14 de agosto de 2011
Homilias de José Antonio Pagola
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- Jesús de Nazaret hoy
20º domingo Tiempo ordinario (A)
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EVANGELIO
Mujer, qué grande es tu fe
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
-«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.»
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
-«Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó:
-«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió:
-«Señor, socórreme.»
Él le contestó:
-«No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso:
-«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió:
-«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra de Dios
HOMILIA
2010-2011 -
14 de agosto de 2011
JESÚS ES PARA TODOS
La escena es sorprendente. Una mujer pagana sale gritando al encuentro de Jesús. Es una madre de fuerte personalidad que reclama compasión para su hija enferma, pues está segura de que Dios quiere una vida digna para todos sus hijos e hijas, aunque sean paganos, aunque sean mujeres.
Su petición es directa: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija está atormentada por un demonio». Sin embargo, su grito cae en el vacío: Jesús guarda un silencio difícil de explicar. ¿No se conmueve su corazón ante la desgracia de aquella madre sola y desamparada?
La tensión se hace más insoportable cuando Jesús rompe su silencio para negarse rotundamente a escuchar a la mujer. Su negativa es firme y brota de su deseo de ser fiel a la misión recibida de su Padre: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
La mujer no se desalienta. Apresura el paso, alcanza al grupo, se postra ante Jesús y, desde el suelo, repite su petición: «Señor, socórreme». En su grito está resonando el dolor de tantos hombres y mujeres que no pertenecen al grupo de aquel Sanador, y sufren una vida indigna. ¿Han de quedar excluidos de su compasión?
Jesús se reafirma en su negativa: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». La mujer no se rinde ante la frialdad escalofriante de Jesús. No le discute, acepta su dura imagen, pero extrae una consecuencia que Jesús no ha tenido en cuenta: «Tienes razón, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de los amos». En la mesa de Dios hay pan para todos.
Jesús reacciona sorprendido. Escuchando hasta el fondo el deseo de esta pagana, ha comprendido que lo que pide es exactamente lo que quiere Dios: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». El amor de Dios a los que sufren no conoce fronteras, ni sabe de creyentes o paganos. Atender a esta mujer no le aleja de la voluntad del Padre sino que le descubre su verdadero alcance.
Los cristianos hemos de aprender hoy a convivir con agnósticos, indiferentes o paganos. No son adversarios a apartar de nuestro camino. Si escuchamos su sufrimiento, descubriremos que son seres frágiles y vulnerables que buscan, como nosotros, un poco de luz y de aliento para vivir.
Jesús no es propiedad de los cristianos. Su luz y su fuerza sanadora son para todos. Es un error encerrarnos en nuestros grupos y comunidades, apartando, excluyendo o condenando a quienes no son de los nuestros. Sólo cumplimos la voluntad del Padre cuando vivimos abiertos a todo ser humano que sufre y gime pidiendo compasión.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2007-2008 - RECREADOS POR JESÚS
17 de agosto de 2008
EL GRITO DE LA MUJER
Se puso a gritarle.
Cuando, en los años ochenta, Mateo escribe su evangelio, la Iglesia tiene planteada una grave cuestión: ¿Qué han de hacer los seguidores de Jesús? ¿Encerrarse en el marco del pueblo judío o abrirse también a los paganos?
Jesús sólo había actuado dentro de las fronteras de Israel. Ejecutado rápidamente por los dirigentes del templo, no había podido hacer nada más. Sin embargo, rastreando en su vida, los discípulos recordaron dos cosas muy iluminadoras. Primero, Jesús era capaz de descubrir entre los paganos una fe más grande que entre sus propios seguidores. Segundo, Jesús no había reservado su compasión sólo para los judíos. El Dios de la compasión es de todos…
José Antonio Pagola
HOMILIA
2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
14 de agosto de 2005
ALIVIAR EL SUFRIMIENTO
Que se cumpla lo que deseas.
Jesús vivía muy atento a la vida. Es ahí donde descubría la voluntad de Dios. Miraba con hondura la creación y captaba el misterio del Padre que lo invitaba a cuidar con ternura a los seres más pequeños. Abría su corazón al sufrimiento de la gente y escuchaba la voz de Dios que lo llamaba a aliviar su dolor.
Los evangelios nos han conservado el recuerdo de un encuentro que tuvo Jesús con una mujer pagana en la región de Tiro y Sidón. El relato es sorprendente y nos descubre cómo aprendía Jesús el camino concreto para ser fiel a Dios…
José Antonio Pagola
HOMILIA
2001-2002 – CON FUEGO
18 de agosto de 2002
Título
(No se encuentra)
José Antonio Pagola
HOMILIA
1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
15 de agosto de 1999 (Se celebró la asunción de María.)
¿PARA QUÉ PEDIR?
Mujer, qué grande es tu fe...
