El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
1º domingo de Cuaresma (C)
EVANGELIO
El Espíritu lo fue
llevando por el desierto, mientras era tentado.
+ Lectura del santo
evangelio según san Lucas 4,1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno
del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo
fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin
comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, dile a
esta piedra que se convierta en pan.
Jesús le contestó:
- Está escrito: «No sólo de pan
vive el hombre».
Después, llevándole a lo alto,
el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
- Te daré el poder y la gloria
de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te
arrodillas delante de mí, todo será tuyo.
Jesús le contestó:
- Está escrito: «Al Señor, tu
Dios, adorarás y a él sólo darás culto».
Entonces lo llevó a Jerusalén y
lo puso en el alero del templo y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, tírate
de aquí abajo, porque está escrito: «Encargará a los ángeles que cuiden de ti»,
y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las
piedras».
Jesús le contestó:
- Está mandado: «No tentarás al
Señor, tu Dios».
Completadas las tentaciones, el
demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra de Dios.
HOMILIA
2018-2019 -
06 de marzo de 2019
NO
DESVIARNOS DE JESÚS
Las primeras generaciones
cristianas se interesaron mucho por las pruebas que tuvo que superar Jesús para
mantenerse fiel a Dios y para vivir siempre colaborando en su proyecto de una
vida más humana y digna para todos.
El relato de las tentaciones de
Jesús no es un episodio aislado que acontece en un momento y en un lugar
determinados. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, "el diablo
se alejó de él hasta el momento oportuno". Las tentaciones volverán en la
vida de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los evangelistas colocan
el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han
de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que
ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de
él.
En la primera tentación se habla
de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre:
"No solo de pan vive el hombre". Lo primero para Jesús es buscar el
reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a
Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra tentación es
pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos
desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo todo y olvidamos el
drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
En la segunda tentación se habla
de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo
que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo. Jesús no buscará
nunca ser servido, sino servir.
También hoy se despierta en
algunos cristianos la tentación de mantener como sea, el poder que ha tenido la
Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las
conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de
Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y
solidario.
En la tercera tentación se le
propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por
los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar. Aunque se lo pidan, no hará
nunca un signo espectacular del cielo. Se dedicará a hacer signos de bondad
para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la gente.
Nos desviamos de Jesús cuando
confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra
exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a
los necesitados manifiesta y difunde su amor.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2015-2016 -
14 de febrero de 2016
IDENTIFICAR
LAS TENTACIONES
Era
tentado por el diablo.
Según los evangelios, las
tentaciones experimentadas por Jesús no son propiamente de orden moral. Son
planteamientos en los que se le proponen maneras falsas de entender y vivir su
misión. Por eso, su reacción nos sirve de modelo para nuestro comportamiento
moral, pero, sobre todo, nos alerta para no desviarnos de la misión que Jesús
ha confiado a sus seguidores.
Antes que nada, sus tentaciones
nos ayudan a identificar con más lucidez y responsabilidad las que puede
experimentar hoy su Iglesia y quienes la formamos. ¿Cómo seremos una Iglesia
fiel a Jesús si no somos conscientes de las tentaciones más peligrosas que nos
pueden desviar hoy de su proyecto y estilo de vida?
En la primera tentación, Jesús renuncia a utilizar a
Dios para «convertir» las piedras en panes y saciar así su hambre. No seguirá
ese camino. No vivirá buscando su propio interés. No utilizará al Padre de
manera egoísta. Se alimentará de la Palabra viva de Dios, solo «multiplicará»
los panes para alimentar el hambre de la gente.
Esta es probablemente la
tentación más grave de los cristianos de los países ricos: utilizar la religión
para completar nuestro bienestar material, tranquilizar nuestras conciencias y
vaciar nuestro cristianismo de compasión, viviendo sordos a la voz de Dios que
nos sigue gritando ¿dónde están vuestros hermanos?
En la segunda tentación, Jesús renuncia a obtener «poder
y gloria» a condición de someterse como todos los poderosos a los abusos,
mentiras e injusticias en que se apoya el poder inspirado por el «diablo». El
reino de Dios no se impone, se ofrece con amor, solo adorará al Dios de los
pobres, débiles e indefensos.
En estos tiempos de pérdida de
poder social es tentador para la Iglesia tratar de recuperar el «poder y la
gloria» de otros tiempos pretendiendo incluso un poder absoluto sobre la sociedad.
