El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
3º domingo Tiempo ordinario (B)
EVANGELIO
Convertíos y
creed en el Evangelio.
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos
1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el
Evangelio de Dios. Decía:
- «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y
creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que
eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano
Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su
padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Palabra de Dios.
HOMILIA
21 de enero de 2018
OTRO MUNDO ES POSIBLE
(Ver homilía del ciclo B -
2011-2012)
José Antonio Pagola
HOMILIA
25 de enero de 2015
IR DETRÁS DE JESÚS
(Ver homilía del 25 de enero de 2009).
José Antonio Pagola
HOMILIA
22 de enero de 2012
OTRO MUNDO ES POSIBLE
No sabemos con certeza cómo reaccionaron los
discípulos del Bautista cuando Herodes Antipas lo encarceló en la fortaleza de
Maqueronte. Conocemos la reacción de Jesús. No se ocultó en el desierto.
Tampoco se refugió entre sus familiares de Nazaret. Comenzó a recorrer las
aldeas de Galilea predicando un mensaje original y sorprendente.
El evangelista Marcos lo resume diciendo que «marchó a Galilea proclamando la Buena Noticia de Dios».
Jesús no repite la predicación del Bautista, ni habla de su bautismo en el
Jordán. Anuncia a Dios como algo nuevo y bueno. Este es su mensaje.
«Se ha cumplido el plazo». El tiempo de espera que se vive en
Israel ha acabado. Ha terminado también el tiempo del Bautista. Con Jesús
comienza una era nueva. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros problemas,
sufrimientos y desafíos. Quiere construir junto con nosotros un mundo más
humano.
«Está cerca el reino de Dios». Con una audacia desconocida, Jesús
sorprende a todos anunciando algo que ningún profeta se había atrevido a
declarar: "Ya está aquí Dios, con su fuerza creadora de justicia, tratando
de reinar entre nosotros". Jesús experimenta a Dios como una Presencia
buena y amistosa que está buscando abrirse camino entre nosotros para humanizar
nuestra vida.
Por eso, toda la vida de Jesús es una llamada a la
esperanza. Hay alternativa. No es verdad que la historia tenga que discurrir
por los caminos de injusticia que le trazan los poderosos de la tierra. Es
posible un mundo más justo y fraterno. Podemos modificar la trayectoria de la
historia.
«Convertíos». Ya no es posible vivir como si nada
estuviera sucediendo. Dios pide a sus hijos e hijas colaboración. Por eso grita
Jesús: "Cambiad de manera de pensar y de actuar". Somos las personas
las que primero hemos de cambiar. Dios no impone nada por la fuerza, pero está
siempre atrayendo nuestras conciencias hacia una vida más humana.
«Creed en esta Buena Noticia». Tomadla en serio. Despertad de la indiferencia.
Movilizad vuestras energías. Creed que es posible humanizar el mundo. Creed en
la fuerza liberadora del Evangelio. Creed que es posible la transformación.
Introducid en el mundo la confianza.
¿Qué hemos hecho de este mensaje apasionante Jesús?
¿Cómo lo hemos podido olvidar? ¿Con qué lo hemos sustituido? ¿En qué nos
estamos entreteniendo si lo primero es "buscar el reino de Dios y su
justicia"? ¿Cómo podemos vivir tranquilos observando que el proyecto
creador de Dios de una tierra llena de paz y de justicia está siendo aniquilado
por los hombres?
José Antonio Pagola
HOMILIA
2008-2009 – RECUPERAR EL EVANGELIO
25 de enero de 2009
IR DETRÁS DE JESÚS
Venid
detrás de mí.
Cuando el Bautista fue detenido, Jesús vino a
Galilea y comenzó a «proclamar la Buena Noticia de Dios». Según Marcos, no
enseña propiamente una doctrina para que sus discípulos la aprendan y difundan
correctamente. Jesús anuncia un acontecimiento que está ya ocurriendo. Él lo
está ya viviendo y quiere compartir su experiencia con todos.
Marcos resume así su mensaje: «Se ha cumplido el
plazo»: ya no hay que mirar hacia atrás. «Está cerca el reino de Dios»:
pues quiere construir un mundo más humano. «Convertíos»: no podéis
seguir como si nada estuviera ocurriendo; cambiad vuestra manera de pensar y de
actuar. «Creed en esta Buena Noticia». Este proyecto de Dios es la mejor
noticia que podéis escuchar.
