El pasado 2 de octubre de 2014, José Antonio Pagola nos visitó en la Parroquia de San Pedro Apóstol de la Iglesia de Sopela, dándonos la conferencia: Volver a Jesucristo. Iniciar la reacción.
Pulsando aquí podréis disfrutar de ella.
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¡Volver a Jesucristo! Iniciar la reacción.
Video de la Conferencia de Jose Antonio Pagola.
José Antonio Pagola: He recibido con satisfacción la resolución definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe sobre mi libro, Jesús.Aproximación histórica.
1º Domingo de Cuaresma (B)
EVANGELIO
Se dejaba tentar por
Satanás, y los ángeles le servían.
+ Comienzo del santo
evangelio según San Marcos 1,12-15
En aquel tiempo, el Espíritu
empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta
días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le
servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús
se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
- «Se ha cumplido el plazo, está
cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Palabra de Dios.
HOMILIA
2017-2018 -
18 de febrero de 2018
ENTRE
CONFLICTOS Y TENTACIONES
(Ver homilía del ciclo B -
2011-2012)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2014-2015 -
22 de febrero de 2015
EMPUJADOS
AL DESIERTO
(Ver homilía del 1 de marzo de
2009)
José Antonio Pagola
HOMILIA
2011-2012 -
26 de febrero de 2012
ENTRE
CONFLICTOS Y TENTACIONES
Antes de comenzar a narrar la
actividad profética de Jesús, Marcos nos dice que el Espíritu lo impulsó hacia
el desierto. Se quedó allí cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía
entre alimañas, y los ángeles le servían. Estas breves líneas son un resumen de
las tentaciones o pruebas básicas vividas por Jesús hasta su ejecución en la
cruz.
Jesús no ha conocido una vida fácil
ni tranquila. Ha vivido impulsado por el Espíritu, pero ha sentido en su propia
carne las fuerzas del mal. Su entrega apasionada al proyecto de Dios le ha
llevado a vivir una existencia desgarrada por conflictos y tensiones. De él
hemos de aprender sus seguidores a vivir en tiempos de prueba.
«El Espíritu empuja a Jesús al
desierto». No lo conduce a una vida cómoda. Lo lleva por caminos de pruebas,
riesgos y tentaciones. Buscar el reino de Dios y su justicia, anunciar a Dios
sin falsearlo, trabajar por un mundo más humano es siempre arriesgado. Lo fue
para Jesús y lo será para sus seguidores.
«Se quedó en el desierto cuarenta
días». El desierto será el escenario por el que transcurrirá la vida de Jesús.
Este lugar inhóspito y nada acogedor es símbolo de pruebas y dificultades. El
mejor lugar para aprender a vivir de lo esencial, pero también el más peligroso
para quien queda abandonado a sus propias fuerzas.
«Tentado por Satanás». Satanás
significa "el adversario", la fuerza hostil a Dios y a quienes
trabajan por su reinado. En la tentación se descubre qué hay en nosotros de
verdad o de mentira, de luz o de tinieblas, de fidelidad a Dios o de
complicidad con la injusticia.
A lo largo de su vida, Jesús se
mantendrá vigilante para descubrir a "Satanás" en las circunstancias
más inesperadas. Un día rechazará a Pedro con estas palabras: "Apártate de
mí, Satanás, porque tus pensamiento no son los de Dios". Los tiempos de
prueba los hemos de vivir, como él, atentos a lo que nos puede desviar de Dios.
«Vivía entre alimañas, y los
ángeles le servían». Las fieras, los seres más violentos de la tierra, evocan
los peligros que amenazarán a Jesús. Los ángeles, los seres más buenos de la
creación, sugieren la cercanía de Dios, que lo bendice, cuida y sostiene. Así
vivirá Jesús: defendiéndose de Antipas al que llama "zorro" y
buscando en la oración de la noche la fuerza del Padre.
Hemos de vivir estos tiempos
difíciles con los ojos fijos en Jesús. Es el Espíritu de Dios el que nos está
empujando al desierto. De esta crisis saldrá un día una Iglesia más humana y
más fiel a su Señor.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2008-2009 - RECUPERAR EL
EVANGELIO
1 de marzo de 2009
EMPUJADOS
AL DESIERTO
El
Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Marcos presenta la escena de
Jesús en el desierto como un resumen de su vida. Señalo algunas claves. Según
el evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús al desierto». No es
una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo desplaza hasta colocarlo
en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino de éxito fácil; más bien
le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.