Estamos perdiendo una oportunidad histórica para entrar por un camino nuevo de
servicio humilde y de acompañamiento fraterno al hombre y a la mujer de hoy,
tan necesitados de amor y de esperanza.
En la tercera tentación, Jesús renuncia a cumplir su
misión recurriendo al éxito fácil y la ostentación. No será un Mesías
triunfalista. Nunca pondrá a Dios al servicio de su vanagloria. Estará entre
los suyos como el que sirve.
Siempre será tentador para
algunos utilizar el espacio religioso para buscar reputación, renombre y
prestigio. Pocas cosas son más ridículas en el seguimiento a Jesús que la
ostentación y la búsqueda de honores. Hacen daño a la Iglesia y la vacían de
verdad.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2012-2013 -
17 de febrero de 2013
NO DESVIARNOS
DE JESÚS
Las primeras generaciones
cristianas se interesaron mucho por las pruebas y tensiones que tuvo que
superar Jesús para mantenerse fiel a Dios y vivir siempre colaborando en su
proyecto de una vida más humana y digna para todos.
El relato de las tentaciones de
Jesús no es un episodio cerrado, que acontece en un momento y en un lugar
determinado. Lucas nos advierte que, al terminar estas tentaciones, "el
demonio se marchó hasta otra ocasión". Las tentaciones volverán en la vida
de Jesús y en la de sus seguidores.
Por eso, los evangelistas colocan
el relato antes de narrar la actividad profética de Jesús. Sus seguidores han
de conocer bien estas tentaciones desde el comienzo, pues son las mismas que
ellos tendrán que superar a lo largo de los siglos, si no quieren desviarse de
él.
En la primera tentación se habla
de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre:
"no solo de pan vive el hombre". Lo primero para Jesús es buscar el
reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos. Por eso acudirá un día a
Dios, pero será para alimentar a una muchedumbre hambrienta.
También hoy nuestra tentación es
pensar solo en nuestro pan y preocuparnos exclusivamente de nuestra crisis. Nos
desviamos de Jesús cuando nos creemos con derecho a tenerlo, y olvidamos el
drama, los miedos y sufrimientos de quienes carecen de casi todo.
En la segunda tentación se habla
de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. No se postrará ante el diablo
que le ofrece el imperio sobre todos los reinos del mundo: "Al Señor, tu
Dios, adorarás". Jesús no buscará nunca ser servido sino servir.
También hoy se despierta en
algunos cristianos la tentación de mantener, como sea, el poder que ha tenido
la Iglesia en tiempos pasados. Nos desviamos de Jesús cuando presionamos las
conciencias tratando de imponer a la fuerza nuestras creencias. Al reino de
Dios le abrimos caminos cuando trabajamos por un mundo más compasivo y
solidario.
En la tercera tentación se le
propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por
los ángeles de Dios. Jesús no se dejará engañar:"No tentarás al Señor, tu
Dios". Aunque se lo pidan, no hará nunca un signo espectacular del cielo.
Solo hará signos de bondad para aliviar el sufrimiento y las dolencias de la
gente.
Nos desviamos de Jesús cuando
confundimos nuestra propia ostentación con la gloria de Dios. Nuestra
exhibición no revela la grandeza de Dios. Solo una vida de servicio humilde a
los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2009-2010 – CON LOS OJOS FIJOS EN JESÚS
21 de febrero de 2010
IDENTIFICAR
LAS TENTACIONES
(Ver homilía del ciclo C -
2015-2016)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2006-2007 – HACERNOS DISCÍPULOS DE JESÚS
25 de febrero de 2007
TENTACIONES
Era
tentado por el diablo.
Los cristianos de la primera
generación se interesaron muy pronto por las tentaciones de Jesús. No querían olvidar el tipo de conflictos y
luchas que tuvo que superar para mantenerse fiel a Dios. Les ayudaba a no
desviarse de su única tarea: construir un mundo más humano siguiendo los pasos
de Jesús.
El relato es sobrecogedor. En el desierto se puede escuchar la voz de
Dios, pero se puede sentir también la atracción de fuerzas oscuras que nos
alejan de él. El diablo tienta a
Jesús empleando la Palabra de Dios y apoyándose en salmos que se rezan en
Israel. Hasta en el interior de la religión se puede esconder la tentación de
distanciarnos de Dios.