Después de este solemne resumen, la primera
actuación de Jesús es buscar colaboradores para llevar adelante su proyecto.
Jesús va «pasando junto al lago de Galilea». Ha comenzado su camino. Es
un profeta itinerante que busca seguidores para hacer con ellos un recorrido
apasionante: vivir abriendo caminos al reino de Dios. No es un rabino sentado
en su cátedra, que busca alumnos para formar una escuela religiosa. Ser
cristiano no es aprender doctrinas, sino seguirle a Jesús en su proyecto de
vida.
El que toma la iniciativa es siempre Jesús. Se
acerca, fija su mirada en aquellos cuatro pescadores y los llama a dar una
orientación nueva a sus vidas. Sin su intervención, no nace nunca un verdadero
cristiano. Los creyentes hemos de vivir con más fe la presencia viva de Cristo
y su mirada sobre cada uno de nosotros. Si no es él, ¿quién puede dar una nueva
orientación a nuestras vidas?
Pero lo más decisivo es escuchar desde dentro su
llamada: «Venid detrás de mí». No es tarea de un día. Escuchar esta
llamada significa despertar la confianza en Jesús, reavivar nuestra adhesión
personal a él, tener fe en su proyecto, identificarnos con su programa,
reproducir en nosotros sus actitudes… y, de esta manera, ganar más personas
para su proyecto.
Éste podría ser hoy un buen lema para una comunidad
cristiana: ir detrás de Jesús. Ponerlo al frente de todos. Recordarlo
cada domingo como el líder que va por delante de nosotros. Generar una nueva
dinámica. Centrarlo todo en seguir más de cerca a Jesucristo. Nuestras
comunidades cristianas se transformarían. La Iglesia sería diferente.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2005-2006 – POR LOS CAMINOS DE JESÚS
22 de enero de 2006
LO DEMÁS
ES RELATIVO
El reino
de Dios está cerca.
Se han escrito obras muy
importantes para definir con precisión dónde está la «esencia del
cristianismo». Sin embargo, para conocer el centro de la fe cristiana, no hay
que acudir a ninguna teoría teológica. Lo primero es captar qué fue para Jesús
su objetivo, el centro de su vida, lo absoluto, la causa a la que se dedicó en
cuerpo y alma.
Nadie duda hoy de que el
evangelio de Marcos lo ha resumido acertadamente con estas palabras: «El reino de Dios está cerca. Convertíos y
creed esta Buena Noticia». El objetivo de Jesús fue introducir en el mundo
lo que él llamaba «el reino de Dios»: una sociedad estructurada de manera justa
y digna para todos, tal como la quiere Dios.
Cuando Dios reina en el mundo, la
humanidad progresa en justicia, solidaridad, compasión, fraternidad y paz. A
esto se dedicó Jesús con verdadera pasión. Por ello fue perseguido, torturado y
ejecutado. «El reino de Dios» fue lo absoluto para él.
La conclusión es evidente: la
fuerza, el motor, el objetivo, la razón y el sentido último del cristianismo es
«el reino de Dios», no otra cosa. El criterio para medir la identidad de los
cristianos, la verdad de una espiritualidad o el valor de lo que hace la Iglesia es siempre «el
reino de Dios».
La única manera de mirar la vida
como la miraba Jesús, la única forma de sentir las cosas como las sentía él, el
único modo de actuar como él actuaba, es orientar la vida a construir un mundo
más humano. Sin embargo, muchos cristianos no han oído hablar así del «reino de
Dios». Y no pocos teólogos lo hemos tenido que ir descubriendo poco a poco a lo
largo de nuestra vida.
Una de las herejías más graves
que se han ido introduciendo en el cristianismo es hacer de la Iglesia lo absoluto.
Pensar que la Iglesia
es lo central, la realidad ante la cual todo lo demás ha de quedar subordinado;
hacer de la Iglesia
el «sustitutivo» del reino de Dios; trabajar por la Iglesia y preocupamos de
sus problemas, olvidando el sufrimiento que hay en el mundo y la lucha por una
organización más justa de la vida.
No es fácil mantener un
cristianismo orientado según el reino de Dios, pero cuando se trabaja en esa
dirección, la fe se transforma, se hace más creativa y, sobre todo, más evangélica
y cristiana.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2002-2003 – REACCIONAR
26 de enero de 2003
SED
ITINERANTES
Se marchó
a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Jesús fue un profeta itinerante.
