El pasado 2 de octubre, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia:
"Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción".
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Para leer, compartir, bajarse o imprimir las homilias de José Antonio Pagola del domingo haz "clic" sobre el título del domingo, o haz "clic" sobre Ciclo A, Ciclo B o Ciclo C, en el menú superior para leer las homilias de cada ciclo.
¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
13º domingo Tiempo ordinario (C)
EVANGELIO
Jesús tomó la
decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adonde vayas.
+ Lectura del santo
evangelio según san Lucas 9,51-62
Cuando se iba cumpliendo el
tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y
envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea
de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se
dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan,
discípulos suyos, le preguntaron:
- Señor, ¿quieres que mandemos
bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
Él se volvió y les regañó. Y se
marcharon a otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo
uno:
- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
- Las zorras tienen madriguera, y
los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
- Sígueme.
Él respondió:
- Déjame primero ir a enterrar a
mi padre.
Le contestó:
- Deja que los muertos entierren
a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.
Otro le dijo:
- Te seguiré, Señor. Pero déjame
primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
- El que echa mano al arado y
sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.
Palabra de Dios.
HOMILIA
2015-2016 -
26 de junio de 2016
SIN
INSTALARSE NI MIRAR ATRÁS
Seguir a Jesús es el corazón de
la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo.
Precisamente por eso, Lucas describe tres pequeñas escenas para que las
comunidades que lean su evangelio, tomen conciencia de que, a los ojos de
Jesús, nada puede haber más urgente e inaplazable.
Jesús emplea imágenes duras y
escandalosas. Se ve que quiere sacudir las conciencias. No busca más
seguidores, sino seguidores más comprometidos, que le sigan sin reservas,
renunciando a falsas seguridades y asumiendo las rupturas necesarias. Sus
palabras plantean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos
establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?
Primera escena. Uno de los que le
acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo
toma la iniciativa: «Te seguiré adonde
vayas». Jesús le hace tomar conciencia de lo que está diciendo: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros
nido», pero él «no tiene dónde
reclinar su cabeza».
Seguir a Jesús es toda una
aventura. Él no ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar
dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es "vivir de camino", sin
instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión. Una
Iglesia menos poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que
nos puede suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.
Segunda escena. Otro está
dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de
«enterrar a su padre». A ningún judío
puede extrañar, pues se trata de una de las obligaciones religiosas más
importantes. La respuesta de Jesús es desconcertante: «Deja que los muertos entierren a sus muertos: tú vete a anunciar el
reino de Dios».
Abrir caminos al reino de Dios
trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente. Nada ha de
retrasar nuestra decisión. Nadie nos ha de retener o frenar. Los
"muertos", que no viven al servicio del reino de la vida, ya se
dedicarán a otras obligaciones religiosas menos apremiantes que el reino de
Dios y su justicia.
Tercera escena. A un tercero que
quiere despedir a su familia antes de seguirlo, Jesús le dice: «El que echa mano al arado y sigue mirando
atrás no vale para el reino de Dios». No es posible seguir a Jesús mirando
hacia atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el
pasado. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en
el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2012-2013 -
30 de junio de 2013
CÓMO SEGUIR
A JESÚS
Jesús emprende con decisión su
marcha hacia Jerusalén. Sabe el peligro que corre en la capital, pero nada lo
detiene. Su vida solo tiene un objetivo: anunciar y promover el proyecto del
reino de Dios. La marcha comienza mal: los samaritanos lo rechazan. Está
acostumbrado: lo mismo le ha sucedido en su pueblo de Nazaret.
Jesús sabe que no es fácil
acompañarlo en su vida de profeta itinerante. No puede ofrecer a sus seguidores
la seguridad y el prestigio que pueden prometer los letrados de la ley a sus
discípulos. Jesús no engaña a nadie. Quienes lo quieran seguir tendrán que
aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le
acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:”Te seguiré adonde vayas”. Antes
que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni
bienestar. Él mismo “no tiene dónde reclinar su cabeza”. No tiene casa, come lo
que le ofrecen, duerme donde puede.
No nos engañemos. El gran
obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es el
bienestar en el que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque
sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria. Somos
esclavos de nuestro pequeño bienestar. Tal vez, la crisis económica nos puede
hacer más humanos y más cristianos.