En la primera, Jesús se resiste a
utilizar a Dios para convertir las
piedras en pan. Lo primero que necesita una persona es comer, pero no sólo de pan vive el hombre. El anhelo
del ser humano no se apaga alimentando su cuerpo. Necesita mucho más.
Precisamente, para liberar de la
miseria, del hambre y de la muerte a quienes no tienen pan, hemos de despertar
el hambre de justicia y de amor en nuestro mundo deshumanizado de satisfechos
egoístas.
La segunda escena es
impresionante. Jesús está mirando el mundo desde una montaña alta. A sus pies
se le presentan todos los reinos con
sus conflictos, guerras e injusticias. Ahí quiere él introducir el reino de la
paz y la justicia de Dios. El diablo, por el contrario, le ofrece el poder y la gloria si se le somete.
La reacción de Jesús es
inmediata: Al Señor tu Dios adorarás.
El mundo no se humaniza con la fuerza del poder. No es posible imponer el poder
sobre los demás sin servir al diablo. Quienes siguen a Jesús buscando gloria y
poder viven arrodillados ante el
diablo. No adoran al verdadero Dios.
Por último, en lo alto del
templo, el diablo le sugiere a Jesús buscar en Dios seguridad. Podrá vivir
tranquilo, sostenido por sus manos y
caminar sin tropiezos ni riesgos de ningún tipo. Jesús reacciona: No tentarás al Señor tu Dios.
Es diabólico organizar la
religión como un sistema de creencias y prácticas que dan seguridad. No se
construye un mundo más humano refugiándose cada uno en su propia religión. Es
necesario asumir a veces compromisos arriesgados, confiando en Dios como Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2003-2004 – A QUIÉN IREMOS
29 de febrero de 2004
EQUIVOCARSE
Era
tentado por el diablo.
Toda persona que no quiera vivir
alienada, debe saber mantenerse lúcida y vigilante ante las posibles
equivocaciones que puede cometer en la vida. Quizás una de las aportaciones más
válidas de Jesús de Nazaret es la de poder ofrecer a quien le conoce y sigue,
la posibilidad de ser cada día más humano. En Jesús podemos escuchar el grito
de alerta ante las graves equivocaciones que acechan siempre a la persona.
La primera equivocación es la de
considerar la satisfacción de las necesidades materiales como el objetivo
último y absoluto. Pensar que la felicidad última del hombre se encuentra en la
posesión y el disfrute de los bienes.
Según Jesús, esa satisfacción de
las necesidades materiales, con ser muy importante, no es suficiente. El hombre
se va haciendo humano cuando aprende a escuchar la Palabra del Padre que le
llama a vivir como hermano. Entonces descubre que ser humano es compartir, y no
poseer; dar, y no acaparar; crear vida, y no explotar al hermano.
La segunda equivocación es la de
buscar el poder, el éxito y el triunfo personal, por encima de todo y a
cualquier precio. Incluso siendo infiel a la propia misión y cayendo esclavo de
las idolatrías más ridículas.
Según Jesús, el hombre acierta,
no cuando busca su propio prestigio y poder, en la competencia y la rivalidad
con los demás, sino cuando es capaz de vivir en el servicio generoso y
desinteresado a los hermanos.
La tercera equivocación es la de
tratar de resolver el problema último de la vida, sin riesgos, luchas ni
esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta.
Según Jesús, entender así la
religión es destruirla. La verdadera fe no conduce a la pasividad, la evasión
de la realidad y el absentismo ante los problemas. Al contrario, quien ha
entendido un poco lo que es ser fiel a un Dios, Padre de todos, se arriesga
cada día más en el esfuerzo por lograr una sociedad de hombres más libres y más
hermanos.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2000-2001 – BUSCAR LAS RAÍCES
4 de marzo de 2001
PERDER O
GANAR
Era
tentado por el demonio.
En la vida no todo es crecer,
avanzar o ganar. Hay muchos momentos en que la persona puede conocer la crisis
sicológica, la enfermedad física o el oscurecimiento de la luz. Algo se rompe
entonces en nosotros. Comenzamos a experimentar la vida como pérdida, límite o
disminución. Ya no estamos tan seguros de nada. Ya no hay alegría en nuestro
corazón. No somos los mismos.