No permaneció predicando en el desierto del Jordán. No se quedó en su aldea de
Nazaret. Tampoco se instaló en Cafarnaúm donde vivió algún tiempo. Su estilo
era otro: recorrer los pueblos comunicando su experiencia de un Dios bueno.
Esta manera de actuar no era casual. Respondía a una estrategia bien pensada y
tenía un hondo significado que los investigadores tratan hoy de captar.
Jesús no quería que el pueblo
marchara al Jordán a prepararse piel juicio inminente de Dios. Sería él mismo
quién los visitarla, aldea por aldea, invitando a todos a acoger a Dios que
irrumpía en sus vidas. No tenían que peregrinar a ninguna parte. Era Dios quien
venía a sus casas.
Jesús recorrió los pequeños
pueblos de Galilea pero, al parecer, no entró nunca en las grandes ciudades
como Séforis o Tiberíades. El anuncio de Dios tenía que comenzar allí donde el
pueblo estaba más enfermo y abatido, despojado del derecho a disfrutar
dignamente de su tierra.
Su vida itinerante en medio de
aquellas gentes era símbolo de su libertad. Jesús no tiene casa ni tierra
alguna. No lleva consigo ninguna moneda con la imagen del César. No tiene que
responder ante ningún recaudador. Él es el primero que se ha salido del imperio
de Roma para entrar confiadamente en el reino de Dios. Lo dice abiertamente: «No tengo dónde reclinar mi cabeza».
Jesús no se instala en ningún
lugar. El reino de Dios no tendrá un centro geográfico de poder desde el que
pueda ser controlado. No es como el imperio gobernado por Tiberio desde Roma ni
como la religión judía vigilada por los sumos sacerdotes desde el Templo de
Jerusalén.
El Dios de Jesús sólo puede ser
anunciado en contacto - directo y estrecho con las gentes más necesitadas de
vida y dignidad, desde una estrategia alejada del poder, por hombres y mujeres
que se mueven con libertad frente a cualquier sistema imperialista. El
evangelio apócrifo de Tomás atribuye a Jesús estas palabras: «Sed itinerantes». Según algunos autores,
sería un dicho auténtico de Jesús. ¿Es posible volver al movimiento itinerante
creado por Jesús?
José Antonio Pagola
HOMILIA
1999-2000 – COMO ACERTAR
23 de enero de 2000
LIBERAR LA VIDA
Convertíos.
«Convertíos porque está cerca el Reino de Dios». ¿Qué pueden decirle
estas palabras a un hombre o una mujer de nuestros días? A nadie nos atrae ofr
una llamada a la conversión. Pensamos enseguida en algo costoso y poco
agradable: una ruptura que nos llevaría a una vida poco atractiva y deseable,
llena sólo de sacrificios y renuncia. ¿Es realmente así?
Para comenzar, el verbo griego
que se traduce por «convertirse»
significa en realidad «ponerse a pensar», «revisar el enfoque de nuestra vida»,
«reajustar la perspectiva». Las palabras de Jesús se podrían escuchar así:
«Mirad si no tenéis que revisar y reajustar algo en vuestra manera de pensar y
de actuar para que se cumplan en vosotros los sueños de Dios».
Si esto es así, lo primero que
hay que revisar es aquello que bloquea nuestra vida. Convertirse es «liberar la
vida» eliminando miedos, egoísmos, tensiones y esclavitudes que nos impiden crecer
de manera sana y armoniosa. La conversión que no produce paz y alegría no es
auténtica. No nos está acercando a Dios.
Hemos de revisar luego si
cuidamos bien las raíces. Las grandes decisiones no sirven de nada si no
alimentamos las fuentes. No se nos pide una fe sublime ni una vida perfecta;
sólo que vivamos confiando en la grandeza del amor que Dios nos tiene.
Convertirse no es empeñarse en ser santo, sino aprender a vivir distendido y en
paz con Dios. Sólo entonces puede comenzar en nosotros una verdadera
transformación.
La vida nunca es plenitud ni
éxito total. Hemos de aceptar lo «inacabado», lo que nos humilla, lo que no
acertamos a corregir. Lo importante es mantener el deseo, no ceder al
desaliento, no decir «no merece la pena», «siempre lo estropeo todo».