Otro pide a Jesús que le deje ir
a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de
palabras provocativo y enigmático: “Deja que los muertos entierren a sus
muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios”. Estas palabras desconcertantes
cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Hemos de ensanchar el horizonte
en el que nos movemos. La familia no lo es todo. Hay algo más importante. Si
nos decidimos a seguir a Jesús, hemos de pensar también en la familia humana:
nadie debería vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos. Todos
podemos hacer algo más por un mundo más justo y fraterno.
Otro está dispuesto a seguirlo,
pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas
palabras: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el
reino de Dios”. Colaborar en el proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar
hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el
pasado.
Recientemente, el Papa Francisco
nos ha advertido de algo que está pasando hoy en la Iglesia: “ Tenemos miedo a
que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con
frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los suyos.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2009-2010 – CON LOS OJOS FIJOS EN JESÚS
27 de junio de 2010
SIN
INSTALARSE NI MIRAR ATRÁS
(Ver homilía del ciclo C -
2015-2016)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2006-2007 – HACERNOS DISCÍPULOS DE JESÚS
1 de julio de 2007
MOVERSE
Mientras
iban de camino.
Las primeras generaciones
cristianas nunca olvidaron que ser cristiano es «seguir» a Jesús y vivir como él. Así de claro y sencillo. Por eso
le da Lucas tanta importancia a tres dichos de Jesús.
A Jesús no se le puede seguir
buscando seguridad, pues él «no tiene
donde reclinar la cabeza». Para seguir a Jesús, hay que olvidarse de otras
obligaciones pues lo primero es «anunciar
el reino de Dios». A Jesús no se le puede seguir «mirando hacia atrás» pues quien le sigue así, «no vale para el reino de Dios».
«Seguir» a Jesús es una metáfora que los discípulos aprendieron por
los caminos de Galilea. Para ellos significa en concreto: no perder de vista a
Jesús; no quedarse parados lejos de él; caminar, moverse y dar pasos tras él. «Seguir» a Jesús exige una dinámica de
movimiento. Por eso, el inmovilismo dentro de la Iglesia es una enfermedad
mortal: mata la pasión por seguir a Jesús compartiendo su vida, su causa y su
destino.
El instinto por sobrevivir en
medio de la sociedad moderna nos lleva hoy a los cristianos a buscar seguridad.
La jerarquía se afana por recuperar un apoyo social que va decreciendo. Las
comunidades cristianas pierden peso y fuerza para influir en el ambiente. No
sabemos «dónde reclinar la cabeza».
Es el momento de aprender a seguir a Jesús de manera más despojada y
vulnerable, pero también más auténtica y real.
En la Iglesia vivimos con
frecuencia distraídos por costumbres y obligaciones que provienen del pasado
pero no ayudan hoy a generar vida evangélica. Hay pastores que se sienten como
«muertos dedicados a enterrar muertos».
Es el momento de volver a Jesús y buscar primero el reino de Dios. Sólo así nos
colocaremos en la verdadera perspectiva para entender y vivir la fe cristiana
como quería él.
Pero quienes miran sólo para
atrás, no valen para el reino de Dios. Cuando se ahoga la creatividad, se mata
la imaginación evangélica y se controla toda novedad como peligrosa, se está
promoviendo una religión estática que impide el seguimiento vivo a Jesús. Es el
momento de buscar una vez más «vino nuevo
en odres nuevos». Lo pedía Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2003-2004 – A QUIÉN IREMOS
27 de junio de 2004
HACERSE
CRISTIANO
(ver homilía del año 1986)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2000-2001 – BUSCAR LAS RAÍCES
1 de julio de 2001
DIOS NO
ES VIOLENTO
Se volvió
y los regañó.
Jesús no aceptó ninguna forma de
violencia. Al contrario, la quiso eliminar de raíz. No hay duda alguna. Lo han
proclamado siempre los cristianos y lo afirma rotundamente la investigación
actual. La no violencia es uno de los rasgos esenciales de la actuación y del
mensaje de Jesús. En el relato de Lucas, Jesús reacciona enérgicamente y
reprende a sus discípulos porque desean que «el fuego del cielo» destruya a los odiados samaritanos que no los
han acogido.
Sin embargo, sorprendentemente,
esta no violencia de Jesús no ha sido considerada normativa ni relevante para
el cristianismo. A lo largo de los siglos, los cristianos la han considerado
como algo desconectado de la fe o del comportamiento cristiano. Se ha llegado
incluso a bendecir guerras, cruzadas y posiciones militaristas, sin tener
conciencia de ir contra algo esencial de la fe cristiana.