Podemos entonces rebelarnos y
vivir ese momento como algo totalmente negativo que nos hace daño y mutila
nuestro ser. Pero lo podemos vivir de otra manera, como un desprendimiento o
una pérdida que nos llevará a asentar nuestra vida sobre bases más firmes.
Jesús hablaría de una poda necesaria para dar más fruto.
Si sabemos recorrer un itinerario
humilde y confiado, «perder» nos puede conducir a «ganar». Hemos de empezar por
aceptar nuestra situación. No es bueno negar lo que nos está pasando, ni
disimularlo ante nosotros mismos y ante los demás. Es mejor reconocer nuestra
limitación y fragilidad. Ese ser frágil e inseguro, poco acostumbrado a sufrir,
también soy yo.
La crisis nos obliga a
preguntarnos por nuestras raíces: ¿cuál es la verdad última que nos motiva e
inspira?, ¿dónde se apoya realmente nuestra vida? Hay una verdad rutinaria que
nos mantiene en el día a día, pero hay una verdad más honda que, tal vez, sólo
emerge en nosotros en momentos de crisis y debilidad.
El creyente vive este proceso
como una experiencia de salvación. Ahí está Dios sanando nuestro ser. Y el
mejor signo de su presencia salvadora es esa alegría interior humilde que poco
a poco se puede ir despertando en nosotros. Una alegría que nace del centro de
la persona cuando se abre a la luz de Dios.
Tal vez estas experiencias nos
pueden ayudar a entender ese lenguaje difícil de Jesús que, en contra de toda
lógica de apropiación y seguridad, propone la desapropiación y la pérdida como
camino hacia una vida más plena: «El que
se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece en este mundo, se guarda
para la vida eterna». El relato evangélico nos presenta a Jesús como el
hombre que, en el momento de la tentación o la crisis, sabe «perder» para
«ganar» la vida.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1997-1998 – UN CAMINO DIFERENTE
1 de marzo de 1998
HOMO
VIDENS
No sólo
de pan vive el hombre.
La revolución de la
telecomunicación está cambiando los hábitos de la sociedad, el modo de vivir de
las personas y hasta la forma de pensar. Los expertos nos advierten que el
hombre contemporáneo comienza a moverse en unas coordenadas distintas de las
que imperaban hasta hace poco. Hay quien habla ya del nacimiento del «homo
videns».
Hace unos años R. Gubern (El simio informatizado, Ed. Fundesco, Madrid 1987) hablaba de la
televisión como de «una gran fábrica de
consenso social» y de alienación masiva. Es ella la que dicta las ideas,
los centros de interés social, los gustos y las expectativas de las gentes.
Desde la pequeña pantalla se nos impone la imagen del mundo que hemos de tener,
los temas de los que hemos de hablar. los acontecimientos por los que nos hemos
de interesar.
Ahora G. Sartori (Homo videns. La
sociedad teledirigida, Ed. Taurus, Madrid 1998) nos pone en guardia ante un
cambio cultural que puede transformar radicalmente la personalidad del hombre
moderno. Según el analista italiano, el «homo
sapiens» se ha ido desarrollando hasta ahora en la esfera de lo «inteligible» y de la reflexión. Hoy,
por el contrario, está emergiendo el «homo
videns» configurado por la atracción de lo «sensible». La televisión produce imágenes y anula conceptos,
desarrolla el puro acto de ver y atrofia la capacidad de reflexión. Se da
primacía a la visión sobre el raciocinio, al espectáculo sobre la explicación,
a lo raro e insólito sobre lo real. En la sociedad moderna se almacena
información, se procesan datos, se transmiten imágenes, pero cada vez se
reflexiona y se medita menos.
A pesar de estudios tan críticos
y pesimistas, sería un error «demonizar» la cultura de la televisión, pero
también dejarnos devorar por ella. El ser humano se disuelve cuando se deja
arrastrar sólo hacia la visión de lo exterior. Para crecer como persona es
necesaria la atención a lo interior, la reflexión, la capacidad de interpretar
y vivir la propia vida desde dentro.