Pero el «desierto» es, al
mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de
Dios. El lugar al que hay que volver en tiempos de crisis para abrirle caminos
al Señor en el corazón del pueblo. Así se pensaba en la época de Jesús.
En el desierto, Jesús «es
tentado por Satanás». Nada se dice del contenido de las tentaciones.
Sólo que provienen de «Satanás», el Adversario que busca la ruina del
ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no volverá a aparecer en todo el
evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en todos aquellos que lo quieren
desviar de su misión, incluido Pedro.
El breve relato termina con dos
imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive entre fieras», pero «los
ángeles le sirven». Las «fieras», los seres más violentos de la
creación, evocan los peligros que amenazarán siempre a Jesús y su proyecto. Los
«ángeles», los seres más buenos de la creación, evocan la cercanía de Dios
que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.
El cristianismo está viviendo
momentos difíciles. Siguiendo los estudios sociológicos, nosotros hablamos de
crisis, secularización, rechazo por parte del mundo moderno… Pero tal vez,
desde una lectura de fe, hemos de decir algo más: ¿No será Dios quien nos está
empujando a este «desierto»? ¿No necesitábamos algo de esto para
liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano, vanidad y falsos éxitos
acumulados inconscientemente durante tantos siglos? Nunca habríamos elegido
nosotros estos caminos.
Esta experiencia de desierto, que
irá creciendo en los próximos años, es un tiempo inesperado de gracia y
purificación que hemos de agradecer a Dios. El seguirá cuidando su proyecto.
Sólo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar
una vez más de la conversión a Jesucristo.
José Antonio Pagola
HOMILIA
2005-2006 – POR LOS CAMINOS DE JESÚS
5 de marzo de 2006
CÓMO
SERÍA LA VIDA
Creed la
Buena Noticia.
Propiamente, Jesús no enseñó una
«doctrina religiosa» para que sus discípulos la aprendieran y difundieran
correctamente. Jesús anuncia, más bien, un «acontecimiento» que pide ser
acogido, pues lo puede cambiar todo. Ello está ya experimentando: «Dios se está
introduciendo en la vida con su fuerza salvadora. Hay que hacerle sitio».
Según el evangelio más antiguo,
Jesús «proclamaba esta Buena Noticia de
Dios: se ha cumplido el plazo. Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed
la Buena Noticia». Es un buen resumen del mensaje de Jesús: «Se avecina un
tiempo nuevo. Dios no quiere dejamos solos frente a nuestros problemas y
desafíos. Quiere construir junto a nosotros una vida más humana. Cambiad de
manera de pensar y de actuar. Vivid creyendo esta buena noticia».
Todos los expertos piensan hoy
que esto que Jesús llama «reino de Dios» es el corazón de su mensaje y la
pasión que alentó toda su vida. Lo sorprendente es que Jesús nunca explica
directamente en qué consiste el «reino de Dios». Lo que hace es sugerir en
parábolas inolvidables cómo actúa Dios y cómo sería la vida si hubiera gente
que actuara como él.
Para Jesús, el «reino de Dios» es
la vida tal como la quiere construir Dios. Ése era el fuego que llevaba dentro:
¿cómo sería la vida en el Imperio si en Roma reinara Dios y no Tiberio?, ¿cómo
cambiarían las cosas si se imitara, no a Tiberio que sólo buscaba poder,
riqueza y honor, sino a Dios que pide justicia y compasión para los últimos?
¿Cómo sería la vida en las aldeas
de Galilea si en Tiberíades reinara Dios y no Antipas?, ¿cómo cambiaría todo si
la gente se pareciera, no a los grandes terratenientes que explotaban a los
campesinos, sino a Dios que los quiere ver comiendo y no de hambre?
Para Jesús el reino de Dios no es
un sueño. Es el proyecto que Dios quiere llevar adelante en el mundo. El único
objetivo que han de tener sus seguidores. ¿Cómo sería la Iglesia si se dedicará
sólo a construir la vida tal como la quiere Dios, no como la quieren los amos
del mundo?, ¿cómo seríamos los cristianos si viviéramos convirtiéndonos al
reino de Dios?, ¿cómo lucharíamos por el «pan de cada día» para todo ser
humano?, ¿cómo gritaríamos «Venga tu reino»?
