propio interés. No será un Mesías egoísta. Multiplicará
panes cuando vea pasar hambre a los pobres. Él se alimentará de la Palabra viva
de Dios.
Siempre que la Iglesia busca su
propio interés, olvidando el proyecto del reino de Dios, se desvía de Jesús.
Siempre que los cristianos anteponemos nuestro bienestar a las necesidades de
los últimos, nos alejamos de Jesús.
La segunda tentación se produce
en el «templo». El tentador propone a
Jesús hacer su entrada triunfal en la ciudad santa, descendiendo de lo alto
como Mesías glorioso. La protección de Dios está asegurada. Sus ángeles
«cuidarán» de él. Jesús reacciona rápido: «No
tentarás al Señor tu Dios». No será un Mesías triunfador. No pondrá a Dios
al servicio de su gloria. No hará «señales del cielo». Sólo signos para curar
enfermos.
Siempre que la Iglesia pone a
Dios al servicio de su propia gloria y «desciende de lo alto» para mostrar su
propia dignidad, se desvía de Jesús. Cuando los seguidores de Jesús buscamos
«quedar bien» más que «hacer el bien», nos alejamos de él.
La tercera tentación sucede en
una «montaña altísima». Desde ella se divisan todos los reinos del mundo. Todos
están controlados por Satanás, que hace a Jesús una oferta asombrosa: le dará
todo el poder del mundo. Sólo una condición: «si te postras y me adoras». Jesús
reacciona violentamente: «Vete, Satanás».
«Sólo al Señor tu Dios adorarás».
Dios no lo llama a dominar el mundo como el emperador de Roma, sino a servir a
quienes viven oprimidos. No será un Mesías dominador sino servidor. El reino de
Dios no se impone con poder, se ofrece con amor.
La Iglesia tiene que ahuyentar
hoy todas las tentaciones de poder, gloria o dominación, gritando con Jesús «Vete, Satanás». El poder mundano es una
oferta diabólica. Cuando los cristianos lo buscamos, nos alejamos de Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
13 de febrero de 2005
TENTACIONES
Para ser
tentado por el diablo.
Los cristianos de la primera
generación se interesaron muy pronto por las «tentaciones» de Jesús. No querían olvidar el tipo de conflictos y
luchas que tuvo que superar para mantenerse fiel a Dios. Les ayudaba a no
desviarse de su única tarea: construir un mundo más humano siguiendo los pasos
de Jesús.
El relato es sobrecogedor. En el
«desierto» se puede escuchar la voz
de Dios, pero se puede sentir también la atracción de fuerzas oscuras que nos
alejan de él. El «diablo» tienta a
Jesús empleando la Palabra de Dios y apoyándose en salmos que se rezan en
Israel. Hasta en el interior de la religión se puede esconder la tentación de
distanciamos de Dios.
En la primera tentación, Jesús se
resiste a utilizar a Dios para «convertir»
las piedras en pan. Lo primero que necesita una persona es comer, pero «no sólo de pan vive el hombre». El
anhelo del ser humano no se apaga alimentando su cuerpo. Necesita mucho más.
Precisamente, para liberar de la
miseria, del hambre y de la muerte a quienes no tienen pan, hemos de despertar
el hambre de justicia y de amor en nuestro mundo deshumanizado de los
satisfechos.
En lo alto del templo, el diablo
le sugiere buscar en Dios seguridad. Podrá vivir tranquilo, «sostenido por sus manos» y caminar sin
tropiezos ni riesgos de ningún tipo. Jesús reacciona: «No tentarás al Señor tu Dios».
Es diabólico organizar la
religión como un sistema de creencias y prácticas que dan seguridad. No se
construye un mundo más humano refugiándose cada uno en su propia religión. Es
necesario asumir a veces compromisos arriesgados, confiando en Dios como Jesús.
La última escena es
impresionante. Jesús está mirando el mundo desde una montaña alta. A sus pies
se le presentan «todos los reinos»
con sus conflictos, guerras e injusticias. Ahí quiere él introducir el reino de
la paz y la justicia de Dios. El diablo, por el contrario, le ofrece poder y
esplendor si lo adora.
La reacción de Jesús es
inmediata: «Al Señor tu Dios adorarás».