Convertirse no es vivir sin pecado, sino aprender a vivir del perdón, sin
orgullo ni tristeza, sin alimentar la insatisfacción por lo que deberíamos ser
y no somos. Así dice el Señor en el libro de Isaías: «Por la conversión y la calma seréis libera4os» (Is 30, 15).
José Antonio Pagola
HOMILIA
1996-1997 – DESPERTAR LA FE
26 de enero de 1997
¿MIEDO O
ALEGRÍA?
… a
proclamar el Evangelio de Dios.
Hoy el término «evangelio» hace
pensar espontáneamente en uno de los cuatro libros que recogen el mensaje y la
actuación de Jesús. No era así para las primeras generaciones cris- lianas que
conocían bien el significado de esta palabra griega: «buena noticia». En el
Nuevo Testamento se emplean expresiones como «el evangelio de Dios» (Pablo), «el evangelio de Jesucristo» (Marcos) o
«el evangelio del Reino» (Mateo) para decir que el Dios del que habla Jesús
es una «buena noticia», algo «nuevo y bueno» para el ser humano.
Conozco a no pocas personas para
las que Dios no es algo bueno. Su religión se ha alimentado durante muchos años
del miedo a Dios. Oyen hablar de su misericordia infinita, pero no pueden
substraerse a un temor grande a la justicia divina. Tienen miedo a encontrarse
con Dios después de la muerte. No se atreven a confiar en su misericordia
frenados, tal vez, por la imagen de Dios que ha quedado en su conciencia.
Por eso, puede ser importante dar
a conocer el mensaje central de Teresa de
Lisieux, declarada recientemente «doctora de la Iglesia » por Juan Pablo II. Sorprende y conmueve la
audacia de su confianza en la misericordia infinita de Dios. «A través de ella
—dice la santa— contemplo y adoro las demás perfecciones divinas.., entonces
todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás ésta más
aún que las demás) me parece revestida de amor.»
Para Teresa de Lisieux, la «justicia de Dios» no tiene nada que ver con
los tribunales humanos. Es la justicia de alguien que es amor y misericordia
infinita. Por eso, la justicia de Dios que a tantos espanta, constituye para
ella motivo de alegría y de confianza. Escuchemos sus palabras: «Yo sé que hay
que estar muy puros para comparecer ante el Dios de toda santidad, pero sé
también que el Señor es infinitamente justo. Y esta justicia, que asusta a
tantas almas, es precisamente lo que constituye el motivo de mi alegría y de mi
confianza... Precisamente porque es justo, es compasivo y misericordioso.., se
acuerda de que somos barro.» Teresa
se alegra al pensar en la justicia de Dios: «Qué alegría pensar que Dios es
justo!, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades... Siendo así, ¿de
qué voy a tener miedo? El Dios infinitamente justo, que se dignó perdonar con
tanta bondad todas las culpas del hijo pródigo, ¿no va a ser justo también
conmigo?»
Según el célebre escritor francés
G. Bernanos, la invitación de la
santa de Lisieux a confiar totalmente en la misericordia de Dios no es una
receta más de «confitería devota», sino «uno de los mensajes más misteriosos y
urgentes que jamás haya recibido el mundo». El mensaje del mismo Jesús olvidado
muchas veces por los suyos.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1993-1994 – CREER ES OTRA COSA
23 de enero de 1994
Creed la Buena Noticia.
Hay personas a las que el
cristianismo se les presenta como una religión complicada y sobrecargada. No
saben cómo expresarlo, pero sienten la necesidad de redescubrir cuál es el
núcleo elemental y básico que les permita comprender mejor dónde está la
novedad de la fe cristiana. De ahí el interés excepcional de esos breves
versículos en los que el evangelio más antiguo nos ofrece el primer resumen que
se formuló de la predicación de Jesús.
El evangelista Marcos nos dice que todo lo que Jesús
predicaba se puede sintetizar en esto: Jesús proclamaba «la
Buena Noticia de
Dios». Ahí está la sustancia de todo su mensaje. Propiamente Jesús no
enseñaba una doctrina ni exponía una filosofía. Su originalidad está en
anunciar la noticia de que Dios es algo bueno para los hombres.