José Antonio Pagola
HOMILIA
2002-2003 – REACCIONAR
9 de marzo de 2003
CONVERTIRSE
HACE BIEN
Convertíos
y creed la Buena Noticia.
La llamada a la conversión evoca
casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo exigente y el desgarrón
propio de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las palabras
de Jesús: «Convertíos y creed en la Buena
Noticia», nos invitan a descubrir la conversión como paso a una vida más
plena y gratificante.
El evangelio de Jesús nos viene a
decir algo que nunca hemos de olvidar: «Es bueno convertirse. Nos hace bien.
Nos permite experimentar un modo nuevo de vivir, más sano, más gozoso». Alguno
se preguntará: Pero, ¿cómo vivir esa experiencia?, ¿qué pasos dar?
Lo primero es pararse. No tener
miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos para hacemos las preguntas
importantes de la vida: ¿Quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Es
esto lo único que quiero vivir?
Este encuentro con uno mismo
exige sinceridad. Lo importante es no seguir engañándose por más tiempo. Buscar
la verdad de lo que estamos viviendo. No empeñamos en ocultar lo que somos y en
parecer lo que no somos.
Es fácil que experimentemos
entonces el vacío y la mediocridad. Aparecen ante nosotros actuaciones y
posturas que están arruinando nuestra vida. No es esto lo que hubiéramos
querido. En el fondo, deseamos vivir algo mejor y más gozoso.
Descubrir cómo estamos dañando
nuestra vida no tiene por qué hundimos en el pesimismo o la desesperanza. Esta
conciencia de pecado es saludable. Nos dignifica y nos ayuda a recuperar la
autoestima personal. No todo es malo y ruin en nosotros. Dentro de cada uno está
operando siempre una fuerza que nos atrae y empuja hacia el bien, el amor y la
bondad.
La conversión nos exigirá, sin
duda, introducir cambios concretos en nuestra manera de actuar. Pero la
conversión no consiste en esos cambios. Ella misma es el cambio. Convertirse es
cambiar el corazón, adoptar una postura nueva en la vida, tomar una dirección
más sana.
Todos, creyentes y no creyentes,
pueden dar los pasos hasta aquí evocados. La suerte del creyente es poder vivir
esta experiencia abriéndose confiadamente a Dios. Un Dios que se interesa por
mí más que yo mismo, para resolver no mis problemas sino «el problema», esa
vida mía mediocre y fallida que parece no tener solución. Un Dios que me
entiende, me espera, me perdona y quiere yerme vivir de manera más plena,
gozosa y gratificante.
Por eso el creyente vive su
conversión invocando a Dios con las palabras del salmista: «Ten misericordia de mí, oh Dios según tu
bondad. Lávame afondo de mi culpa, limpia mi pecado. Crea en mí un corazón
limpio. Renuévame por dentro. Devuélveme la alegría de tu salvación» (Salmo
50). La Cuaresma puede ser un tiempo decisivo para iniciar una vida nueva.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1999-2000 – COMO ACERTAR
12 de marzo de 2000
DIOS
SIGUE CERCA
Convertíos
y creed la Buena Noticia.
Un día la fe cristiana llegó
hasta nosotros y fue acogida con gozo por nuestros antepasados. Durante siglos,
Jesucristo ha sido para muchos el mejor estímulo y la fuerza más vigorosa para
vivir con sentido. Hoy, sin embargo, son bastantes los que no aciertan a
descubrir su valor. Poco a poco, Jesucristo va siendo olvidado.
Es cierto. Hoy se discute todo.
Nada parece tener un valor decisivo. Ideales, filosofías, valores,
religiones..., todo queda sometido a los intereses prácticos del vivir diario.
Pero, una vez cuestionado todo, queda un problema que cada uno ha de resolver:
hay que acertar en la vida, y no es tan fácil encontrar el camino. Jesucristo
puede ser el estímulo más poderoso y la esperanza más firme para vivir, amar,
crear, sufrir y morir de manera acertada.
A lo largo de estos años hemos
cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos y escépticos, pero
también más frágiles y menos consistentes interiormente. No nos resulta fácil
creer, pero es difícil no creer. La vida no se hace más llevadera ni más humana
sólo con dejar de lado a Dios. Olvidar a Jesucristo no significa tener más
energía ni más resortes para vivir.