Nos hemos acostumbrado a dirigir nuestras peticiones a Dios de manera tan superficial e interesada que probablemente hemos de aprender de nuevo el sentido y la grandeza de la súplica cristiana. L. Boros señala algunas dificultades que hacen casi imposible la súplica y contra las que tenemos que luchar decididamente.
A algunos les parece indigno rebajarse a pedir nada. El hombre es responsable de sí mismo y de su historia. Pero, aun siendo esto verdad, también lo es el que los hombres vivimos de la gracia. Y reconocerlo significa enraizamos en nuestra propia verdad…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1995-1996 – SANAR LA VIDA
18 de agosto de 1996
AL RITMO DE CADA DÍA
Ten compasión de mí.
Son muchos los creyentes que han perdido casi totalmente la costumbre de orar. Recuerdan, quizás, oraciones que hacían de niños, pero hoy no aciertan a dirigirse a Dios. Desearían, tal vez, volver a comunicarse con él, pero no saben por dónde empezar.
Seamos realistas. ¿Cómo puede orar un hombre o mujer sometido al ritmo ordinario de la vida moderna? ¿Qué pasos puede dar? Yo sugiero comenzar por recuperar de forma sencilla la oración de la mañana y de la noche…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1992-1993 – CON HORIZONTE
15 de agosto de 1993 (Se celebró la asunción de María.)
¿FRONTERAS O PUENTES?
Mujer, qué grande es tu fe.
Hace unos años la Iglesia dividía sencillamente a las gentes en dos clases: aquellos que, habiendo recibido el bautismo, pertenecían inequívocamente a ella, y los que, al no estar bautizados, estaban fuera. Hoy no es así. El hecho de estar bautizado no significa ya que la persona sea miembro real de la Iglesia o que se sienta cristiana.
En nuestros días, no es tan sencillo trazar unas fronteras precisas para saber quiénes pertenecen a la Iglesia y quiénes no. Bastantes bautizados siguen creyendo en «algo» sin que sea fácil determinar la distancia que hay entre la «fe oficial» de la Iglesia y lo que esas personas creen en su corazón. Algunos dicen pertenecer todavía a ella porque están registrados en el libro de bautismos, pero su fe real ha quedado reducida a algo muy difuso…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1989-1990 – NUNCA ES TARDE
19 de agosto de 1990
PEDIR CON FE
Mujer, qué grande es tu fe.
La oración de petición ha sido objeto de una intensa crítica a lo largo de estos años. El hombre ilustrado cié la época moderna se avergüenza de adoptar una actitud de súplica ante Dios, pues sabe que Dios no va a alterar el curso natural de los acontecimientos para atender sus deseos.
La naturaleza es «una máquina» que funciona según unas leyes naturales, y el hombre es el único ser que puede actuar y transformar, y sólo en parte, el mundo y la historia, con su intervención…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
16 de agosto de 1987
LA PETICION
Lepidi6 de rodillas...
Sorprende ver que Jesús alabe la grandeza de fe de una madre sólo porque pide insistentemente la curación de su hija.
Esta mujer no hace ningún gesto extraordinario. No vive una experiencia religiosa privilegiada. Sencillamente acude a Jesús porque desea ver curada a esa hija que tanto quiere. ¿Qué grandeza puede haber en su petición?
Estos últimos años se ha despertado en algunos cristianos todo género de reservas y sospechas ante la oración de petición como una actitud religiosa que puede encerrar un larvado egoísmo y una evasión que aleja del compromiso…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
19 de agosto de 1984
SUPLICAR CON FE
Mujer, qué grande es tu fe...
Nos hemos acostumbrado a dirigir nuestras peticiones a Dios de manera tan superficial e interesada que probablemente hemos de aprender de nuevo el sentido y la grandeza de la súplica cristiana.
L. Boros señala algunas dificultades que hacen imposible la súplica y contra las que tenemos que luchar decididamente.
A algunos les parece indigno rebajarse a pedir nada. El hombre es responsable de sí mismo y de su historia. Pero, aun siendo esto verdad, también lo es el que los hombres vivimos de la gracia. Y reconocerlo significa enraizamos en nuestra propia verdad…
José Antonio Pagola
HOMILIA
1980-1981 – APRENDER A VIVIR
16 de agosto de 1981
UNA FE GRANDE
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
Qué tentador resulta en una época como la nuestra el medir la grandeza o pequeñez de una vida desde el éxito o los logros conseguidos.
Condicionados por una cultura que casi sólo piensa en el rendimiento y la producción, apenas somos capaces de emplear otros criterios para valorar a la persona si no es su actividad y eficacia.
No es extraño que, a la hora de evaluar la calidad de la fe, busquemos inmediatamente la eficacia transformadora y el compromiso práctico que esa fe es capaz de generar en nuestra sociedad…
José Antonio Pagola
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