El mundo no se humaniza con la fuerza del poder. No es posible imponer el poder
sobre los demás sin servir al diablo. Quienes siguen a Jesús buscando gloria y
esplendor viven «arrodillados» ante
el diablo. No adoran al verdadero Dios.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2001-2002 – CON FUEGO
17 de febrero de 2002
¿HAY QUE
SEGUIR ASÍ?
No sólo
de pan vive el hombre.
Lo propio de nuestra «sociedad
consumista» es que no sólo consumimos lo necesario para la vida, sino que
consumimos sobre todo y fundamentalmente bienes superfluos. Éste es ci hecho
decisivo que mueve básicamente la política y la economía. Lo importante es
«aumentar el crecimiento» y «subir el nivel de consumo». Es lo que esperan
unánimemente todos los ciudadanos.
Todo gira en torno a este consumo
de bienes superfluos. 1 Á)S individuos han aprendido a cifrar su éxito, su
felicidad y hasta su personalidad en poseer tal modelo de coche o vestir con
tal marca. Es el modo natural de vivir. En este consumo «vivimos, nos movemos y existimos».
Pero, ¿sabemos lo que estamos
haciendo?, ¿queremos seguir consumiendo de esta manera?, ¿es éste el mejor
estilo de vida en una sociedad progresista?, ¿no nos interesa cambiar y
humanizar un poco más nuestra vida?
Tal vez, lo primero es tornar
conciencia de lo que estamos haciendo. Es un primer paso, pero importante. ¿Por
qué compro tantas cosas?, ¿es para estar a la altura de los amigos y
conocidos?, ¿para demostrarme a mí mismo y a los demás que soy «alguien»?,
¿para que se vea que he triunfado?
Podemos preguntamos también si
somos libres o esclavos. ¿Soy dueño de mis decisiones o compro lo que me dieta
la publicidad?, ¿adquiero lo que me ayuda a vivir de manera digna y dichosa o
estoy llenando mi vida de cosas inútiles?, ¿sé boicotear anuncios que tratan de
manipularme de manera torpe y degradante o soy uno de esos «esclavos satisfechos»
que presumen de tal o cual marca?
Nos hemos de preguntar, sobre
todo, si este consumismo tan irresponsable nos parece justo. Ya nada es
bastante para vivir bien. Seguimos creando y creando necesidades siempre
nuevas, y nunca nos sentimos satisfechos. Mientras tanto, millones de seres
humanos no tienen lo necesario para sobrevivir. ¿Qué pensar de todo esto? ¿No
es injusto y estúpido?
«No sólo
de pan vive el hombre». Estas palabras de Jesús no son una
exhortación piadosa para creyentes. Encierran una verdad que necesitamos
escuchar todos.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
21 de febrero de 1999
PERDIDOS
EN LA ABUNDANCIA
No sólo
de pan vive el hombre.
Uno de los rasgos de las
sociedades avanzadas es el exceso, lo desmesurado, la profusión de ofertas, la
multiplicación de posibilidades. Se nos ofrece de todo, lo podemos probar todo.
No es fácil vivir así. Atraídos por mil reclamos, podemos terminar aturdidos y
sin capacidad para cuidar y alimentar lo esencial.
Los centros comerciales e
hipermercados exponen una gama increíble de productos. Los restaurantes ofrecen
cartas y menús con toda clase de combinaciones. Podemos seleccionar entre un
número cada vez más amplio de cadenas de televisión. Las agencias nos proponen
todo tipo de viajes y experiencias. Internet nos abre el camino a un mundo
ilimitado de imágenes, impresiones y contactos.
Por otra parte, jamás la
información estuvo tan desarrollada. Se nos abruma con datos, estadísticas y
previsiones. Las noticias se suceden con rapidez impidiéndonos la reflexión
sosegada y la meditación. Sobresaturada de información, la conciencia de
bastantes queda captada por todo y por nada. Es cada vez más fácil caer en la
indiferencia y la pasividad.
Todo este clima tiene sus consecuencias.
Bastantes personas atienden mucho las necesidades artificiales al mismo tiempo
que descuidan lo esencial. Se vive hacia fuera, volcados en las novedades
externas y se ignora casi todo del mundo interior. El exceso de información y
la hipersolicitación del consumismo disuelven la fuerza de las convicciones.
Son muchos los que viven entretenidos en lo anecdótico, sin proyecto ni ideal
alguno. Las personas se hacen más frágiles e inconscientes. Todo es problema,
incluso las cosas más elementales: dormir, irse de vacaciones, engordar,
envejecer.