Pero, ¿es posible reaccionar
cuando uno ha vivido muchos años sumido en la indiferencia y el desinterés?,
¿qué pasos se pueden dar para superar prejuicios, dudas e interrogantes?, ¿cómo
creer sinceramente en Dios cuando uno se siente tan lejos de aquel «mundo
religioso» que conoció de niño? Tal vez, lo primero es recordar que Dios no
está lejos de nadie. Todo hombre o mujer, el más indiferente, el más mediocre,
el más incrédulo vive envuelto por su amor insondable. Dios siempre se deja
encontrar por quien lo busca con sincero corazón.
La cuaresma es un tiempo oportuno
para escuchar la llamada de Jesús: «Convertíos
y creed la Buena Noticia de Dios». Dios sigue cerca. Es bueno confiar en
Él. Dios es el más interesado en que vivamos de manera más digna y dichosa.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1996-1997 – DESPERTAR LA FE
16 de febrero de 1997
NO ES
FÁCIL
… a
proclamar el Evangelio de Dios.
Cuando me meto en la piel de un
hombre o de una mujer que vive fuera de la Iglesia y quiere conocer a Cristo y
su evangelio, me doy cuenta de que no lo tiene fácil. Si no tiene la suerte de
encontrarse con un creyente que vive su fe de manera convencida y gozosa, le
resultará difícil captar toda la fuerza, el vigor y la esperanza que Cristo
puede aportar a la vida. ¿Por qué digo esto?
Tal como aparece hoy en la
sociedad, lo religioso se le va a presentar muchas veces como algo «anacrónico»
que, quizás tuvo sentido en otras épocas o culturas, pero que no pertenece a
nuestros días. Las ceremonias religiosas que va a ver en la televisión o el
lenguaje eclesiástico que habitualmente va a escuchar le pueden llevar a preguntarse:
«,A qué viene todo esto?, ¿hay que vestirse así, hacer estos ritos o hablar de
esa manera para relacionarse con Dios o vivir el evangelio de Cristo?»
No es sólo esto. Lo religioso se
le puede presentar también como algo «autoritario». Un mundo en el que se
imponen verdades y dogmas que hay que aceptar aunque no se entiendan. Una
institución que prohíbe y censura cosas que, en principio a uno le parecen
sanas. Surgirá entonces la pregunta: «¿Cómo voy a aceptar algo que se me trata
de imponer de forma autoritaria?»
Puede tener también la impresión
de que en las instituciones religiosas hay «miedo» al avance de la ciencia, al
progreso de las ideas y a los cambios sociales. Incluso puede llegar a
sospechar que lo religioso, tal como a veces es presentado y vivido, está
contra la vida. ¿Cómo percibir entonces a ese Cristo que vino para que los
hombres «tengan vida y la tengan en
abundancia» (Juan 10, 10)?
No es el momento de analizar lo
que hay de injusto o verdadero en esta visión de lo religioso, lo que es
deformación de la realidad o pecado de la Iglesia. Lo cierto es que a través de
esta percepción de lo religioso, es casi imposible que una persona llegue a
descubrir la luz y la fuerza que Cristo puede infundir a la existencia.
Según Marcos, Jesús «proclamaba la
Buena Noticia de Dios» (Marcos 1, 14). Para muchos que sólo conocen lo
religioso «desde fuera», la verdadera oportunidad de entrar en contacto con «lo
cristiano» y descubrir a ese Dios es encontrarse con hombres y mujeres en cuya
vida se pueda ver con claridad que creer en Dios hace bien, pues da fuerza para
vivir y esperanza para morir.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1993-1994 – CREER ES OTRA COSA
20 de febrero de 1994
DIFICIL
Convertíos.
Hubo un tiempo en que era peligroso confesarse cristiano. Podía
significar, incluso, ser condenado a muerte. La persecución ha acompañado a
menudo a los cristianos. Los mártires son creyentes que han confesado su fe con
su sangre.
Ha habido, por el contrario,
tiempos en que ser cristiano era ventajoso.
Significaba prestigio y hasta trato privilegiado por parte de las autoridades y
de la misma sociedad. La condición de cristiano era una especie de «status»
social, no esfuerzo de fidelidad al evangelio.
Hoy, ser cristiano, más que
peligroso o ventajoso, es sencillamente difícil.
Sin duda, siempre es peligroso ser auténticamente cristiano; también en
nuestros días puede entrañar riesgos. Y siempre existe la tentación de acogerse
a situaciones de privilegio allí donde la Iglesia tiene poder social. Pero lo
propio de nuestros tiempos está en la «dificultad» de ser cristiano.