¿Dónde está la raíz de esta
contradicción? Según diversos teólogos, el cristianismo sigue atrapado por la
idea del Dios violento de la Biblia, sin atreverse a seguir a Jesús. Se conoce
y se admira la no violencia del Maestro de Galilea, pero en la conciencia
social de los pueblos «cristianos» sigue vivo y operante el arquetipo de un
Dios justiciero y castigador que se impone a todos porque tiene más fuerza que
nadie. Es este Dios el que nos lleva una y otra vez a la guerra.
Si algo quiso Jesús fue arrancar
de las conciencias la imagen de un Dios violento. Sus gestos, sus palabras, su
vida entera revelan a un Dios Padre que no se impone nunca por la violencia.
Para Jesús, acoger el Reino de Dios significa precisamente eliminar toda forma
de violencia entre los individuos y entre los pueblos. Su mensaje es siempre el
mismo: «Dios es un Padre que está cerca. Sólo quiere una vida más digna y
dichosa para todos. Cambiad vuestra manera de pensar y de actuar, y creed en
esta Buena Noticia».
La fe de Jesús no ha logrado
todavía cambiar la inclinación humana al recurso a la violencia. Quienes
dominan el mundo sólo parecen entender el lenguaje de la guerra. Piensan
«imponer la justicia» actuando a imagen del Dios violento del Antiguo
Testamento. Hay que cambiar y creer en el Dios de Jesús. No es absurdo intentar
caminos no violentos. Lo absurdo es que haya todavía alguien que siga creyendo
en la guerra a pesar de tantos siglos de su bárbara inutilidad.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1997-1998 – UN CAMINO DIFERENTE
28 de junio de 1998
¿HACIA
DÓNDE?
Te
seguiré a donde vayas.
Es muy difícil que una persona
haga el recorrido de su vida sin preguntarse nunca por el sentido de su
existencia. Por muy monótona y rutinaria que sea su vida, tarde o temprano
terminará por escuchar las preguntas que lleva en el fondo de su ser: ¿de dónde
vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué me espera?, ¿qué sentido tiene todo?
Estas preguntas pueden brotar en
momentos de crisis y desgracia o en las horas de gozo más intenso. Le pueden
sorprender durante el silencio de la noche o en el bullicio de una fiesta. Se
las plantea el esposo feliz rodeado de su esposa e hijos, y el vagabundo que
camina solitario por las calles. La mujer que sufre en la cama de un hospital y
la que se broncea al sol en una playa de moda.
Es inútil que algunos filósofos
nos digan que «no tiene sentido buscar
sentido a la vida». (J. Sádaba). El ser humano quiere saber de dónde viene
y a dónde va. En el nuevo milenio se seguirán haciendo las mismas preguntas que
en milenios anteriores, pues la cuestión del sentido de la vida no es un
entretenimiento para personas desocupadas, sino un asunto en el que «nos va la
vida».
Por eso es tan grave que el
hombre moderno se vaya quedando sin Dios y sin nada que pueda dar coherencia y
sentido, fundamento y finalidad a la vida. Ya no se aceptan verdades ni metas
absolutas. Hay que aprender —se dice— a vivir sin un sentido último. Según el
filósofo de Turín, Gianni Váttimo, la
tarea actual de la filosofía ha de ser «enseñar
a vivir en la condición de quien no se dirige a ninguna parte».
Pero, ¿cómo vivir sin dirigirse a
ninguna parte?, ¿qué le espera al ser humano si ya no sabe cuándo progresa y
cuándo retrocede, cuando construye y cuándo se destruye? El hombre de hoy no
parece sentir necesidad de una «salvación religiosa» del pecado y de la muerte,
pero necesita ser salvado del nihilismo y el sinsentido que parece invadirlo
todo.
Tarde o temprano, el verdadero
creyente se sitúa ante Cristo con este tipo de preguntas: ¿qué es para Jesús
vivir?, ¿cómo entiende la vida?, ¿dónde está el secreto de su estilo de vivir?
No lo hace para encontrar recetas con las que resolver problemas concretos de
su vida, sino para orientar y dar sentido a su existencia entera. Es más tarde
cuando, atraído por la vida de Jesús, dice convencido: «Te seguiré a donde vayas».
José Antonio Pagola
HOMILIA
1994-1995 – VIVIR DESPIERTOS
2 de julio de 1995
INVIERNO
EN LA IGLESIA
Tú vete a
anunciar el Reino de Dios.
En los últimos años de su vida,
el célebre teólogo K. Rahner decía
que en Europa la fe se halla en «tiempo
invernal». Luego han sido varios los teólogos europeos que han usado la
misma metáfora para describir el momento actual de la Iglesia. Se trata, sin
duda, de una expresión dura, pero que viene sugerida por algunos indicios
graves. Sólo señalaré los que se apunta con más fuerza.