A veces de manera vaga y difusa,
otras de forma más clara y precisa, son bastantes los que sienten una decepción
y desencanto al experimentar que este estilo de vida despersonaliza, vacía
interiormente a las personas y las incapacita para crecer de manera sana. En
esa insatisfacción puede estar el comienzo de la salvación.
Al comenzar la Cuaresma
cristiana, escuchamos una vez más las palabras de Jesús: «No sólo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. » Son una llamada
a reaccionar. No basta vivir entretenido, funcionar sin alma, vivir sólo de
pan, caminar muertos interiormente. Necesitamos la Palabra vivificadora que nos
llega de Dios. ¿Sabremos escucharla?
José Antonio Pagola
HOMILIA
1995-1996 – SANAR LA VIDA
25 de febrero de 1996
CON 250
PESETAS
No sólo
de pan vive el hombre.
También este año quiero dar mi
apoyo a una campaña que se promovió en las diócesis del País Vasco con ocasión
del 50 aniversario de las Misiones diocesanas. Lo hago porque puede sacudir de
nuevo nuestras conciencias satisfechas de hombres y mujeres del Primer Mundo.
Se trata de vivir cada uno de los cinco viernes de cuaresma con sólo 250
pesetas por persona.
¿Por qué 250 pesetas?
Sencillamente porque es la cantidad que gasta diariamente en comida una familia
media ecuatoriana en las regiones donde trabajan nuestros misioneros. El gesto
se puede hacer individualmente o en familia, o ser promovido desde las
parroquias. La forma concreta de llevarlo a cabo puede ir desde tomarse tan
sólo un bocadillo en todo el día, a compartir un plato de arroz o de patatas en
familia, o prescindir de la comida principal. Se trata de vivir estos días con
lo que millones de personas viven todos los días del año y todos los años de su
vida.
Sería ingenuo creer que, por
hacer esta experiencia, estamos compartiendo de cerca las angustias y miseria
de aquellas gentes. Pensemos que en Rwanda una familia (no una persona)
sobrevive con ¡65! pesetas al día. Una cosa es intercalar este humilde gesto en
nuestra vida con todas las necesidades cubiertas, y otra muy distinta vivir sin
saber con qué se podrá contar los próximos días.
No es, sin embargo, un gesto
puramente simbólico. Es también exigente. Quiere expresar de manera concreta
nuestro deseo de acercarnos a los más pobres del mundo para tenerlos más
presentes. Así experimentaremos un poco mejor lo que significa esa
«desigualdad» de la que tanto hablamos. Por otra parte, es un modo de ejercitar
nuestra capacidad de vivir con más austeridad y menos cosas superfluas.
Es claro que estos pequeños
gestos no resuelven las injusticias de las relaciones Norte-Sur, pero las cosas
nunca cambiarán si no se crea entre nosotros una nueva conciencia. Necesitamos
sacudir nuestra rutina, ponernos a reflexionar, descubrir nuevas maneras de
vivir de forma más humana. Nos hemos fabricado un modo de vida que nos
esclaviza: comemos lo que nos apetece y tiramos lo que nos sobra sin pensar
casi nunca que, para que ese nivel de consumo pueda mantenerse, el Tercer Mundo
ha de ser exprimido por los intermediarios, las multinacionales y el sistema
económico internacional que imponen sus condiciones sin justicia ni piedad
alguna.
Tal vez este pequeño gesto nos
ayude a entender mejor las palabras de Jesús al comienzo de la cuaresma: «No sólo de pan vive el hombre.»
José Antonio Pagola
HOMILIA
1992-1993 – CON HORIZONTE
28 de febrero de 19993
AYUNO
No sólo
de pan vive el hombre.
Son muchas las costumbres y
prácticas sociales que, en pocos años, han quedado superadas por el ritmo de la
vida moderna. Hoy sólo sirven para el recuerdo divertido y el comentario
jocoso. Algo de esto sucede con el ayuno y la abstinencia. ¿Quién se atreve a
proponer seriamente algo tan anacrónico?
Sin embargo, el ayuno sigue
teniendo una curiosa vigencia en la actual sociedad. Pocas veces se han
observado dietas tan severas para eliminar la obesidad, cuidar la silueta o
prevenir problemas de salud. Por otra parte, ¿quién se burla de los que hacen
«huelga de hambre>) como signo de protesta o gesto de presión en favor de
causas justas?