A continuación, el evangelista
nos resume esto en unas breves palabras que son analizadas minuciosamente hoy
por los mejores especialistas y exégetas: «El
tiempo se ha cumplido, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.» ¿Se puede explicar de manera sencilla y elemental
este mensaje?
«El tiempo se ha cumplido.» Comienza ahora algo nuevo y definitivo.
Es lo primero que afirma Jesús. No hay que esperar más. Ha llegado ya el
momento decisivo de revelar a los seres humanos algo importante. Algo que exige
la máxima atención.
«Está cerca el Reino de Dios.» Este es el gran acontecimiento. Dios
quiere intervenir en la vida de las personas. Y esto es lo mejor que nos podía
ocurrir. Porque este Dios no es como los falsos dioses, que llevan al egoísmo,
la injusticia y la mutua destrucción. Es un Dios Padre que quiere la vida, la
felicidad y la salvación de todos y cada uno de los hombres y mujeres porque él
los ha creado y los siente como hijos.
Nadie está excluido, ni siquiera
los pecadores. Cuando Dios reine plenamente, todo será al revés. Los últimos
serán los primeros. Las prostitutas irán por delante de los que parecen santos.
Y los pobres que ahora lloran y pasan hambre descubrirán que Dios es bueno,
sobre todo, para ellos, no porque son mejores, sino porque Dios no puede reinar
sin hacer justicia a los que nadie hace.
«Convertíos y creed la Buena Noticia.» Hay que cambiar. Esta noticia exige un giro total.
Hay que tomar otra postura. Entender a Dios de otra manera. Confiar
absolutamente en su bondad. Orientar nuestra vida según las exigencias de este
Dios que quiere lo mejor para todos.
Lo primero es creer esta buena
noticia. Acogerla con alegría. Creer en ese Dios revelado y encarnado en Jesús.
Creer en su amor increíble y sorprendente. Vivir con la confianza absoluta de
que nuestra salvación está en ese Dios. Ser cristiano es dejarse impactar por
el «misterio del Reino» (Mc 4, 11) y
saber que tu vida se está decidiendo en la postura que adoptas ante esa Buena
Noticia proclamada por Jesús.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1990-1991 – DESPERTAR LA ESPERANZA
27 de enero de 1991
ANUNCIAR
A DIOS
Proclamar
el Evangelio de Dios.
Hay personas que, al escuchar el
nombre de Dios, reaccionan casi instintivamente con una actitud de rechazo:
“Dios? No me interesa. Bastante tengo con mis problemas”. Otros parecen adoptar
una postura más vacilante: “Tal vez sea importante, pero no tengo tiempo para
ocuparme de esas cosas. No veo para qué puede servir Dios”. A alguno le he oído
decir estas palabras: “Ojalá Dios no existiera. Todos viviríamos mejor y más
tranquilos, sin miedo a caer algún día en sus manos”.
¿Por qué ha dejado Dios de ser
Buena Noticia para tantas personas? ¿Por qué su nombre no es pronunciado con
más amor y más gozo por los hombres de hoy? ¿Por qué ha quedado vacío de
atractivo? ¿Es que Dios los ha defraudado?
Quien se ha encontrado con El,
aunque sea de manera humilde y modesta, sabe que Dios no decepciona. Los que
decepcionamos una y otra vez somos los que decimos creer en El.
Se han escrito muchos estudios
sobre las causas que están en la raíz de la indiferencia religiosa y del
ateísmo contemporáneo. Pero no siempre se recuerda la posible responsabilidad
de quienes pretendemos ser sus mensajeros.
Y, sin embargo, cuántos se alejan
de Dios decepcionados por la mediocridad de quienes hablamos de El. Un experto
como Ch. Chabanis ha podido afirmar
que “la gran crisis religiosa de nuestro tiempo es menos una desafección hacia
Dios que una desafección hacia las instituciones religiosas”.
Es cierto que no hay que
confundir nunca a Dios con los hombres que lo anuncian o las instituciones que
lo representan. Pero, dentro de las Iglesias, hemos de tomar conciencia de la
enorme frustración que podemos provocar en quienes buscan sinceramente a Dios.