Según Raimon Paníkkar a quien sigo de cerca en esta reflexión, el «peligro» para el cristiano suele venir,
en general, de fuera; son las fuerzas
hostiles a la Iglesia las que desarrollan la persecución. El «privilegio» suele ser consecuencia de un
estado de compromiso entre el
cristianismo y los que detentan el poder. La «dificultad actual» del cristiano proviene de dentro de sí mismo y de dentro de la misma Iglesia.
Ser cristiano es difícil porque
cuesta vivir las bienaventuranzas y ser fiel al evangelio. La dificultad está
dentro de nosotros, en nuestra resistencia a seguir la voz del Espíritu, que
nos llama siempre a una vida más digna y más plena. Es más fácil «rebajar» el
cristianismo y adaptarlo a nuestra vida mediocre.
La dificultad está también en
que, muchas veces, el cristiano no recibe de los demás creyentes apoyo y
aliento para vivir su fe de manera auténtica. La iglesia no aparece como modelo
evangélico; no inspira ni alienta; más bien, decepciona. Resulta más fácil
entonces olvidar el evangelio y acomodarse a la rutina general.
Según Panikkar, en los momentos en que se hace peligroso ser cristiano,
es necesario ejercitar la virtud de la fortaleza. Cuando, por el contrario,
resulta un privilegio, lo que se requiere es humildad. Hoy, para superar la
dificultad de ser cristiano, se precisa obediencia al Espíritu.
El pensador catalán recuerda, con
toda la tradición cristiana, que saber obedecer significa saber escuchar bien (ob-audire). Mantener despierto el oído
interior; conservar limpio el corazón; estar atento a la voz de la propia
responsabilidad. En el fondo, ser cristiano o no, es un asunto que se juega en
nuestra capacidad de obedecer a la llamada de Cristo: «convertíos porque está cerca el Reino de Dios.» Cambiad porque un
Dios cercano quiere reinar en vuestra vida.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1990-1991 – DESPERTAR LA ESPERANZA
17 de febrero de 1991
CONVERTIRSE
HACE BIEN
Convertíos
y creed la Buena Noticia.
La llamada a la conversión evoca
casi siempre en nosotros el recuerdo del esfuerzo exigente y el desgarrón
propios de todo trabajo de renovación y purificación. Sin embargo, las palabras
de Jesús: “Convertíos y creed en la Buena
Noticia”, nos invitan a descubrir la conversión como paso a una vida más
plena y gratificante.
El evangelio de Jesús nos viene a
decir algo que nunca hemos de olvidar: “Es bueno convertirse. Nos hace bien.
Nos permite experimentar un modo nuevo de vivir, más sano, más gozoso”. Alguno
se preguntará: Pero, ¿cómo vivir esa experiencia?, ¿qué pasos dar?
Lo primero es pararse. No tener
miedo a quedarnos a solas con nosotros mismos para hacernos las preguntas
importantes de la vida: ¿Quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Es
esto lo único que quiero vivir?
Este encuentro consigo mismo
exige sinceridad. Lo importante es no seguir engañándose por más tiempo. Buscar
la verdad de lo que estamos viviendo. No empeñarnos en ocultar lo que somos y
en parecer lo que no somos.
Es fácil que experimentemos
entonces el vacío y la mediocridad. Aparecen ante nosotros actuaciones y
posturas que están arruinando nuestra vida. No es esto lo que hubiéramos
querido. En el fondo, deseamos vivir algo mejor y más gozoso.
Descubrir cómo estamos dañando
nuestra vida no tiene por qué hundirnos en el pesimismo o la desesperanza. Esta
conciencia de pecado es saludable. Nos dignifica y nos ayuda a recuperar la
autoestima personal. No todo es malo y ruin en nosotros. Dentro de cada uno está
operando siempre una fuerza que nos atrae y empuja hacia el bien, el amor, la
bondad.
La conversión nos exigirá, sin
duda, introducir cambios concretos en nuestra manera de actuar. Pero la
conversión no consiste en esos cambios. Ella misma es el cambio. Convertirse es
cambiar el corazón, adoptar una postura nueva en la vida, tomar una dirección
más sana.
Todos, creyentes y no creyentes,
pueden dar los pasos hasta aquí evocados. La suerte del creyente es poder vivir
esta experiencia abriéndose confiadamente a Dios. Un Dios que se interesa por
mí más que yo mismo, para resolver no mis problemas sino “el problema”, esa
vida mía mediocre y fallida que parece no tener solución. Un Dios que me
entiende, me espera, me perdona y quiere yerme vivir de manera más plena,
gozosa y gratificante.
