¡Volver a Jesús! Retomar la frescura inicial del evangelio.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
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16º domingo Tiempo ordinario (A)
EVANGELIO
Mi cáliz lo beberéis.
Mateo 20,20-28
En aquel tiempo, se acercó a
Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una
petición. Él le preguntó:
- ¿Qué deseas?
Ella contestó:
- Ordena que estos dos hijos míos
se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Pero Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís. ¿Sois
capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
Contestaron:
- Lo somos.
Él les dijo:
- Mi cáliz lo beberéis; pero el
puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para
aquéllos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
Los otros diez, que lo habían
oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les
dijo:
- Sabéis que los jefes de los
pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre
vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y
el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no
ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por
muchos.
Palabra de Dios.
HOMILIA
25 de Julio de 2014
Título
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José Antonio Pagola
HOMILIA
PEREGRINAR
Mi cáliz
sí lo beberéis.
En pocos años ha crecido de manera insospechada el número de
gentes, sobre todo jóvenes, que recorren “el camino de Santiago”. No es fácil
saber a qué se debe exactamente tal atracción. Peregrinar es mucho más que
hacer deporte o vivir una aventura. Mucho más que emprender un viaje turístico
o recorrer una ruta cultural. ¿Qué buscan quienes se ponen en camino hacia
Santiago?
El camino ha sido desde muy antiguo un símbolo empleado para
significar la vida humana. Vivir es caminar, dar pasos, marchar hacia el
futuro. Lo dijo de forma bella Jorge Manrique en sus famosas Coplas:
“Partimos cuando nacemos andamos mientras vivimos y llegamos al
tiempo que fenecemos así que cuando morimos descansamos”.
Quien peregrina largas horas fácilmente comienza a repensar su
vida de peregrino por esta tierra.
El camino es siempre marcha hacia adelante: ¿hacia dónde? El
peregrino se pone en camino por algo: ¿qué le anima a emprender la marcha? Sin
meta no hay camino sino un ir de una parte a otra vagando sin sentido. Sólo la
meta convierte el recorrido en camino. Sólo la meta da sentido a los esfuerzos
de cada día. La pregunta es inevitable: ¿cuál es la meta de la vida?, ¿hacia
dónde hemos de encaminar nuestros pasos?
Siempre se emprende el camino con esperanza y cierto temor, con
confianza y con incertidumbre. Es necesario andar el camino acertado, no
extraviarse, no seguir caminos equivocados. Así sucede también en la vida.
Hemos de encontrar nuestro propio camino: ¿qué quiero hacer con mi vida?, ¿a
qué quiero dedicarla? La grandeza de una persona se mide por la meta a que
aspira y por el ideal que moviliza sus esfuerzos. Sólo cuando sigue su vocación
personal, sale el joven de la indefinición y del gregarismo.
Con el paso de los días, la peregrinación se va convirtiendo en
escuela que permite ahondar en lo esencial de la vida. El cansancio, la marcha
en silencio, la perseverancia en el esfuerzo van conduciendo al peregrino hacia
el fondo de su corazón. Es entonces cuando pueden brotar las preguntas
esenciales: ¿No es Dios la meta última del ser humano? ¿No es la vida un
peregrinar hacia nuestra patria verdadera? ¿No es Cristo el camino que hemos de
seguir para encontrarnos con el Padre?
La llegada a Santiago, el encuentro con el apóstol testigo del
Señor, la acción de gracias a Dios, la súplica callada, la reconciliación
sacramental y la participación en la eucaristía puede culminar una experiencia
religiosa renovadora como pocas.
José Antonio Pagola
HOMILIA
GRAVE
MALENTENDIDO
El que
quiera ser grande, que sea servidor.
La escena nos es conocida. Una madre que movida por un amor
apasionado a sus hijos, se acerca a Jesús pidiendo para Santiago y Juan los
puestos de más honor y poder. Y la reacción inmediata de Jesús que trata de
aclarar un grave malentendido: “No sabéis
lo que pedís”.
Y es que el discípulo de Jesús es exactamente lo contrario de un
hombre que busca poder y honor. El seguimiento a Jesús es el reverso del
triunfalismo.
El cristianismo debe saber que sólo hay un camino para ser grande
al estilo de Jesús. Y este camino no es el dominar, tiranizar y oprimir a los
más débiles. Al contrario, es el camino humilde de quien sabe vivir en el
servicio desinteresado a los demás.
El discípulo de Jesús debe saber que su grandeza no está en
destruir y exterminar a sus enemigos, sino en saber sufrir e incluso morir como
el Maestro, por fidelidad al Dios del amor.
Los malentendidos no han desaparecido. Curiosamente y por una de
esas paradojas que suceden en la historia, se ha querido hacer de Santiago, el
discípulo invitado por Jesús al servicio y al martirio, una especie de guerrero
mitológico y poderoso, encargado de salvar a la patria contra sus enemigos,
sirviéndose de un poder sobrenatural destinado a exterminar a los adversarios.
Digámoslo con claridad y firmeza. Hacer del apóstol Santiago un
héroe al servicio de la espada y de la guerra es distorsionar gravemente lo que
es un discípulo de Jesús.
Distorsión que puede explicarse en otras épocas y en otro contexto
condicionado por formas de religiosidad más aberrantes. Pero, cuya utilización
hoy no obedecería sino a intenciones muy alejadas del espíritu del evangelio
predicado por el mismo apóstol.
Los cristianos tenemos que ir purificando nuestra religión de todo
aquello que la falsea, la distorsiona y convierte nuestro cristianismo en
caricatura del evangelio querido por Jesús.
No debemos caer ya en la tentación de mezclar lo político y lo
religioso, para alimentar el triunfalismo que poco tiene que ver con lo que es
la fe cristiana.
Y no creamos que es una tentación que acecha siempre a otros.
Todos los pueblos corren el riesgo de manipular interesadamente la religión,
Entonces, la comunidad cristiana llamada a ser comunidad de perdón, de
fraternidad, de apertura y servicio a todos, puede degenerar en formas diversas
de nacional-catolicismo que se alejan radicalmente de lo que debe ser una
comunidad creyente.---
José Antonio Pagola
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