Bastantes cristianos se sienten
sacudidos en su misma identidad. No están seguros de ser creyentes. Tampoco
aciertan a comunicarse con Dios. La teólogo I.F.
Górres hablaba hace unos años de la «secreta
increencia » que crece en el interior mismo de la Iglesia. Por otra parte,
no parece que las Iglesias estén consiguiendo transmitir la fe a las nuevas
generaciones.
Otro dato importante es la
pérdida de credibilidad del cristianismo. La Iglesia ya no despierta la
confianza de hace unos años. Su palabra, muchas veces autoritaria y exigente,
no tiene el peso moral de otros tiempos. La autoridad religiosa viene cuestionada
hacia dentro y hacia fuera de la Iglesia. Al cristianismo se le piden hechos y
no discursos.
Además, «lo cristiano» parece
cada vez más irrelevante social- mente. El teólogo de Tubinga, N. Greinacher acaba de afirmar que «la
Iglesia se está convirtiendo cada vez más en un fenómeno marginal de nuestra
sociedad». En algunos ambientes, su actuación ni siquiera es considerada digna
de discusión o de crítica.
La imagen de K. Rahner encerraba, sin embargo, un sentido más hondo que el de la
«rigidez hibernal». En cada invierno se anuncia ya la primavera y, bajo los
campos helados, la vida se prepara para un nuevo renacer. Pero, nada importante
nace de forma fácil. El mismo Rahner
pedía, en primer lugar, radicalidad, retorno a las raíces espirituales. «Es difícil saber de qué modo y con qué
medios hacerlo, pero si el cristianismo estuviera marcado por la radicalidad,
surgiría la primavera en la Iglesia. » Hoy no tenemos santos entre nosotros
o, tal vez, ni somos capaces de reconocerlos. Este es nuestro primer problema.
Además, la Iglesia ha de
acercarse al dolor del hombre actual, a su vacío interior, a su impotencia para
encontrarse con Dios. Para nadie es fácil creer. Y la Iglesia tiene que
desprenderse de falsas seguridades para acompañar a los hombres y mujeres de
hoy en la búsqueda de sentido y esperanza. El «restauracionismo» sólo conduce a
peligrosos atascos de endurecimiento y crispación. Lo que necesitamos es
conversión personal y colectiva al Dios vivo de Jesucristo.
Tal vez ha llegado el momento en
que la Iglesia, olvidando cuestiones secundarias, ha de escuchar la llamada de
Jesús: «Deja que los muertos entierren a
sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.»
José Antonio Pagola
HOMILIA
1991-1992 – SIN PERDER LA DIRECCIÓN
28 de junio de 1992
Contra la violencia
Les
regaño.
La primera reacción de muchos al
oír hablar de la no-violencia es una reacción de escepticismo o desconfianza.
En el fondo, son pocos los que creen de verdad que los graves conflictos que
enfrentan a los hombres puedan resolverse sin acudir a la violencia.
Somos herederos de una larga
tradición en la que la violencia ha jugado un papel decisivo. La historia que
se nos ha enseñado es una historia de guerras. Desde niños se nos ha hecho
creer que las armas son el único medio eficaz para lograr la victoria.
Las mismas Iglesias han
contribuido a que la historia de Europa haya sido una historia violenta.
Alejándose del Espíritu de Cristo han elaborado diferentes teologías que
justificaban la violencia o permitían a los combatientes emprender «guerras
santas» o, al menos, «justas».
Se diría que la humanidad no
acierta a liberarse de la fatalidad de la violencia. A finales ya de este siglo
que ha conocido guerras horribles, a nadie parece conmover demasiado que se
desencadenen nuevos combates dentro de la misma Europa para resolver los
conflictos entre los pueblos, o que se siga predicando entre nosotros la
necesidad de la violencia.
Por eso, uno de los signos más
esperanzadores en este momento de la historia es el nacimiento de grupos y
movimientos comprometidos en crear una nueva cultura de no-violencia. Una
cultura que no consiste en estériles condenas de la violencia, sino en la
creación de un pensamiento nuevo sobre los conflictos y en la búsqueda de
caminos y estrategias para luchar eficazmente por la justicia sin introducir
nuevas violencias.