Por eso el creyente vive su
conversión invocando a Dios con las palabras del salmista: “Ten misericordia de mí, oh Dios, según tu
bondad. Lávame a fondo de mi culpa, limpia mi pecado. Crea en mí un corazón
limpio. Renuévame por dentro. Devuélveme la alegría de tu salvación” (Salmo
50).
Esta Cuaresma puede ser para ti
un tiempo decisivo para iniciar una vida nueva.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1987-1988 – CONSTRUIR SOBRE LA ROCA
21 de febrero de 1988
SEDUCCIÓN
Se quedó
en el desierto.
Acabo de leer el apasionante
estudio de Gilles Lipovetsky sobre la
sociedad posmoderna, que lleva por título «La
era del vacío “.
Según el prestigioso sociólogo de
Grenoble, uno de los rasgos característicos del momento actual es el clima de
seducción que parece impregnar cada vez más la vida contemporánea.
La seducción ya no es algo que se
produce sólo en las relaciones interpersonales, sino que se va convirtiendo en
un elemento que tiende a regular el consumo, la organización de la vida, la
educación, las costumbres.
La profusión de productos y la
necesidad de captar al posible comprador ha llevado a la publicidad a extremar
la estrategia de la seducción por medio de ofertas cada vez más tentadoras,
imágenes más excitantes, voces aterciopeladas.
Las relaciones autoritarias dejan
paso a relaciones de seducción. Los jefes se han de mostrar cercanos y
cordiales. La disciplina es sustituida por un estilo cálido y sugerente. La
educación, antes autoritaria, se vuelve más permisiva y atenta a los deseos de
los niños y adolescentes.
Crece por todas partes el deseo
de crear un clima más tranquilo y seductor. Se trabaja con hilo musical, se
conduce escuchando el estéreo, se oye música desde la mañana a la noche como si
el individuo tuviera necesidad de vivir transportado y envuelto en un ambiente
relajado.
El mismo lenguaje pretende crear
un mundo suave y tolerante. Ya no hay ciegos y lisiados, sino invidentes y
minusválidos. Los viejos se han convertido en “personas de la tercera edad». El
aborto es solamente «una interrupción voluntaria del embarazo».
Sin duda, es fácil detectar en
este “fenómeno posmoderno» el deseo y la necesidad de humanizar la dureza de la
vida moderna introduciendo un aire más cálido, cordial y tolerante.
Pero, como advierte con lucidez G. Lipovetsky, esta sociedad seductora
está generando un hombre de voluntad débil, seducido por toda clase de cebos y
reclamos, esclavo de mil impulsos y deseos cambiantes.
Cada vez son más los que viven “a
la carta», confeccionándose su propio menú según las apetencias del momento, en
una búsqueda interminable de sí mismos, sin saber exactamente dónde enraizar su
existencia.
Sin embargo, una vida digna de
este nombre exige con frecuencia no ceder a seducciones que pueden destruirnos
como personas. La figura de Jesús enfrentándose a la tentación sigue siendo
también hoy una llamada que nos interpela.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1984-1985 – BUENAS NOTICIAS
24 de febrero de 1985
ANTE EL
VACIO MORAL
Convertíos
y creed la Buena Noticia.
Los obispos del País Vasco acaban
de escribir una Carta Pastoral que, probablemente, no saltará a las primeras
páginas de los periódicos como en tantas otras ocasiones.
Su contenido no interesará esta
vez a los que buscan sensacionalismos fáciles que distraigan a las gentes. Sin
embargo, su llamada lúcida y responsable a «recuperar el sentido moral» será
acogida con gozo por todos aquellos que anhelan honradamente una sociedad más
humana.
Los obispos nos ayudan a detectar
en sus mismas raíces una crisis más grave que la económica. Una «crisis moral»
que, en ocasiones, llega a ser un auténtico «vacío ético».
Son muchos los que, a pesar de su
buena fe, viven desorientados, sin saber qué valor atribuir a los criterios
morales tradicionales y cómo responder concretamente a esa llamada que hay en
todo hombre a ihacer el bien y evitar el mal».
No se trata solamente de la
crisis individual de una persona o de otra. Es una crisis cultural más profunda
que tiene sus raíces en la pérdida del sentido mismo del hombre.