¿Cómo podrán escuchar su voz en
medio de nuestra palabrería? ¿Cómo descubrirán su rostro bajo esas ideas
mezquinas de un Dios puesto al servicio de tantos intereses y quimeras? ¿Cómo
se sentirán atraídos por su misterio si no perciben más amor entre los que lo
adoran? ¿Cómo podrán experimentar bajo una religión, a veces tan complicada,
sobrecargada y triste, la presencia de un Dios cercano y bueno, capaz de
aliviar su corazón fatigado?
El evangelista Marcos resume la
actividad de Jesús diciendo que “anunciaba
la Buena Noticia
de Dios”. Encontrarse con Jesús era encontrarse con alguien que acercaba a
Dios, transparentaba su misterio de bondad, contagiaba su alegría y su perdón.
Sólo una vida como la de Jesús
puede anunciar a Dios como Buena Noticia. En caso contrario, por mucho que
hablemos de El, no seremos sus testigos sino pantalla opaca que oculta su
rostro.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1987-1988 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
24 de enero de 1988
SUICIDIO
Creed la Buena Noticia.
Lo hemos podido ver sobrecogidos
en la pequeña pantalla del televisor. Un hombre todavía joven arrojándose al
vacío ante las cámaras, en un espectáculo entre morboso y trágico.
Quitarse la vida ya no es algo
raro entre nosotros. Poco a poco, el suicidio va dejando de ser aquel hecho más
o menos vergonzante que familiares y amigos trataban de disfrazar de muerte
accidental. Hoy podemos ver morir “en directo”.
La prensa diaria nos ha ido
habituando a noticias de este tipo: “Hombre de 56 años se arroja al tren en la
estación de San Sebastián”; “Fallece una anciana en Eibar al caer desde el
sexto piso”; “Joven muerto al dispararse un tiro de escopeta».
Según las estadísticas, 115
personas acabaron con su vida en Euskadi el pasado año, de ellas 42
guipuzcoanos. Sólo en la
Residencia donostiarra se atendieron más de 350 urgencias por
intento de suicidio.
Si estos datos son ciertos, casi
todos los días hay en Guipúzcoa una persona que intenta quitarse la vida. ¿Qué
pensar ante este hecho?
Los siquiatras nos hablan de los
factores de alto riesgo de suicidio que pueden conducir hasta la trágica
decisión: la muerte del cónyuge, una enfermedad incurable, la soledad,
problemas conyugales, la depresión.
Por otra parte, desde los
estudios de E. Durkheim, el suicidio
viene interesando cada vez más a sociólogos y observadores de la sociedad. De
hecho, aunque el factor desencadenante sea una crisis personal, los suicidios
nos descubren también, de alguna manera, la crisis y el fracaso de una sociedad
donde los individuos pueden llegar tan fácilmente a su desintegración.
Es aquí donde surge la pregunta
más inquietante. Este suicidio cada vez más frecuente entre nosotros, ¿es sólo
problema de algunos individuos o síntoma de «una cultura suicida” promovida
inconscientemente por todos?
¿Por qué son hoy tantas las
personas que se quedan sin una razón para seguir viviendo? ¿Qué es lo que les
falta y no encuentran en esta sociedad? ¿Por qué acaban no creyendo en nada ni
en nadie?
No se puede responder de manera
simplista. Cada persona es un misterio. Pero lo cierto es que el hombre moderno
parece cada vez más necesitado de sentido, esperanza y paz interior.
¿No necesitará hoy más que nunca
escuchar la llamada decisiva de Jesús: «Dios está cerca. Cambiad y creed en
esta Buena Noticia?”.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1984-1985 – BUENAS NOTICIAS
27 de enero de 1985
DESCUBRIR
LA BUENA NOTICIA
Creed la Buena Noticia.
Muchos cristianos quedarían un
tanto sorprendidos si se les dijera que el cristianismo consiste en descubrir
una Buena Noticia.
Para ellos, las cosas han
sucedido de otra manera. Se han encontrado en la vida siendo «cristianos», sin
que se hayan planteado nunca por qué creen y sin que la fe les haya ayudado a
experimentar nada especialmente gozoso en la vida.
Su fe no ha crecido. Ha quedado
embotada y vacía. Más bien, la religión ha sido un peso del que se han ido
desprendiendo poco a poco, más que por razones convincentes, por comodidad,
cansancio o aburrimiento.
Es fácil abandonar así la fe,
abandonándose uno mismo a la superficialidad y al olvido, pero no supone más
coraje, más verdad ni más alegría.