Tal vez, el primer paso sea
desenmascarar la maldad que encierra toda violencia. Sobre nosotros siguen
pesando ideologías que nos llevan a pensar que la violencia no sólo es
necesaria, sino incluso honorable. En nuestro subconsciente colectivo la
violencia aparece asociada a las causas más nobles de justicia y de libertad,
como la reacción natural de hombres movidos por la nobleza, el sacrificio, la
generosidad o el honor.
Es necesario tomar conciencia de
que estamos totalmente equivocados. La violencia engendra siempre un proceso
deshumanizador que pervierte radicalmente las relaciones entre los hombres,
introduce en la historia nuevas injusticias y obstaculiza de nuevo el camino
hacia la reconciliación.
De ahí la necesidad de buscar
alternativas eficaces a la violencia poniendo en práctica métodos y estrategias
que fuercen a resolver los conflictos por las vías del diálogo, el acercamiento
de posturas y el acuerdo.
La Iglesia ha de comprometerse
decididamente por esta cultura de la no-violencia si quiere ser fiel a aquel
Jesús que fustigó la típica reacción de violencia destructora de unos
discípulos que pedían «fuego del cielo»
para acabar con una aldea que no los había acogido.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1988-1989 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
2 de julio de 1989
LA
NO-VIOLENCIA DE JESUS
Les
regaño.
La escena es significativa. Los
samaritanos, pueblo hostil a los judíos, rechazan a Jesús y le niegan la hospitalidad
acostumbrada. La reacción de Santiago y Juan es rápida: “Señor, ¿quieres que
mandemos fuego del cielo que acabe con ellos?”. Jesús les reprende y los invita a marchar a otra aldea.
Muchas veces los cristianos no
hemos sabido ver algo que M. Gandhi descubrió
con gozo al leer el evangelio: la profunda convicción de Jesús de que sólo la
no-violencia puede salvar a la humanidad.
Después de su encuentro con el
evangelio, Gandhi escribía estas
palabras: “Leyendo toda la historia de esta vida… me parece que el cristianismo
está todavía por realizar… Mientras no hayamos arrancado de raíz la violencia
de nuestra civilización, Cristo no ha nacido todavía”.
La vida entera de Jesús ha sido,
desde el principio hasta el fin, una llamada a resolver los problemas de la
humanidad por caminos no violentos.
La violencia tiende siempre a
destruir. Lleva dentro de sí misma la tendencia al exceso. Pretende solucionar
los problemas de la convivencia humana arrasando al que considera enemigo, pero
no hace sino poner en marcha una reacción en cadena que no tiene fin.
Jesús urge a “hacer violencia a
la violencia”. El verdadero enemigo del hombre hacia el que tenemos que dirigir
nuestra agresividad no es el otro, sino nuestro propio “yo” egoísta, capaz de
destruir a quien se nos oponga.
Es una equivocación creer que el
mal se puede detener con el mal y la injusticia con la injusticia. El respeto
total a cada hombre y cada mujer, tal como lo entiende Jesús, está pidiendo un
esfuerzo constante por reducir progresivamente la mutua violencia para ir
extendiendo la cooperación, el diálogo y la búsqueda común de la justicia.
Los cristianos hemos de
preguntarnos por qué no hemos sabido todavía extraer del evangelio todas las
consecuencias de la “no-violencia” de Jesús ni le hemos dado el papel central
que ha de ocupar en la vida y la predicación de las iglesias.
Paradójicamente, han sido los
países de tradición cristiana los primeros en hacer posible el deseo de los
discípulos. Ya tenemos sobre nuestras cabezas ese “paraguas nuclear” que puede
hacer bajar fuego del cielo y arrasarnos a todos.
Tal vez, uno de los mayores
pecados de las Iglesias actuales sea el no promover e impulsar con fuerza y
convicción un movimiento de no violencia que vaya desarrollando una cultura
diferente de la que están imponiendo hoy los profetas del armamentismo y el
“equilibrio del terror”.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1985-1986 – BUENAS NOTICIAS
29 de junio de 1986
HACERSE
CRISTIANO
Sígueme.
Ser cristiano no es tener fe sino
irse haciendo creyente. Con frecuencia, entendemos la vida cristiana de una
manera muy estática y no la vivimos como un proceso de crecimiento y
seguimiento constante a Jesús.
Sin embargo, en realidad, se es
cristiano cuando se está caminando tras las huellas del Maestro. Por eso,
quizás deberíamos decir que somos cristianos, pero, sobre todo, nos vamos haciendo cristianos en la
medida en que nos atrevemos a seguir a Jesús.
