lunes, 11 de abril de 2011

17/04/2011 - Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (A)

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17 de abril de 2011

Homilias de José Antonio Pagola

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- Jesús de Nazaret hoy

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (A)


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EVANGELIO

Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

+ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-27, 66

¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
D. -«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.

¿Dónde quieres que te preparemos la Pascua?

C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
D. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó
+ -«Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.

Uno de vosotros me va a entregar.

C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ -«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
D. -«¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ -«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido. »
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
D. -«¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ -«Tú lo has dicho.»

Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre.

C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ -«Tornad, comed: esto es mi cuerpo.»
C. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ -«Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre. »
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.

Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.

C. Entonces Jesús les dijo:
+ -«Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
D. -«Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ -«Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
D. -«Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.

Empezó a entristecerse y a angustiarse

C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ -«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo:
+ -«Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ -«Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
+ -«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil. »
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ -«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.
Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ -«Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»

Echaron mano a Jesús para detenerlo.

C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
D. -«Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
D. -«¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ -«Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.
Jesús le dijo:
+ -«Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ -«¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso.

C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
O. -«Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
O. -«¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
O. -«Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ -«Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
O. -«Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
M. -«Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
M. -«Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»

Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces

C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
O. -«También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
D. -«No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
O. -«Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
D. -«No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
O. -«Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
D. -«No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Entregaron a Jesús a Pilato, el gobernador.

C. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador.

No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.

C. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
D. -«He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
O. -«¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
O. -«No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta:
«Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.»

¿Eres tú el rey de los judíos?

C. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
O. -«¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ -«Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
O. -«¿No oyes cuántos cargos presentan contra fi?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
O. -«¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías? »
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
O. -«No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador preguntó:
O. -«¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
M. -«A Barrabás. »
C . Pilato les preguntó:
O. -«¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
M. -«Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
O. -«Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
M. -«¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
O. -«Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
M. -«¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

¡Salve, rey de los judíos!

C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
M. -«¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

Crucificaron con él a dos bandidos.

C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.

C. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
M. -«Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
O. -«A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.

Elí, Elí, lamá sabaktaní.

C. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ -«Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir: + -«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
M. -«A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber.
Los demás decían:
M. -«Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
O. -«Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.

José puso el cuerpo de Jesús en el sepulcro nuevo.

C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.

Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.

C. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
O. -«Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
O. -«Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis. »
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra de Dios.

HOMILIA

2010-2011 -
17 de abril de 2011


ESCÁNDALO Y LOCURA

Los primeros cristianos lo sabían. Su fe en un Dios crucificado sólo podía ser considerada como un escándalo y una locura. ¿A quién se le había ocurrido decir algo tan absurdo y horrendo de Dios? Nunca religión alguna se ha atrevido a confesar algo semejante.
Ciertamente, lo primero que todos descubrimos en el crucificado del Gólgota, torturado injustamente hasta la muerte por las autoridades religiosas y el poder político, es la fuerza destructora del mal, la crueldad del odio y el fanatismo de la mentira. Pero ahí precisamente, en esa víctima inocente, los seguidores de Jesús vemos a Dios identificado con todas las víctimas de todos los tiempos….

José Antonio Pagola

HOMILIA

2007-2008 - RECREADOS POR JESÚS
16 de marzo de 2008


CARGAR CON LA CRUZ

Lo llevaron a crucificar.

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.
Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia y pasividad ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes…

José Antonio Pagola

HOMILIA

2004-2005 – AL ESTILO DE JESÚS
20 de marzo de 2005


AMOR Y VERDAD

(Ver homilía del 28 de marzo de 1999).

José Antonio Pagola

HOMILIA

2001-2002 – CON FUEGO
24 de marzo de 2002


Título

---

José Antonio Pagola

HOMILIA

1998-1999 – FUERZA PARA VIVIR
28 de marzo de 1999


AMOR Y VERDAD

Lo crucificaron.

Para un cristiano, la cruz de Cristo no es un acontecimiento más que se pierde en el pasado. Menos aún, una celebración religiosa capaz de conmover todavía hoy los corazones de algunas personas piadosas. La vida de Cristo entregada hasta la muerte es el acontecimiento redentor que nos traza el camino para humanizar y salvar al ser humano.
La Cruz nos revela, en primer lugar, que es importante .cargar con el pecado». Por supuesto, hay que eliminar el mal la injusticia, hay que combatirlos ética y humanamente de todas las formas posibles. Pero hay que estar dispuestos a cargar con ese mal hasta donde haga falta. Cristo redime sufriendo. Sólo quienes se implican desde dentro hasta sufrir el mal en su propia carne humanizan el mundo…

José Antonio Pagola

HOMILIA

1995-1996 – SANAR LA VIDA
31 de marzo de 1996


CRUCIFICADO CON NOSOTROS

Lo crucificaron.