Lo importante en estas cosas es
no olvidar el valor original y la sabiduría que encierran. Estoy convencido de
que introducir ayuno y austeridad en nuestra vida individual y colectiva no es
ninguna necedad. Al contrario, puede ser remedio eficaz para más de una
enfermedad.
Naturalmente, lo primero es
aclarar que no se trata de «mortificar» el cuerpo porque sí, ni de matar en
nosotros el gusto por la vida y el disfrute agradecido de las cosas. Es lo
contrario. Liberarnos de aquello que nos impide ser dueños de nosotros mismos
para disfrutar de una vida sana y humana.
Quien vive de forma sobria,
mantiene una libertad crítica frente a los reclamos insanos de la cultura
consumista. Se hace más sensible hacia quienes sufren necesidad, y más
disponible para la ayuda solidaria. Le resulta más fácil cultivar la vida del
espíritu y abrirse a la dimensión trascendente de la existencia.
Cada uno sabrá cómo introducir en
su vida más ayuno y austeridad. Algunos necesitan urgentemente moderar sus
comidas y no caer en el exceso de alcohol y tabaco. A otros les haría bien ser
menos esclavos de la publicidad y liberarse de cosas superfluas que asfixian su
vida. Algunos necesitarían «ayunar» de tanta televisión y romper su dependencia
del mando a distancia. Otros, renunciar a un estilo de «fin de semana» agotador
y frustrante.
Pero lo decisivo no es ayunar,
sino acertar a alimentarse bien. De ahí la máxima evangélica: «No sólo de pan
vive el hombre. » Es necesario también el silencio, la reflexión, la apertura a
la naturaleza, el arte, la oración. Para el creyente, es vital la escucha de la
Palabra de Dios.
Los cristianos comenzamos estos
días un tiempo litúrgico que se llama «cuaresma». Es un tiempo en el que nos
esforzamos por cuidar más nuestra comunicación con Dios, la escucha del
Evangelio y la conversión a Cristo. No tiene por qué ser un tiempo triste y
sombrío. Al contrario, es un tiempo de renovación que nos llevará a vivir la
Pascua «resucitando» a una vida nueva.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1989-1990 – NUNCA ES TARDE
4 de marzo de 1990
ESTROPEAR
LA VIDA
No sólo de pan...
Es lamentable ver con qué
facilidad nos dejamos arrastrar por costumbres y modos de vivir que se
implantan poco a poco en nuestra sociedad, vaciando de su verdadero contenido
las experiencias más nobles y gozosas del ser humano.
Pensemos, por ejemplo, en lo que
ha venido en llamarse la cultura del «tírese después de usado», que tiende a
imponer entre nosotros todo un estilo de vida. Una vez de usar un producto, hay
que buscar rápidamente otro nuevo que lo sustituya.
Esta cultura puede estar
configurando nuestra manera de vivir las relaciones interpersonales. De alguna
manera, se introduce la tentación de «usar» a las personas para desecharlas
cuando ya no interesan.
Lo podemos constatar diariamente:
amistades que se hacen y deshacen según la utilidad; amores que duran lo que
dura el interés y la atracción física; esposas y esposos abandonados para ser
sustituidos por una relación más excitante.
No siempre somos conscientes de
cómo podemos estropear nuestra vida cuando damos culto a modas y estilos de
vivir que terminan por deshumanizarnos.
Es una equivocación vivir
esclavos del dinero, del éxito profesional, del prestigio social o de cualquier
otro ídolo, sacrificándoles todo: el descanso, la amistad, la familia, la vida
entera.
Cuántas personas, al pasar los
años, lo constatan secretamente en su interior. Ganan cada vez más dinero,
tienen prestigio, han logrado lo que perseguían, pero se sienten cada vez más
solas y frustradas.
Su vida se ha llenado de cosas,
pero ha quedado vacía de amistades verdaderas. Saben competir y luchar, pero no
saben dar ni recibir amor. Dominan las situaciones más difíciles, pero no aciertan
a crecer como personas.
La advertencia de Jesús siempre
será de actualidad: «No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios».
No basta alimentar la vida de
dinero, prestigio, poder o sexo. Lo sepa o no, el hombre necesita amar y ser
amado, perdonar y ser perdonado, acoger y ser acogido.
No le basta al ser humano
escucharse a sí mismo y alimentar egocéntricamente sus propios intereses.