Es significativo el lenguaje
bíblico: a Dios no se le ve, se le escucha. Para encontrarse con él, es
necesario descender al fondo de uno mismo y escuchar el misterio que se
encierra en nuestro propio corazón. En esa dirección apunta también la
invitación evangélica: «No sólo de pan
vive el hombre.» Para vivir no basta alimentarse desde fuera. Es necesario
escuchar el misterio de la vida en nosotros. Es necesario escuchar la presencia
de Dios en nuestro corazón.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1994-1995 – VIVIR DESPIERTOS
5 de marzo de 1995
NO ES
FACIL
No sólo
de pan vive el hombre.
Se le da mucha importancia a la
estructura política de la sociedad, y la tiene. Se insiste una y otra vez en
los «valores democráticos», y, ciertamente, han de constituir el marco
indiscutible para b convivencia. Pero, como advertía el sabio J. Krishnamurti, se atiende mucho menos a la «estructura
psicológica» de la sociedad, que es la que moldea realmente el comportamiento
de las gentes.
Sin embargo, es en este nivel más
profundo donde se están produciendo hoy los cambios de repercusiones más
graves. Casi sin darnos cuenta, ha cambiado sustancialmente el modo de entender
y de vivir la existencia, sin que se puedan prever todavía todas sus consecuencias.
Así, para muchas personas, la
vida no es ya sino un breve trayecto que conduce a la nada. De poco sirve
entonces proclamar los grandes valores. Lo que mueve realmente las vidas son
los intereses de cada cual. Sólo interesa de verdad aquello que puede servir a
la propia seguridad egotista.
Por otra parte, son bastantes los
que están vaciando su vida de todo lo que podía tener un significado
transcendente. Apenas se percibe en su existencia algo realmente santo y
sagrado. Todo da igual. Ha llegado la hora de liberarse de extrañas invenciones
religiosas y morales. Hay que vivir de lo inmediato. No hay más. No es extraño
que la vida de muchos se haya hecho más inconsistente y vulnerable. Cuántos son
hoy los que no encuentran seguridad fuera -en la política, la economía, la
sociedad- pero tampoco la pueden hallar en su mundo interior.
La vida de no pocos está hoy muy
vacía. Se trata de llenarla con noticias e información, con música o vídeos,
con cosas y relaciones. Pero no es fácil. Muchos siguen buscando «algo
diferente» en medio de sus luchas y trabajos.
No parece perder su vigencia la
sentencia de Jesús: «No sólo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. » El hombre
actual se afana por alimentar su existencia de muchas cosas, pero lo hace con
frecuencia suprimiendo de su vida la religión. No quiere sentirse «religado» a
Dios, pero tampoco sabe cómo sustituir dignamente su ausencia.
No acertamos a alimentar nuestra
vida interior. No somos capaces de vivir abiertos a Dios. No tenemos tiempo
para sentimos amados con amor infinito. Estamos incomunicados con lo
trascendente. Y, no obstante, pretendemos conocer una vida plena y
gratificante. No es fácil.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1991-1992 – SIN PERDER LA DIRECCIÓN
8 de marzo de 1992
¿VIDA
HUMANA O SIMPLE BIENESTAR?
No sólo
de pan vive el hombre.
El hombre actual ansía vivir cada
vez más, cada vez mejor, cada vez más intensamente. Pero, ¿vivir qué?, ¿vivir
para qué? Se dice que estamos mejor equipados que nunca para vivir una vida
sana y de mejor calidad. Pero, ¿qué es un hombre sano? ¿Qué es una vida de
calidad humana?
Hemos hecho la vida más larga,
más cómoda y placentera, pero, ¿no la hemos hecho también más vacía,
superficial y absurda? ¿Es éste el camino para satisfacer la necesidad profunda
de vida que se encierra en el ser humano?
Hay además un hecho cultural
sobre el que parece existir una conspiración de silencio y es que cada vez se
medita menos sobre el sentido último de la vida. Desconectada de toda relación
con el Creador, privada de destino trascendente, la vida del hombre
contemporáneo se está convirtiendo en un episodio irrelevante que hay que
llenar de bienestar y de experiencias placenteras.
Sin embargo, ¿es verdadero
progreso entender y vivir la vida de manera tan rudimentaria y tan pobre de
contenido, de horizonte y de sentido como lo hacen hoy no pocos hombres y
mujeres?
Por otra parte, para muchos,
«bueno» es lo que produce bienestar, y «malo» lo que causa malestar. Pero el concepto
de bienestar es ambiguo y no coincide necesariamente con la verdadera
realización del ser humano.