En la cultura moderna ya no se
sabe cómo responder a las preguntas más fundamentales que nacen de lo hondo del
corazón humano. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi destino? ¿Por qué y
para qué vivo?
Cuando el hombre no es capaz de
responder a estas preguntas, difícilmente puede contestar a esta otra que está
en la base misma del comportamiento moral. ¿Cómo he de vivir? ¿Qué es lo que
debo hacer? No hemos de extrañarnos del «vacío moral» en que viven muchos. Si
el hombre no sabe lo que es, difícilmente podrá saber cómo debe actuar.
El hombre moderno ha ido
perdiendo el sentido de Dios, pero esta pérdida de fe religiosa no le ha hecho
más humano. Al contrario, al perder a Dios como sentido último de su vida, se
le ha oscurecido su propia identidad y ha ido cayendo en un vacío moral que lo
va deshumanizando más y más. Resulta cada vez más inquietante la pregunta de A. Malraux: «En un mundo en el qüe Dios
ha muerto, ¿podrá el hombre sobrevivir»?
Desde el interior mismo de esta
crisis cultural, los obispos del País Vasco nos invitan con lucidez y
convicción a descubrir en Jesucristo «qué es ser hombre y vivir como hombre».
Su palabra no es «una receta
moral» para ser aplicada infantilmente en cada caso. Es una llamada a responder
desde lo más hondo de nuestro ser al Dios de Jesucristo, descubriendo en las
exigencias de la moral cristiana una invitación a vivir la vida en toda su
plenitud.
Su Carta Pastoral es un eco del
grito de Jesús que escuchamos al comienzo de la cuaresma: «Convertíos y creed la Buena Noticia». La conversión no anula. La
moral no deshumaniza. Dios sigue siendo Buena Noticia para quien anhela vivir
como hombre.
José Antonio Pagola
HOMILIA
1981-1982 – APRENDER A VIVIR
28 de febrero de 1982
ES
POSIBLE CAMBIAR
Convertíos
y creed la buena noticia.
Podemos decir que todo el mensaje
de Jesús es una llamada al cambio. Algo nuevo se ha puesto en marcha con su
venida. Dios esta cerca. Su reinado de justicia, libertad y fraternidad
comienza a abrirse camino entre los hombres. Desde ahora mismo, hay que creer
en esta buena noticia. Hay que reaccionar y vivir de manera nueva, como hijos
de un mismo Padre, como hermanos de todos los hombres.
Se nos pide dar un paso decisivo.
Creer desde el fondo de nuestro ser que somos hijos de un Padre, y que nuestra
felicidad y nuestro último destino es vivir como hermanos.
No se trata de corregir un
determinado defecto o arrepentimos de un pecado concreto. Se nos invita a pasar
de la increencia a la fe, de la pereza a la decisión, de la soledad a la
amistad con Dios, del egoísmo al amor, de la defensa de mi pequeña felicidad a
la solidaridad más radical.
Se nos llama a despertar todas
las posibilidades que se encierran en cada uno de nosotros. Se nos anima a reavivar
la capacidad de generosidad, desinterés y fraternidad adormecidas quizás en
nuestro ser.
A veces los cristianos hemos
olvidado que la fe es una llamada a crecer como hombres, un estímulo a crear
siempre una vida más humana. Dietrich
Bonhoeffer combatía apasionadamente esa religión estéril y vacía de quienes
se conforman con cualquier injusticia propia o ajena, porque, en definitiva, ya
se han resignado hace tiempo, y viven esta vida sólo con la mitad de su
corazón.
Siempre nuestra vida puede volver
a empezar. Nunca estamos perdidos del todo. Podemos conocer de nuevo la alegría
interior. Somos capaces de volver a amar con desinterés.
Sólo es necesario escuchar la
llamada del Dios vivo que está resonando ya en nuestro «hombre interior», es
decir, en esa capacidad de escucha y de respuesta que llevamos todos en
nosotros mismos, quizás sin sospecharla apenas.
Los hombres y mujeres que
escuchan esta llamada comprenden que ya no podrán vivir como antes. Ese Dios
que no era hasta entonces sino un desconocido o una amenaza, se les ha
desvelado.
Ahora saben algo nuevo y que hoy
ya apenas nadie sospecha. Que Dios es fuerza y alegría para el hombre. Que Dios
es la mejor noticia que un hombre puede escuchar.
José Antonio Pagola
Para
ver videos de las Conferencias de José Antonio Pagola
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