Para no pocos, la vida cristiana
se reduce más o menos a vivir una moral muy general que consiste sencillamente
en «hacer el bien y evitar el mal». Eso es todo.
No han entendido que el
seguimiento a Jesús es algo mucho más profundo y vivo, y de exigencias más
concretas. Se trata de irnos abriendo dócilmente al Espíritu de Jesús para
vivir como él vivió y pasar por donde él pasó.
Por eso, el cristiano no sólo
evita el mal, sino que lucha contra el mal y la injusticia como lo hizo Jesús,
para eliminarlos y suprimirlos de entre los hombres. No sólo hace el bien, sino
que lucha por un mundo mejor, adoptando la postura concreta de Jesús y tomando
sus mismas opciones.
No basta buscar la voluntad de
Dios de cualquier manera sino buscarla siguiendo muy de cerca las huellas de
Jesús. Como ha dicho P. Miranda, «la
cuestión no está en si alguien busca a Dios o no, sino en si lo busca donde él
mismo dijo que estaba».
A veces pensamos que es difícil
saber cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. Y sin embargo, sabemos muy
bien cuál es el estilo de vida sencillo, austero, fraterno, cercano a los
pobres, que debemos reproducir día a día siguiendo a Jesús.
Hay cosas que son muy claras si
nos ponemos a seguir a Jesús. «La voluntad de Dios no es un misterio por lo
menos en cuanto atañe al hermano y se trata del amor» (E. Kasemann).
Ciertamente es arriesgado y exigente
seguir a Jesús. No se puede servir a Dios y al dinero, no se puede echar mano
al arado y volver la vista atrás, puede uno quedarse sin apoyo alguno donde
reclinar su cabeza.
Pero es lo único que puede
infundir verdadera alegría a nuestra vida. Cuando el creyente se esfuerza por
seguir a Jesús día a día, va experimentando de manera creciente que sin ese
"seguir a Jesús", su vida
sería menos vida, más inerte, más vacía y más sin sentido.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1982-1983 – APRENDER A VIVIR
26 de junio de 1983
UN
CRISTIANO DE SEGUIMIENTO
Sígueme.
En momentos de crisis como el que
estamos viviendo es grande la tentación de buscar seguridad, volver a
posiciones fáciles, y llamar de nuevo a las puertas de una religión que nos
“proteja” de tanto problema y conflicto.
Por eso, un creyente que lo
quiera ser de verdad debe preguntarse una y otra vez: ¿Cómo ser cristiano hoy?
Y naturalmente, la respuesta es la de siempre. Hay que volver a Jesús. Hay que
volver a una espiritualidad de
seguimiento a Jesús.
Se trata de configurar toda
nuestra vida cristiana en el seguimiento a Jesús, sin caer en la tentación de
seguir otros intereses ni otras corrientes que aparentemente nos pueden ofrecer
una “seguridad religiosa”, pero que nos alejan del espíritu del evangelio.
J. B.
Metz nos ha hablado del desafío más grave al que nos enfrentamos los
cristianos en Europa. Decidirnos entre “una religión burguesa” o “un
cristianismo de seguimiento”.
Seguir a Jesús no significa huir
hacia un pasado ya muerto, sin tratar de vivir hoy con el espíritu que le animó
a él. Como ha dicho alguien con ingenio, se trata de vivir hoy “con el aire de
Jesús” y no “al aire que más sopla”.
Este seguimiento no consiste
primariamente en apropiarnos de un conjunto de ideas nuevas, ni en pasar a
pertenecer a un grupo de selectos, sino en hacer de Jesús el eje único de
nuestro vivir diario y en ponernos decididamente al servicio de los que él
llamaba reino de Dios.
Este seguimiento a Jesús implica
casi siempre caminar “contra corriente” en actitud de rebeldía y ruptura frente
a costumbres, modas, corrientes de opinión que no concuerdan con el espíritu
del evangelio.
Y esto exige no solamente
resistirse a dejarse domesticar por una sociedad superficial y consumista, sino
incluso saber contradecir a los propios amigos y familiares cuando nos invitan
a seguir caminos contrarios del evangelio.
Por eso, el seguir a Jesús
implica también estar dispuesto a la conflictividad y a la cruz. Estar
dispuesto a compartir su suerte. Aceptar libremente el riesgo de una vida
crucificada como la suya, sabiendo que nos espera resurrección.
¿Ya no somos los cristianos de
hoy capaces de escuchar la llamada siempre viva de Jesús: “Sígueme”?
José Antonio Pagola
Para
ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La publicación de los comentarios requerirán la aceptación del administrador del blog.