Un joven puede tomar alcohol o
droga para sentir «bienestar», pero, evidentemente, su actuación no es sana.
Una persona puede sentirse bien en medio de una sociedad injusta, ocupándose
exclusivamente de su bienestar y olvidando el sufrimiento de los más débiles y
marginados, pero difícilmente podrá decirse que es sana esa insensibilidad.
Por eso, no es superfluo
preguntarse qué bienestar buscamos, qué contenido le damos a nuestro deseo de
calidad de vida y en qué hacemos consistir el progreso del ser humano.
Estas son las cuestiones e
interrogantes a los que los Obispos del
País Vasco quieren dar una respuesta desde la fe cristiana en su importante
Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua, titulada de manera significativa «Al servicio de una vida más humana».
En realidad, su mensaje no es
sino el eco actualizado de esas palabras de Jesús que también el hombre de hoy
necesita escuchar: «No sólo de pan vive
el hombre.»
La verdadera calidad de vida no
debe ser confundida con el «índice de renta nacional», el desarrollo industrial
o el crecimiento del consumo. No es bueno todo lo que aumenta el bienestar
material, ni malo lo contrario. Es bueno aquello que le ayuda al hombre a
crecer como persona en todas sus dimensiones.
Por su parte, los Obispos
plantean una pregunta que no se ha de soslayar. Calidad de vida, ¿para quién?
¿Calidad de vida para todos, o sólo para mí y los míos? ¿Calidad de vida para
los parados, o bienestar exclusivo para los instalados? ¿Calidad de vida sólo
para los europeos o para todos los hombres?
José Antonio Pagola
HOMILIA
1988-1989 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
12 de febrero de 1989
CREER EN
DIOS
Al Señor
tu Dios adorarás.
Tal vez, a más de uno le
sorprenda que los Obispos del País Vasco hayan dedicado su tradicional Carta
Pastoral de cuaresma a hablar de Dios al hombre de hoy.
¿Qué necesidad tenemos ahora de
plantearnos el problema de Dios? ¿No hay asuntos más importantes que abordar?
¿Para qué nos puede servir realmente creer en Dios?
Con frecuencia, los increyentes
no pueden sospechar todo lo que significa creer en Dios. Y, por su parte, los
creyentes no valoramos a veces toda la riqueza y las posibilidades que encierra
la adhesi6n confiada a Dios.
Es bueno recordar todo lo que
puede significar para un cristiano creer en Dios.
Creer en Dios supone descubrir el
mundo como una realidad cargada de sentido. Saber que el mundo no es algo
cerrado, que termina en sí mismo, sin profundidad ni misterio, sino un punto de
partida que nos abre a una plenitud mayor.
Creer en Dios supone descubrir la
vida como un regalo llamado a desplegarse de manera insospechada. Un proceso
misterioso que nos puede conducir a esa libertad que todos anhelamos.
Creer en Dios supone descubrir en
toda su hondura y radicalidad mi propia dignidad y responsabilidad, sintiéndome
estimulado y sostenido por El para irme realizando en el amor.
Creer en Dios supone reconocer a
los otros hombres y mujeres con la dignidad misma de hijos de Dios, amigos y
hermanos intocables con los que estoy llamado a compartir y construir la
historia.
Creer en Dios supone entender y
orientar la vida de los hombres al servicio y la defensa de los más olvidados,
los más solos y maltratados.
Creer en Dios supone optar por la
creatividad. Sentirse comprometido en crear una sociedad siempre más fraterna,
más reconciliada, más liberada.
Creer en Dios supone descubrir
que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. La vida
termina en Dios y es más grande que “esta vida”.
Creer en Dios supone vivir ya
desde ahora anticipando de alguna manera la libertad, la fraternidad y la paz
que esperamos al final para el hombre.
Creer en Dios supone encontrar en
el corazón de la vida y de uno mismo la esperanza verdadera: “El que pone su
esperanza en el cosmos, en el conjunto de lo de aquí, tendrá más tarde o más
temprano que enterrar su esperanza” (T.S.
Eliot).
José Antonio Pagola
HOMILIA
1985-1986 – BUENAS NOTICIAS
16 de febrero de 1986
CONVERTIRLO
TODO EN PAN
No sólo
de pan vive el hombre.
Es nuestra gran tentación.