Necesita abrirse a Dios y escuchar las exigencias y las promesas del amor.
La conversión no es una práctica
ya en desuso que hay que recordar en tiempos de cuaresma. Es la orientación
nueva de toda nuestra vida, el cambio de rumbo que necesitamos para vivir de
manera más sana sin estropear todavía más nuestra persona.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
8 de marzo de 1987
UNA CARTA
QUE HACE PENSAR
Al Señor,
tu Dios, adorarás.
Tal vez más de uno se sorprenda
de que los Obispos del País Vasco no hablen en su Carta Pastoral de cuaresma
acerca del hombre.
No les sucederá así a quienes el
pasado año les escucharon hablar de Dios como “el mejor guardián y el mayor
amigo del hombre».
La Carta de este año nos habla
del hombre de hoy. Un hombre invitado y llamado por Dios a la vida, pero al que
los Obispos ven debatirse hoy en medio de profundas contradicciones, sin
encontrar respuesta a sus interrogantes más profundos, acosado por la
incertidumbre y el miedo, necesitado más que nunca de esperanza».
Su palabra no brota, sin embargo,
de un pesimismo catastrofista ni tampoco de un optimismo ingenuo. Penetrada
toda ella de fe en un Dios que ama entrañablemente al hombre de hoy, la Carta
Pastoral es una llamada a la confianza, a la responsabilidad y la esperanza.
Por eso, los Obispos no se
dirigen solamente a los creyentes. La Carta encontrará eco en todo hombre o
mujer que se pregunte hoy sinceramente por el sentido de su vida y trate de
enfrentarse a la existencia de manera digna y esperanzada.
Con estas palabras expresan su
intención: “Queremos acompañar a nuestros contemporáneos y ahondar, juntamente
con ellos, en las contradicciones, preocupaciones y anhelos que vivimos los
hombres y mujeres de hoy para descubrir con más lucidez las preguntas
fundamentales a las que también hoy hemos de responder”.
Tal vez muchos hombres y mujeres
que se han ido alejando de la fe convencidos de que Dios no era para ellos una
mano amiga que les ayudaba a vivir sino una presencia opresiva que les impedía
crecer, se sorprenden al descubrir que el único Dios que existe es precisamente
el que ellos andan buscando. Un Dios que responde a nuestros interrogantes y
anhelos más profundos.
Los Obispos nos invitan a los
hombres de hoy a escucharnos con sinceridad total, dispuestos a acoger la
llamada que se nos hace desde lo más hondo de nuestro ser.
Ciertamente, sólo con sinceridad
y honradez total se puede responder a la pregunta que los Obispos plantean,
después de una larga reflexión sobre el hombre contemporáneo:
«En definitiva, suprimido Dios,
¿no queda el hombre reducido a una pregunta sin respuesta, un proyecto
imposible, un esbozo inacabado que se desvanece en la nada? Al final de todos
los caminos, en el fondo de nuestros anhelos, en el interior de nuestros
interrogantes más hondos, ¿no está Dios como único posible Salvador del
hombre?”.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
11 de marzo de 1984
ESCAPAR
DE DIOS
Al Señor
tu Dios adorarás...»
Escapar de Dios ha sido siempre
la gran tentación de muchos hombres. Paul Tillich llega a decir que «el hombre
que jamás ha intentado huir de Dios, es el que jamás tuvo experiencia del Dios
que es realmente Dios».
Pero, en la sociedad moderna, son
muchos los que reprimen, incluso, la pregunta misma sobre Dios y ahogan, de
diversas maneras, todo planteamiento religioso.
Bastantes se han creado «pequeños
dioses» que llenan sus vidas y con quienes conviven con cierta tranquilidad,
aun sin poder ahuyentar del todo una vaga sensación de insatisfacción y
tristeza.
Otros viven siempre «ocupados»,
siempre forjando planes, siempre metidos en preparativos, siempre huyendo de lo
más profundo de sí mismos, evitando con cuidado cualquier posible encuentro con
Dios.
En el fondo, nos resistimos a que
Alguien conozca lo que somos y lo que hacemos. Intentamos ocultar las profundidades
de nuestra alma a nuestros propios ojos. No podemos soportar un Dios que sea
realmente Dios y nos sondee hasta los rincones más oscuros de nuestro ser.