El sufrimiento lleva a muchos a gritar a Dios. No todos lo hacen de la misma forma. Algunos preguntan por Dios teóricamente: «,Cómo puede Dios permitir esto?» Tienen la impresión de que Dios es una especie de fuerza ciega e insensible que no se preocupa de nadie. Este planteamiento lo hace, por lo general, el espectador. No es ésta la pregunta de quien sufre en su propia carne. Su grito tiene otro acento más desgarrador: «Dios mío, ¿dónde estás?, ¿por qué te ocultas?, ¿no sientes mi dolor y mi pena?»
En el centro de la fe cristiana hay una historia de la Pasión. Es la historia de Cristo perseguido, abandonado, torturado y crucificado. Ninguna otra religión tiene una figura martirizada en su centro. Pero —lo que es más escandaloso aún— en el centro de esa pasión está la experiencia del abandono de Dios. Después de tres horas de silencio, clavado en la cruz, aguardando la muerte, Jesús lanza un grito desgarrador: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»…

José Antonio Pagola

HOMILIA

1992-1993 – CON HORIZONTE
4 de abril de 1993


DEGRADACION DE LA CRUZ

Le llevaron a crucificar.

Los hombres somos capaces de envilecer y degradar los símbolos más venerables. Así ha sucedido a lo largo de los siglos con el signo más cargado de significado para ¡os cristianos: la Cruz de Cristo.
Todavía hoy la podemos ver convertida en joya compuesta de zafiros, esmeraldas y rubíes, o fabricada de oro, platino o cualquier metal precioso. La Cruz de Cristo, que evoca una vida austera, de entrega incondicional y abnegada, termina siendo adorno frívolo o símbolo de ostentación en medio de una sociedad que sacrifica a los menos favorecidos para asegurar el bienestar de los privilegiados…

José Antonio Pagola

HOMILIA

1989-1990 – NUNCA ES TARDE
8 de abril de 1990


UNA SEMANA DIFERENTE

Le llevaron a crucificar.

Todavía se sigue llamando «semana santa», pero ya ha desaparecido casi del todo aquel clima tan «especial» que se respiraba estos días entre nosotros con la supresión de cines y espectáculos, la celebración de procesiones o la programación religiosa de radios y T.V.
Hoy son muchos los que aprovechan estas fechas para desplazarse fuera de su hogar y disfrutar de un pequeño descanso en algún rincón tranquilo. De alguna manera, la semana santa viene a ser para bastantes esas «vacaciones de primavera» que permiten seguir trabajando hasta que llegue el descanso veraniego…

José Antonio Pagola

HOMILIA

1986-1987 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
12 de abril de 1987


EL HOMBRE DOLIENTE

Lo llevaron a crucificar.

Tres caminos diferentes puede seguir el ser humano para dar sentido a su vida. La primera posibilidad consiste en crear algo, construir el mundo, configurarlo de manera nueva. La segunda posibilidad es disfrutar, gozar la belleza, descubrir la verdad, vivir el amor o la amistad. La tercera consiste en sufrir y padecer el propio destino.
No es fácil entender este tercer camino y descubrir el sentido que se puede encerrar en el sufrimiento.
Para vivir de manera creativa basta utilizar los talentos que cada uno poseemos. Para disfrutar de la vida, nos basta asimismo desarrollar la capacidad de gozo que hay en nosotros. Pero “dotar de sentido” al sufrimiento es algo que hemos de aprender día a día…

José Antonio Pagola

HOMILIA

1983-1984 – BUENAS NOTICIAS
15 de abril de 1984


DIOS SUFRE CON NOSOTROS

Lo llevaron a crucificar.

Es estremecedor detenerse a escuchar el sufrimiento que se acumula hoy en el mundo, destruyendo de manera implacable a hombres y mujeres nacidos un día para la vida y la felicidad.
Baste recordar algunas cifras aterradoras: 450 millones sufren hoy de hambre, y de ellos, 45 millones mueren cada año; 15 millones de refugiados vagan por el mundo sin patria ni hogar; cerca de 100 mil personas han desaparecido en Latinoamérica; 600 millones no tienen trabajo...
Y todo esto sucede ante los ojos mismos de Dios. No es extraña la queja dolorida y acusadora: ¿Dónde está Dios? ¿Quién es? ¿Por qué se calla? ¿Por qué no hace nada?...

José Antonio Pagola

HOMILIA

1980-1981 – APRENDER A VIVIR
12 de abril de 1981


COMPROMETER LA VIDA

Y lo llevaron a crucificar.

Estamos tan familiarizados con la cruz del Calvario que ya no nos causa impresión alguna. La costumbre lo domestica y lo «rebaja» todo. Quizás, esta semana de tan hondo significado para los creyentes, sea una buena ocasión para recordar aspectos demasiado olvidados del Crucificado.
Empecemos por decir que Jesús no ha muerto de muerte natural. Su muerte no ha sido la extinción esperada de su vida biológica. A Jesús lo han matado violentamente.
Pero no ha muerto tampoco víctima de un accidente casual ni fortuito, sino ajusticiado, después de un proceso solemne llevado a cabo por las fuerzas religiosas y civiles más influyentes de aquella sociedad…

José Antonio Pagola

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