Reducir todo el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros
deseos y empeñarnos en convertirlo todo en pan con que alimentar nuestras
apetencias.
Casi sin darnos cuenta, lo hemos
convertido todo en pan. Nuestra mayor satisfacción y, a veces, casi la única es
digerir y consumir comidas, artículos, objetos, espectáculos, libros,
televisión. Hasta el amor ha quedado convertido, con frecuencia, en mera
satisfacción y técnica sexual.
Corremos la tentación de buscar
el placer fuera y más allá de los límites de la necesidad, incluso, con
detrimento de la vida y la convivencia.
Porque falseamos la vida y la
empobrecemos cuando lo reducimos todo a mera utilidad y provecho. Y, por otra
parte, terminamos luchando por satisfacer nuestros deseos aun a costa de los
demás, provocando así la competencia y la guerra entre nosotros.
La carta cuaresmal de nuestros
Obispos nos pone en guardia ante las actitudes hedonistas de nuestra sociedad
«que consisten en la búsqueda del placer por encima del deber, del servicio y
del compromiso».
Nos engañamos si pensamos que es
ése el camino de la liberación y de la vida. Al contrario, ¿no hemos
experimentado nunca que la búsqueda exacerbada del placer lleva pronto al
aburrimiento, el hastío y el vaciamiento de la vida?
¿No estamos viendo que una
sociedad que atiza nuestras apetencias de consumo y satisfacción, no hace sino
generar insolidaridad, irresponsabilidad y violencia creciente?
Esta civilización que nos «ha
educado» para la búsqueda del placer fuera de toda razón y medida, está
necesitando un cambio de dirección que nos pueda infundir nuevo aliento de
vida.
Hay que «volver al desierto».
Aprender de aquel Jesús que se negó a hacer milagros por pura utilidad,
capricho o placer. Escuchar la verdad que se encierra en sus inolvidables
palabras: «No sólo de pan vive el hombre
sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios».
Al escucharlas, nos damos cuenta
de que no estamos vivos, que nuestra vida no es vida. Que necesitamos
liberarnos de nuestra avidez, egoísmo y superficialidad, para despertar en
nosotros el amor y la generosidad. Necesitamos escuchar a Dios que nos invita a
gozar creando solidaridad, amistad y verdadera fraternidad.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1982-1983 – APRENDER A VIVIR
20 de febrero de 1983
EQUIVOCARSE
Era
tentado por el diablo.
Todo hombre que no quiera vivir
alienado, debe saber mantenerse lúcido y vigilante ante las posibles
equivocaciones que puede cometer en la vida.
Quizás una de las aportaciones
más válidas de Jesús de Nazaret es la de poder ofrecer a quien le conoce y
sigue, la posibilidad de ser cada día más humano.
En Jesús podemos escuchar el
grito de alerta ante las graves equivocaciones que acechan siempre al hombre.
La primera equivocación es la de
considerar la satisfacción de las necesidades materiales como el objetivo
último y absoluto. Pensar que la felicidad última del hombre se encuentra en la
posesión y el disfrute de los bienes.
Según Jesús, esa satisfacción de
las necesidades materiales, con ser muy importante, no es suficiente. El hombre
se va haciendo humano cuando aprende a escuchar la palabra del Padre que le
llama a vivir como hermano.
Entonces descubre que ser hombre
es compartir, y no poseer; dar, y no acaparar; crear vida, y no explotar al
hermano.
La segunda equivocación es la de
buscar el poder, el éxito y el triunfo personal, por encima de todo y a
cualquier precio. Incluso siendo infiel a la propia misión y cayendo esclavo de
las idolatrías más ridículas.
Según Jesús, el hombre acierta,
no cuando busca su propio prestigio y poder, en la competencia y la rivalidad
con los demás, sino cuando es capaz de vivir en el servicio generoso y
desinteresado a los hermanos.
La tercera equivocación es la de
tratar de resolver el problema último de la vida, sin riesgos, luchas ni
esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta.
Según Jesús, entender así la
religión es destruirla. La verdadera fe no conduce a la pasividad, la evasión
de la realidad y el absentismo ante los problemas.
Al contrario, quien ha entendido
un poco lo que es ser fiel a un Dios, Padre de todos, se arriesga cada día más
en la lucha por lograr una sociedad de hombres más libres y más hermanos.
José Antonio Pagola
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