Por eso, son bastantes los que
protestan silenciosamente contra ese Dios, desean que no exista, lo rebajan
hasta el nivel de las cosas dudosas y huyen hacia el ateísmo.
Pero, ¿existe algún refugio
último que nos aísle y «defienda» de Dios? ¿ No estamos sostenidos y contenidos
por algo que es mayor que nosotros mismos, que abarca nuestra vida y nuestra
muerte y que está exigiendo nuestra respuesta?
Por un tiempo, podremos arrojarlo
de nuestra conciencia, rechazarlo de mil maneras, refutarlo, buscar razones
para convencernos de que no existe, vivir confortablemente sin él. Pero,
¿escapa uno de Dios sólo porque trata de olvidarlo?
Sin atrevemos a confesarlo
públicamente, ¿no seremos los hombres y mujeres de hoy unos «reprimidos
religiosos»?
El relato de las tentaciones de
Jesús nos invita a hacernos una pregunta decisiva: ¿ Cuál es la manera más humana
de enfrentarse a la pregunta sobre Dios? ¿Huir de él o buscarlo?
Según Jesús, no se trata de huir
de Dios sino de descubrir su presencia amistosa y el rostro de infinita bondad
de un Dios que no es nuestro rival, sino el fondo mismo de nue fuente creadora
de nuestro existir, el destinó último al que tendemos misteriosamente.
Muchos de nuestros contemporáneos
saben en lo secreto de su corazón que necesitan «reconciliarse» con Dios.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1980-1981 – APRENDER A VIVIR
8 de marzo de 1981
ACTUALIDAD
DE LA CUARESMA
Cuarenta
días y cuarenta noches.
Lo hemos podido leer estos días
en la prensa: «Resurge el carnaval y baja la cuaresma, y para la próxima semana
santa ya se está pensando en unas minifiestas primaverales».
Sin duda es así para algunos
sectores de nuestra sociedad. Pero también es cierto que para muchos hombres y
mujeres que no se resignan a una vida mediocre y vulgar, y que todavía creen en
la posibilidad de ser cada día más humanos, la Cuaresma sigue teniendo un
significado muy hondo.
Porque la Cuaresma es un tiempo
privilegiado para plantearse con seriedad el sentido de la vida, escuchar con
más sinceridad la llamada de nuestra conciencia cristiana y esforzarnos por
convertirnos al evangelio.
En la carta pastoral que los
Obispos de nuestras diócesis nos han dirigido a los creyentes con motivo de la
Cuaresma, se nos invita a que nos preguntemos con sinceridad: «¿Nos estamos
convirtiendo o nos limitamos a hablar de conversión? ¿vivimos siguiendo a Jesús
o nos limitamos a creer en él, para continuar recorriendo nuestros caminos de
siempre? ¿amamos o nos limitamos a creer en el amor, sin dejar de ser los
viejos egoístas que nunca cambian?».
Detrás de estas preguntas se
encierra, sin duda, una preocupación: ¿no estamos viviendo con frecuencia un
«cristianismo rebajado», rutinario, inoperante, incapaz de transformar nuestras
vidas?
La Cuaresma es un tiempo para
hombres y mujeres capaces de confrontar valientemente su vida con la verdad del
evangelio.
Un tiempo para encontrarse
sinceramente con Dios y con nosotros mismos, para hacernos esas preguntas
claves que pocas veces en la vida nos atrevemos a hacérnoslas: ¿Qué estoy
haciendo con mi vida? ¿Para qué vivo? ¿Qué es lo que justifica y da sentido a
mi vivir diario?
La Cuaresma ha sido siempre un
tiempo de reflexión, de austeridad, oración y escucha intensa de la palabra de
Dios.
Por eso precisamente la Cuaresma
tiene actualidad. Porque vivimos demasiado vacíos interiormente y necesitamos
alimentar las raíces de nuestro ser. Porque escuchamos toda clase de palabras,
voces, noticias y comunicados, pero necesitamos escuchar «palabras de vida
eterna». Porque vivimos obsesionados por tener dinero, bienestar, seguridad, y
lo que necesitamos es aprender a ser más humanos, más sencillos y más hermanos.
Los Obispos nos han dirigido una
carta valiente, invitándonos a escuchar el evangelio de los pobres y la
interpelación que llega hasta nosotros desde los más olvidados de nuestra
sociedad. Semana tras semana trataremos de escuchar su llamada.
José Antonio Pagola
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