Otros han reducido la fe al
mínimo. Su religión está impregnada de desconfianza y sospecha, más que de fe
gozosa y entregada. Para ellos, Dios es cualquier cosa menos una Buena Noticia
capaz de alegrar su existencia.
¿Es posible descubrir bajo un
cristianismo aparentemente complejo, complicado, sobrecargado, desfigurado y
triste, algo sencillo, elemental y bueno, que pueda iluminar nuestro corazón
fatigado y triste?
Karl Rahner en su precioso librito «Crees en Dios?» escribe
así: «Dios es y sigue siendo el misterio inefable. Lo único que se sabe de Dios
es la experiencia del misterio obtenida en la adoración. El único medio de
acercarse a El es la humildad, es decir, la verdad de nuestra existencia
humana».
¿No estará ahí todo el secreto?
Cuántos hombres y mujeres sencillos saben de Dios más que teólogos y dogmáticos
ilustrados. Gentes que no hacen gala de una fe grande y pura, pero que se
confían humildemente al misterio de Dios.
Personas que viven el amor al
prójimo sin aspavientos ni ostentación alguna. Cristianos humildes, muy
conscientes de su limitación y su pecado, pero que se saben habitados por la
presencia bondadosa de Dios.
No sabrán decirnos grandes cosas
de El, pero han acertado en lo más importante. Lo han acogido como gracia.
Saben vivir ante El. Han respondido a la llamada de Jesús: «Creed la Buena Noticia ».
José Antonio Pagola
HOMILIA
1981-1982 – APRENDER A VIVIR
24 de enero de 1982
DIOS,
¿BUENA NOTICIA?
A
proclamar el evangelio de Dios.
No cabe duda de que, cuando
Marcos nos dice que Jesús «proclamaba la
buena noticia de Dios», esté recogiendo una experiencia real que las gentes
vivieron, de alguna manera, junto a Jesús.
Y uno que vive en esta sociedad,
aparentemente tan indiferente y fría ante Dios, no puede menos de preguntarse:
¿Cómo pudo Jesús entusiasmar a sus oyentes? ¿Cómo pudieron aquellos hombres
percibir a Dios como buena noticia?
El gran teólogo francés Jean Rostand ha expresado, con dan- dad
y honradez, el malestar que muchos contemporáneos sienten hoy ante la fe
religiosa. «Yo soy incapaz de aceptar una “revelación” supuestamente hecha a
antepasados nuestros en tiempos ya pasados de nuestra historia, por respetable
que me parezca este género de tradiciones y el papel que han podido jugar en
nuestro pasado moral... A mis ojos valen las creencias que vamos recreando
constantemente en nuestra inteligencia, y pueden formarse de novo en el espíritu del hombre, a partir de materiales
provenientes de la ciencia y la libre reflexión».
Si ser cristiano fuera aceptar un
conjunto de doctrinas y afirmaciones que nos llegan de tiempos pasados, Jean Rostand tendría razón. Pero la fe
cristiana no es sólo eso. La fe nos pone a los creyentes en contacto con Alguien vivo, que va impulsando la vida
del hombre hacia su cumplimiento.
A veces olvidamos que Jesús no ha
hablado de Dios, sino del «reino de Dios».
Jesús no ha sido el teólogo preocupado de expresar teóricamente una doctrina
acerca de Dios, sino el hombre habitado por un Dios vivo, que ha buscado con
todas sus fuerzas que Dios sea acogido por los hombres y que su reinado se
imponga en las entrañas mismas de la historia.
Dios empieza a ser buena noticia
para nosotros, no cuando pretendemos comprenderlo con nuestra inteligencia,
sino cuando lo acogemos humildemente en nuestra existencia, y podemos
experimentar que su cercanía nos hace más humanos, más libres, más capaces de
amar, vivir y crear.
Maurice Blondel supo expresar bellamente algo
que puede estar sucediendo entre nosotros: «Cuando se mira a Dios desde fuera
como un objeto de conocimiento, sin juventud de corazón ni inquietud de amor,
no se tiene entre las manos sino un fantasma o un ídolo».
Quizás son muchos los que llevan
hoy en el fondo de sus almas ese fantasma o ese ídolo de Dios. Hombres y
mujeres que esperan la buena noticia de un Dios diferente. ¿Dónde están los
creyentes que se la puedan contagiar?
José Antonio Pagola
Para
ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
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